Cosecha Roja.-

Como todas las noches, el 15 de junio las luces de casi todos los pasillos dela Villa1-11.-14 se apagaron.  A nadie le llamó la atención: la oscuridad es una rutina que hace mucho tiempo impusieron los capos narcos del barrio para poder moverse en la sombras. Sólo que esa vez pasó algo distinto: el perímetro de la villa estaba rodeado por hombres de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal y por efectivos de la Gendarmería. Esa madrugada, cercaron el lugar con 29 órdenes de allanamiento firmadas por el Juez Federal Sergio Torres, de las que finalmente se concretaron 15. En ese operativo -uno de los tantos que hubo en el asentamiento desde marzo de 2009-, detuvieron a nueve personas que, según se informó hoy, quedaron procesadas con prisión preventiva.

En ese procedimiento se incautaron 4.400 kilogramos de droga -algo más de la mitad de cocaína y otro tanto de marihuana-, 17 armas diferentes -que incluían sub fusiles “Ingram”, una escopeta “Boito” y una carabina, 267 municiones surtidas, una granada de mano y un silenciador-, 248.000 pesos y elementos muy valiosos para los traficantes: cajas de herramientas que utilizan para mover la droga y las ganancias por su venta dentro de la villa.

Los diez procesados -a los nueve apresados durante el procedimiento se sumó Eddy Elmer Martel, “El Loco Edy”, detenido el día anterior por la comisaría N.º 38- son los peruanos Luis Manuel Meza Contreras -alias “Pera”-, Alberto Escobar Miranda -alias “Piqui”-, Jonathan Ismael Ormeño Sotomayor o “Mister Black”, Haminton Flores Romero -alias “Charapa”-, el paraguayo Christian David Velázquez Lezcano -alias “Piru”, “Floco” o “Paragua”-, el boliviano Dante Eduardo Vacarezza Alpiri -de apodo “Mole”-, el uruguayo Rafael Ramón Mesecke -conocido como “Viejo” o “Bigote”- y su hijo argentino Héctor Mesecke, y el también argentino David Orlando Vázquez.

Un hombre que conoce el barrio y el negocio como la palma de su mano aclara que “no cayó ningún capo ni ningún familiar de Marcos. Tres o cuatro eran recién llegados, los demás ya estaban hace tiempo en el barrio”.

El juez les imputa el delito de “tráfico de estupefacientes en la modalidad de comercialización, agravada por la intervención de tres o más personas”, que prevé penas que llegan a los 15 años de prisión. Los investigadores comprobaron que los puntos de venta y las cuevas donde guardan armas y droga son las mismas que fueron desbaratadas en el primer operativo de envergadura contra la organización, el 25 de octubre de 2010, cuando fueron detenidos 30 narcos.

En el dictamen de procesamiento, el juez advierte que aún están pendientes las detenciones de unos 40 traficantes más a los que identifica por sobrenombre, y sobre los que advierte que podrían “tratarse en algunos casos de las mismas personas apodadas de varias maneras o la anotación errática de algún dato o referencia en realidad coincidente”.

Según un testigo, el boliviano detenido -que la Justicia identifica como Dante Eduardo Vacarezza Alpiri, con el mote de “Mole”- se trata de “Popeye” y es el único “kiosquero” que cayó en la redada: un patrón que tiene vendedores a cargo. Estaba hace mucho tiempo en la mira de los investigadores, porque su apodo figuraba en cuadernos secuestrados en allanamientos anteriores y había sido reforzado por la confesión de “arrepentido” de la banda, pero hasta ahora no se sabía su verdadero nombre. “Es robusto y blanquito”, contó el testigo. “Llegó de chiquito a la villa, son gente que hace rato está en el negocio, pero como no son parientes de los jefes, nunca ascendieron demasiado en la organización”.

Torres investiga a la banda desde marzo de 2009, y ha detenido a más de 70 narcos durante los tres años, que se dedican a “la introducción, almacenamiento, fraccionamiento y distribución definitiva de distintas clases de narcóticos, entre las que se verifica aquellas conocidas como marihuana, cocaína, y sus derivados tales como ‘paco’, ya sea en grandes cantidades o en pequeñas porciones destinadas al consumo individual”, según repasa en el último fallo el juez.

Para la banda que controla el territorio, esa persecución no significó una merma en el tráfico. Los detenidos o deportados son contenidos por la organización -el sueldo de los abogados y una renta semanal para la familia-, y rápidamente son reemplazados por nuevos jóvenes del barrio o paisanos o familiares traídos desde Perú.