gerardo escobar

Cosecha Roja.-

La última vez que lo vieron a Gerardo Escobar fue el viernes 14 cerca de las seis de la mañana cuando salía del boliche La Tienda, en Rosario. Una semana después tres pescadores encontraron el cuerpo del joven flotando en los márgenes del río Paraná, a la altura del Monumento a la Bandera. “Quieren darle a entender a la familia que se fue a nadar al río a las 6 de la mañana”, dijo a Cosecha Roja Gabriel Ganon, defensor provincial de Santa Fe. La pericia oficial se contradice con la de los familiares y denuncian que lo mataron a golpes. Ahora hay dos oficiales y tres patovicas -uno es un policía con licencia psiquiátrica- detenidos por el homicidio: en la audiencia de hoy se conocerán las imputaciones.

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A Gerardo lo conocían como “Pichón”, tenía 23 años y trabajaba era empleado municipal. La noche del 13 estuvo con amigos en el boliche Bogart y cerca de las 4 se fue para La Tienda. En un video de seguridad se lo ve salir del lugar. Detrás suyo cuatro personas lo siguen, uno lo corre y se va la imagen de cuadro. Después se ve a dos mujeres agarrarse la cabeza.

Como Pichón no volvió a la casa la familia lo empezó a buscar. Uno de los amigos le dijo que lo buscaran en la casa del patovica: hasta allí llegó el rastro del celular de Gerardo según las pericias de los abogados que representan a sus parientes. Entonces llevaron todas las pruebas e hicieron la denuncia en la comisaría 18. El fiscal ordenó un allanamiento de la casa del empleado de seguridad de La Tienda y encontró 13 celulares y dos chalecos antibalas de la policía. Cuando lo indagaron dijo que Gerardo había roto el espejo del boliche, que él lo reprendió y el joven salió caminando del lugar.

El cuerpo de Gerardo apareció una semana después flotando en el Río Paraná, en la zona céntrica de Rosario. El viernes 21 tres pescadores lo encontraron en la costa y avisaron a Prefectura. Según el informe de Víctor Moglia, el perito de parte designado por el Ministerio de la Defensa Pública, en la autopsia se observó que el cuerpo tenía una inflamación en la zona genital y un golpe abdominal. A diferencia de la versión oficial, no se encontró agua en los pulmones: a Gerardo murió antes de que lo tiren al río.

Aunque todavía no está claro qué sucedió esa noche, “algo pasó en la esquina de Sarmiento y Tucumán, está relacionado con la desaparición y muerte de Gerardo y tienen participación al menos tres personas, uno de ellos funcionario perteneciente a la policía de la Provincia de Santa Fe, quien se encontraría realizando adicionales en “La Tienda” y estaría con carpeta médica en la fuerza”, denunciaron Ganon y Luciana Escobar -hermana de Pichón- en la presentación en la que exigen que la causa pase a la justicia federal.

En el documento el defensor y la hermana establecen que la muerte de Escobar como una desaparición forzada -por eso debe ir a la justicia federal-. El antecedente es el caso de Daniel Solano, un jornalero desaparecido desde el 5 de noviembre de 2011 en Río Negro. Lo vieron por última vez en la puerta de un boliche de Choele Choel rodeado de policías.

Ganon y Salvador Vera, abogado de la Asamblea por los Derechos del Niño y la Juventud, también denunciaron que el caso tiene similitudes con el de Franco Casco, un pibe que desapareció el 7 de octubre y lo encontraron 23 días después. Su cuerpo flotaba en el río Paraná, frente al Parque España. La versión policial dijo que lo liberaron el mismo día de la detención. La familia desconfió y culpó a la comisaría 7º por el crimen. Tres autopsias, y varios meses después, quedó demostrado que al joven de 20 años lo tiraron al agua cuando ya estaba muerto. La pericia reforzó la teoría de que fue una desaparición forzada y que la policía estuvo involucrada.

Dos semanas antes otros dos jóvenes que fueron a bailar a Bogart -el primer boliche al que fue Pichón esa noche- tuvieron problemas con los patovicas, lograron salir del boliche, se escondieron y llamaron al 911. En seguida los seguridad los atraparon y les dijeron: “no llamen más a la policía porque los vamos a matar”. La escena terminó con una feroz golpiza.

Foto: Juan José García / El Ciudadano