“Claire: Ganemos tiempo. No podemos luchar contra todos de a uno por vez. Pero si superamos esto lo haremos funcionar para nosotros.
Frank: Creamos caos.
-Más que caos.
– Guerra.
– Miedo.
– Miedo…algo brutal, devastador.
– Estoy harta de ganarme los corazones de la gente.
– Ataquemos sus corazones.
– Podemos usar el miedo.
– Claro que podemos…”
House of Cards, capítulo 13, temporada 4.

 

Hay un jueguito en Facebook que pide que definamos el año con una palabra: sólo una.
Abuso es para mí la palabra del 2016.

“Ab” es contra, y “usus”, uso. Es decir, indica un uso contrario al correcto o indicado. Es también la acción de abusar, y tiene la característica de ser de muchas clases.

Abusa quién denigra a otra por su capacidad laboral o educativa, no permitiéndole defender su puesto de trabajo.

Abusa quién trata a otrxs de infantes, castigando su consumo: donde y cuando prende la luz, la estufa, el aire acondicionado, el termotanque.

Abusa quién sanciona el cultivo de una plantita en una maceta para un uso medicinal mientras por los aires y por tierra ingresan toneladas de veneno.

Abusa quién pone sus manos en cuerpos que no desean ser tocados, penetrados, violentados, ultrajados, empalados, trozados.

Abusa quién se sienta en la panza de una embarazada y la hace apurarse para que tenga al niño, para que deje la cama, para que se vaya porque no hay insumos, personal, ni tiempo.

Abusa quién le dice a una mujer que va a denunciar que piense en lo que le conviene, o se le ríe en la cara.

Abusa quién determina cuanto hay que pagar para estacionar un auto, quién vende en cada esquina droga cortada con veneno para ratas, quién secuestra a niñas de diez años para prostituirlas, quién deja a cientos de niñxs sin vacantes en la escuela pública, quién porque pierde su equipo favorito un partido usa a su mujer y/o a sus hijxs de bolsa de boxeo, quién no se ocupa de que cada niñx posea su derecho a la identidad mediante un DNI, quién se burla de la cantidad de desaparecidos que hubo en nuestro país, quién ocupa un cargo de embajador sin ningún antecedente, quién porta un arma y mata a quién se le ponga enfrente, quién por pasarse la noche de gira luego le pega dos tiros a un anciano para robarle la jubilación, quién determina que una chica es “incogible” según los gramos de su cuerpo.

En Cosecha Roja hemos sido abusados individualmente: como ciudadanos, nos ha pasado de todo este año. Y como es de público conocimiento, la semana pasada robaron y se llevaron algunas cosas muy nuestras para abusarnos: las notas, las fotos, los archivos. Esas ¿personas? tuvieron tiempo de tocar, leer, manosear, vejar todo lo nuestro. Entienden la sensación, verdad? Es como llegar a casa y además de ver que se llevaron el televisor y la computadora sentir las arcadas porque alguien manoseó el cajón de las bombachas, los juguetes de los niños, la biblioteca y se tomó la cerveza de la heladera.

El abuso conlleva primeramente una inmovilidad. Ante el avasallamiento solemos no saber cómo responder. Porque la angustia no tiene palabra, porque hay que permitirse un momento para volver a pararse en algún lado.

También es necesario hacer una división entre abuso en la niñez y en la adolescencia: han puesto el cuerpo este año de un modo innecesario, siniestro, mortal en muchos casos. Sólo pensar en Lucía Perez y en los niños sordos abusados por quienes debían cuidarlos espanta, así como la reacción de algunxs adultxs frente a casos como por ejemplo el de Mailén Sanchez, quién a los 12 años puso en tapete la “camioneta blanca” para terminar en una travesura: buena parte de los “opinadores seriales” de sitios de comunicación parecían lamentar que no hubiera sido encontrada asesinada en una bolsa de basura, o vendida a la trata de personas.

Las mujeres especialmente hemos sido abusadas de todas las maneras posibles: diariamente hay femicidios. Más allá de la línea telefónica, la violencia de género cada vez más desatada nos pone a marchar, a enterrar y a cuidar niñxs huérfanos. Ni que hablar del colectivo LGTB, con ese símbolo horrendo de la foto de Evelyn ensangrentada, muerta en una estación de servicio de Posadas.

Como dice Claire en House of Cards, esto es posible porque hay muchxs a quienes no les importa en lo más mínimo los corazones de la gente. Se hartan de eso. Y nos abusan.
Pero lxs abusadxs también nos reponemos, recuperamos el habla, gritamos, y accionamos.
Eso espero: que mi 2017 sea de acción.
Del verbo hacer.
Significa varias cosas, entre ellas mover.
Me gusta el verbo mover.
Quiero un 2017 en movimiento.
Me lo voy a exigir.