Por Ángeles Alemandi – CR.-

En un sólo fin de semana en Constitución quedó clara la complejidad de la violencia urbana en algunas zonas de Buenos Aires. El viernes 27 a la tarde el sonido de 15 tambores de una banda de percusión transformó a la plaza más esquivada de la ciudad en una fiesta. La organizó el Estado Nacional como complemento a un plan de recuperación del barrio para disminuir el robo, la trata y la corrupción policial. Duró poco. El domingo por la madrugada en una pelea de pandillas mataron a un joven en la puerta de la discoteca Blue Demon- El Nuevo Chicharrón. Al crimen le siguió una batalla campal: un auto incendiado, el choque entre un patrullero y un taxi y cincuenta deudos lanzando piedras contra la Policía Federal.

El crimen de Rodrigo Bacre Delojo, de 20 años, por el que ahora el Ministerio de Seguridad investiga “cuáles son las responsabilidades policiales”, le da dimensión al desafío del plan Buenos Aires Ciudad Segura con el que se busca prevenir el delito. Para ello se sumaron 400 policías venidos de otras jurisdicciones a los de las comisarías de la zona, se instalaron 56 cámaras de video y se incorporaron patrulleros tecnológicos y lectores  automáticos de matrículas de autos. Nilda Garré, la ex ministra de Defensa que llevó adelante la democratización de las Fuerzas Armadas en la Argentina, busca que Constitución ya no sea la tierra de ladrones de billeteras y celulares que trabajaban en lugares fijos, el epicentro porteño de la trata de mujeres, la zona liberada para vendedores de droga o el sitio en el que algunos policías sólo rondan con intenciones de cobrar una coima para dejar hacer a los delincuentes.

El viernes, en la estación de trenes de Plaza Constitución por la que a diario pasan un millón de personas, el policía no sabía del evento. El vendedor ambulante tampoco. Era sólo cuestión de salir del hormiguero, de cruzar los cuatro carriles desafiando la lengua de los colectivos y pisar el pasto de la plaza para encontrar a La Bomba de Tiempo. La banda de percusión abrió la serie de actividades programadas durante el verano en nombre de la seguridad y la cultura. Quince hombres vestidos de negro y rojo improvisaban ritmos siguiendo las ocurrencias de un director que cambiaba con cada tema. Después se sumó a ellos Mis Bolivia, una cantante del hip hop salida del under que toca ahora con los mejores músicos de Buenos Aires. De tacos altos, con rastas que hacían colina sobre su cabeza y al grito de “dicen todo el tiempo que me gusta hacer quilombo”, hizo estallar la plaza con aplausos y patadas voladoras.

El aire festivo se desvaneció con el amanecer del 29 de enero. Tras una pelea de pandillas adentro de un boliche ubicado a menos de diez cuadras de la plaza, Rodrigo recibió un balazo. Para cuando llegó la ambulancia del SAME (Sistema de Atención Médica de Emergencia) ya estaba muerto. Y con la entrada en escena de los efectivos de la Comisaría 18 se armó “una batalla campal”, dijo una vecina al diario Página 12. Contó que los jóvenes se metían dentro de los contenedores de basura, sacaban botellas de vidrio y se las revoleaban a la policía. Para añadir color a la mañana, un conductor quiso esquivar la escena pero maniobró mal y se estrelló contra el frente de un edificio: el auto se prendió fuego. Y como si fuera poco un móvil de la seccional que iba hacia el lugar chocó con un taxi.

La gestión actual en Seguridad se lanzó en medio de una crisis hace poco más de un año. Cientos de pobladores tomaron terrenos fiscales en el sur de la ciudad y fueron reprimidos. En los combates entre la policía y los vecinos, y entre los propios vecinos, murieron tres personas por disparos de armas de fuego. En medio de una situación caótica y desbordada la presidenta Cristina Kirchner creó el ministerio de Seguridad y puso al frente a la que era hasta ese día su ministra de Defensa: Garré. Y tomó una decisión polémica: le quitó la conducción de la Policía, Gendarmería y Prefectura al ministerio de Justicia y la Jefatura de Gabinete, y se la dio al nuevo ministerio de Garré.

El primer paso de un cambio en la seguridad de la ciudad de Buenos Aires fue una incursión masiva de las fuerzas federales destinadas a las fronteras y las costas a vigilar las calles de los barrios más afectados por el delito: los de la zona sur. El operativo duplicó la presencia de uniformados en la vía pública. Y le quitó el control de negocios turbios a comisarías señaladas como corruptas. El plan de seguridad puesto en marcha en Constitución es el primero que se planea con la Policía Federal. La apuesta de Garré es bajar la sensación de inseguridad del barrio pero sin la presencia de corte más militar de gendarmes y prefectos.

La escena de la madrugada del domingo es una muestra del tipo de criminalidad que crece en algunas zonas de la ciudad. Lo cierto es que en comparación a la mayoría de los países de América Latina, los indices de asesinatos en la Argentina son bajos: 4,3 homicidios cada cien mil habitantes frente a los 57,3 de El Salvador, los 42,8 de Colombia o los 36,4 de Venezuela. Esas cifras indican que la Argentina es el país más seguro del continente. Aún así, el sentimiento de inseguridad colectiva es alto. En una encuesta de Barómetro de las Américas es el segundo con mayor miedo de los ciudadanos a ser robados y asesinados en la calle, después de Perú. A la hora de analizar los crímenes, la franja etaria que más muere  de forma violenta es la de los jóvenes: entre ellos la tasa de homicidio sube a 6,8.

Durante muchos años Nilda Garré vivió muy cerca de Constitución. Lo recordaba tranquilo, lleno de trabajadores, donde nadie tenía que sentirse angustiado. La realidad y el diagnóstico que recibió elaborado por equipos del Ministerio en base a información de inteligencia criminal, denuncias recibidas en la línea telefónica gratuita y las opiniones de los vecinos, nada tenían que ver con ese pasado. Una noche, después que lanzó el operativo, salió a caminar el barrio y sin prensa ni cámaras recorrió la plaza donde el viernes hubo fiesta.

El show de La Bomba de Tiempo inauguró el programa  “Constitución en vivo”, que es parte del acuerdo entre el Ministerio de Seguridad y la Secretaría de Cultura de la Nación. El 20 de diciembre dijeron en un comunicado que “la prevención social del delito y la violencia exige una perspectiva multiagencial, que convoque a los diversos organismos públicos, y remite, ineludiblemente, al diseño e implementación de políticas para garantizar el real acceso a los derechos de las personas”. Los equipos de gobierno ahora miran de cerca el escenario donde suman cultura a la acción policial.

En la misma plaza el 24 de febrero tocarán Los Pericos. El 30 de marzo se presentará Karamelo Santo. Los domingos en Plaza Garay se dará un taller de construcción de instrumentos de percusión y entrenamiento en hip hop. También habrá cine latinoamericano al aire libre y un bibliomóvil recorrerá el lugar. Al menos, mientras las crónicas rojas sigan alimentando las secciones de policiales, habrá más niños bailando como murgueros al ritmo de las bandas. Como pasó el viernes. Con jóvenes que llegaban en bicicleta, vendedores de panes calientes que intentaban multiplicar los clientes y vecinos que pedían bis o exigían un poco de cumbia, un ritmo más popular que el de las muy buenas bandas elegidas para el programa. A la foto amarillista ahora se le pude contraponer la de la señora que aplaudía mientras esperaba el colectivo, despreocupada por un momento de sostener con una mano la cartera para prevenir el robo. Son algunas postales de un cambio que parece recién comenzar.