genteJulia Muriel Dominzain – Cosecha Roja.-

“¡Ay, lo que menos pensé es que iba a poder verlos!”, le dijo una señora a la amiga con la que compartía el paraguas para proteger los impecables pantalones de vestir, los zapatos de medio taco y los pilotos de Perramus. “¡Aguanten fiscales, aguanten!”, gritó un hombre canoso con camisa a rayas, barba cortada al ras y voz ronca. “¡Fis-ca-les, fis-ca-les!”, empezó una ola. En medio de un operativo de seguridad privada de más de 60 personas estaban Carlos Stornelli, Guillermo Marijuán, Ricardo Sáenz, José María Campagnoli, Germán Moldés, el titular del gremio de Judiciales Julio Piumato y los familiares de Alberto Nisman (Sara Garfunkel, la ex mujer Sandra Arroyo Salgado y las hijas). A un mes de la muerte del fiscal del caso Amia, la convocatoria de los fiscales se convirtió en el #18F, una multitudinaria movilización de la clase media opositora al gobierno.

“Bueno, bueno, eh, cuidadito. Protegé a los fiscales pero no empujes a la gente, muchachito, no estás en la cancha”, le dice una señora rubia de camisa blanca -sin mangas y con encaje- a un empleado de seguridad. Él no le responde, mira a su compañero y le comenta: “Si le digo que soy de Huracán se muere”. Al lado del paraguas con dibujos del Cristo Redentor asomaba otro con rombos color caqui. Más allá uno rojo con lunares blancos y a la derecha uno animal print. El hombre que vendía paraguas tenía el balde lleno. Creyó que iba a tener más éxito, pero no: esta no fue una marcha para improvisados, todos habían mirado el pronóstico antes de ir. El vendedor del puesto de comida sobre Avenida de Mayo quedó desahuciado entre la lluvia y el prejuicio gastronómico de los manifestantes: “En tres horas vendí dos patys y ningún chori”, dijo.

paraguas 3

“¡Ar-gen-tina!”, “¡Jus-ti-cia!” y el himno nacional fueron las consignas más entonadas. Mientras algunos cantaban, otros alertaban: “Shhhh: es la marcha del silencio”. Esa fue la consigna original con la que presentaron la convocatoria en conferencia de prensa el 6 de febrero. También fue la escena final: cuando a las 8 de la noche los actores centrales llegaron a Plaza de Mayo, se subieron a un escenario, hicieron un minuto de silencio. Después se retiraron entre felicitaciones y pedidos: “¡Trabajen por nosotros!”, “¡Fuerza!”.

La movilización había empezado cerca de las 5 de la tarde cuando los fiscales llegaron a la plaza de los Dos Congresos. A las 17:37 -minutos antes de la hora convocada formalmente- empezó a llover y no paró. “Si hubiera sido un día lindo, éramos el doble”, comentaban. “No importa nada, seguimos con todo”, se daban fuerza otros. “Nisman, ¡presente!”, gritaban. “Memoria, verdad y justicia”, se animó otro. Justo en ese momento una mujer de 34 años, que se bancaba los empujones con tal de estar al lado de los fiscales, estalló en llanto.

– ¿Lo conocías?

– No, no. Pero no puedo creer que en nuestro país hayamos llegado a esto. Me angustia la impunidad. Es la primera marcha a la que vengo en mi vida. Trabajo de empleada doméstica y mi jefe no me deja pedirme el día. Hoy pude venir porque estoy de vacaciones. Estoy muy triste, no nos puede pasar esto.

Laura tiene 39 años y dos hijos. En el escote de la musculosa blanca asoma el tatuaje de un sol. Se seca los mocos, se limpia los ojos y sigue avanzando entre los brazos mojados de los hombres de seguridad. Ella, como tantos, está convencida de que a Nisman lo mataron. Algunos dicen que fue Cristina con una seguridad dogmática. Otros, que no saben quién fue y que eso es lo que los angustia y moviliza. Ninguno contempla la hipótesis del suicidio.

fiscales

Cecilia tiene 34 años y maneja con su marido una distribuidora de diarios y revistas en Núñez, donde vive. “Es obvio por qué estoy acá. El problema es que, en este país, a lo obvio hay que explicarlo: ¡quiero la independencia de los poderes!”, dijo a Cosecha Roja. Ya había ido a otras marchas: una a favor de Campagnoli, a la primera por Nisman y a “una en Olivos, no me acuerdo, creo que era del campo”. Nunca a la del 24 de marzo ni a la de la Amia los 18 de julio. “Siempre vengo con mis hijas, de 7 y 10 años. Las traigo porque quiero enseñarles a que se enojen”, dijo. Cuando Nisman presentó la denuncia contra el Gobierno Nacional, Cecilia se ilusionó. Cuando supo que estaba muerto, no lo podía creer.

“Acabo de llegar de la costa. Dejé el auto en Belgrano y me vine”, gritó un hombre con camisa azul, pantalón beige y anteojos de marco finito. Luisa vive en el mismo barrio, tiene 71 años, es ama de casa y “casi abogada”. Le preocupan los resultados de las pericias del cuerpo de Nisman: “En la mano no tenía pólvora. Eso es concluyente: no se suicidó”, dijo. “Exijo justicia. Esto es un drama nacional: murió un fiscal que investiga al Estado. Los fiscales representan los intereses del pueblo”, agregó. Fue a la marcha con Sara, su hermana jubilada que era dueña una inmobiliaria. Entre las dos sostienen un cartel que dice “Argentina llora” traducido a cinco idiomas. “Mi país está subido en el odio y hay niños con hambre. ¿Qué es esto?”, dijo Sara. Es la primera vez que marchan en su vida.

Luciana tiene 31 años y es de Florencio Varela. Fue a la movilización porque no quiere que el caso quede impune “como Julio López y Blumberg”. Al lado suyo había un cartel que decía “esté o no esté, las pruebas están”. Lo escribió María, una estudiante de publicidad de 24 años, con sus propias manos. Está convencida: “Ella lo mandó a matar”. ¿Ella quién? “Cristina. Nunca creí que se iba a llegar tan lejos”.

cartel en 5 idiomas

Una familia entera vino de Moreno. El matrimonio, los tres hijos y la nuera. El varón dijo: “Suicidio no fue, lo mataron. Estamos en contra de la corrupción: corrupción es Nisman, corrupción es una calle rota, corrupción es un robo”. Los otros cuatro estuvieron de acuerdo, estar ahí significaba todo eso.

yo soy nisman

También marcharon Mauricio Macri, Francisco De Narváez, Sergio Bergman, Ricardo Alfonsín, Julio Cobos, Ricardo Gil Lavedra, Elisa Carrió, Hermes Binner, Humberto Tumini, entre otros políticos opositores. Graciela Fernández Meijide dijo a Cosecha Roja: “Vine porque juntos se aguanta más la estupefacción y el dolor. Creo que se cruzó una raya con la muerte de Nisman, haya sido como haya sido. Me parece que la gente vino sin bandera, de todos los partidos y judíos y católicos. Creo que lo que se espera es que ni la muerte de Nisman ni la causa Amia se queden dormidas”.

El operativo de seguridad -entre las calles Lavalle, Callao, Entre Ríos y Venezuela- había empezado a las 15:30. El secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, había adelantado a los medios que los agentes de seguridad no tendrían municiones de plomo ni de goma. La movilización terminó cerca de las 20:15 sin incidentes.