Cosecha Roja.-

Lo detuvieron el jueves pero no sabían que era él. A Diego Arbello Perotti lo estaban buscando por matar a cuatro miembros de una familia, y cayó cuando intentó robar en un local de Palermo. Su documento era falso. No se llamaba Omar Sebastián Rodríguez ni era un ladrón de barrio. Era el asesino de Hudson.

No estaba solo. Lo acompañaba su concubina embarazada, también con documentos adulterados. Ella recuperó la libertad ayer en la mañana. La tentativa de robo no alcanzó para mantenerla bajo arresto por más días. Ahora, con su identidad verdadera, está acusada de participar en la masacre. Ya no saben dónde está.

Arbello Perotti, quien mantenía una relación amorosa con Lorena Sosa, una de las víctimas, estaba recluido en una unidad del Servicio Penitenciario Federal sin que la Policía Bonaerense lo supiera. Lo estaban buscando en Berazategui, en La Plata y en la Villa 31.

En la víspera de la detención, el hijo del principal sospechoso también fue capturado. Tiene 14 años y se presume que ayudó a Arbello Perotti a cometer los cuatro homicidios. Lo hallaron en casa de familiares en el barrio Aeropuerto, de La Plata. Ahora está bajo custodia del Instituto de Menores en esa ciudad.

Leonel Soria, amigo de los sospechosos, está acusado de encubrir el crimen; lo llevaron preso pocos días después de que los vecinos y familiares de las víctimas hallaron los cuerpos en el patio de la casa. Ellos mismos habían alertado a la Policía por la desaparición de las cuatro personas y luego pidieron la captura de Arbello Perotti. No sabían que el hombre ya tenía dos causas en contra por robo calificado: una del 2001 y otra del 2003. Estuvo en la cárcel, pero en el 2011 lo beneficiaron con salida transitoria y nunca volvió. Lo recapturaron en marzo de este año, pero de nuevo le otorgaron el mismo beneficio y de nuevo se fugó.

Paredes de sangre

Como si fueran personajes de A sangre fría, el reportaje de Truman Capote, los miembros de la familia Sosa fueron asesinados mientras dormían en su propia casa. Sucedió en Hudson, Berazategui, a finales de abril. Las manchas rojas en las paredes sirvieron para concluir que los golpearon con una maza de albañil y un pico de excavar. Pablo Sosa, de 65 años; Lorena Sosa, de 20, con su hija Jazmín, de 3; y Javier Alberto Lucce, de 22, medio hermano de la joven, fueron hallados bajo tierra en el patio de la casa.

El miércoles 25 de abril su familia les perdió el rastro. Al ver que no contestaban las llamadas telefónicas, la madre de Lorena decidió ir a la casa para saber qué pasaba. Ese domingo no encontró a ninguno de sus parientes, pero se cruzó allí con el novio de su hija, Diego Arbello Perotti, que se había instalado de repente. Dijo que les había comprado la casa por 7.000 pesos. A la mujer le pareció extraña la situación, porque las cosas de la familia estaban intactas en el living, y decidió poner un denuncio por desaparición.

El lunes, un primo de Lorena visitó la casa. “La puerta estaba abierta y entré. Estaba la tele y una estufa prendida. Al rato aparecieron unos hombres. Les pregunté por mi tío y me dijeron que se había mudado con su familia y que ellos compraron la casa. Al salir vi que afuera había tierra removida. Ahí llamé a la Policía”, contó Diego Román.

La Policía llegó el 30 de abril pero no llevó el equipo científico. La familia y los vecinos les pidieron que buscaran en el patio, pero les dijeron que cavaran ellos mismos, que removieran la tierra a ver si encontraban algo. Tras unos palazos en el patio, aparecieron las sábanas manchadas de sangre y los cadáveres maltrechos. Román lo relató: “Cavaron como un metro y medio para encontrarlos. Vinieron mis papás y mis tíos para ayudar a desenterrarlos y reconocerlos”. Las paredes de las habitaciones también contaron lo que pasó: no hubo lucha, nadie gritó. Los cuatro familiares murieron al instante de recibir los golpes.