Así explotó la educación en el conurbano

Para entender el estado de situación de la educación en la provincia de Buenos Aires hace falta poner el foco donde más duele: la explosión de un comedor escolar en Moreno. Pasó más de un año de la tragedia y no hay un solo responsable político procesado ni cambió mucho la situación edilicia de la mayoría de las escuelas. Crónica de una tragedia que se podría repetir.

Así explotó la educación en el conurbano

19/11/2019


Por Lucía Chico

1.

Hacia el oeste. El segundo cordón. Puente y agua, tierra y cemento, chapa y pintura. Cada elemento del conurbano contrasta. Las cosas se construyen a partir de la existencia de otras, nacen de la contradicción misma. Moreno se conoce de nombre, como si fuera un mito, algo que no se sabe exactamente cómo es pero que está por ahí. Esa zona que concentra el agite, la que aguanta hasta asfixiarse. 

El 2 de agosto de 2018 una explosión obligó a todo el mundo a poner la mirada en nosotros. A observarnos, incómodos. Me desperté temprano y prendí la tele. “Fuga de gas en una escuela de Moreno: dos muertos”. Se llamaban Sandra y Rubén. Ella era vicedirectora. Él, auxiliar. Estaban en el comedor de la escuela. Habían ido temprano para preparar la comida.

Podría haber sido mi papá o mi mamá: son docentes y, desde que tengo memoria, lxs escucho preocupadxs por el estado de las escuelas donde trabajan. Las denuncias por fugas de gas y malas condiciones edilicias incluyen cosas tan básicas como tener agua potable y un botiquín de primeros auxilios.

Pasó más de un año de la explosión y lxs únicxs procesadxs por las muertes son el gasista, el secretario técnico del  Consejo Escolar, algunxs consejerxs y el ex interventor, que ahora intenta volver como director de escuela. 

No hay ningún responsable político procesado. Lo que pasó ahí podría repetirse. Este invierno,  417 escuelas de 20 distritos bonaerenses tuvieron problemas de gas. 

Por eso es necesario contar esta historia.

2.

Cuando era más chica acompañaba muy seguido a mi vieja al laburo. La hora del almuerzo o la merienda se hacía difícil cuando cortaban el gas. El hambre se calmaba como se podía. Nos sentábamos todxs juntxs alrededor de una mesa larga a tomar jugo de naranja. Yo era una alumna más. Lo único que llegaba a las escuelas eran cajones de manzanas y alfajores vencidos. La marginación es que todo se encuentre librado al azar, que el peligro este implícito en el aire. Se sabía: era una bomba de tiempo.

3.

Organizaciones sociales y sindicales como Suteba y CTA  lo advirtieron en el Consejo Escolar. El gobierno provincial ignoró todo tipo de reclamos y las condiciones salariales y estructurales se mantuvieron intactas. Mi viejo siempre cuenta la misma anécdota. Él hacía una suplencia en la Escuela N° 76 en el Barrio Jardines. Cuando llegó se dio cuenta de que el lugar estaba vacío, no había pibes ni pibas. En la sala de profesores le preguntó a sus compañerxs qué estaba pasando. Le señalaron la ventana que daba al patio central. Estaba inundado. No era agua de lluvia. La mierda había rebalsado los pozos.

4.

Toda la desidia concentrada en un lugar explotó por un desperfecto en la conexión de gas. Una fuga.  La filtración gaseosa que chocó contra las paredes de la Escuela Primaria N° 49 “Nicolás Avellaneda”.  Y también, contra los cuerpos de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez. Dos cuerpos que pertenecían a la institución educativa. Dos cuerpos que entraron más temprano para prepararles el mate cocido a lxs alumnxs. Dos cuerpos que, a las 08:06 de la mañana, volaron 50 metros hasta la casa de enfrente. En cualquiera de las fotos pueden verse cascotes, mesas y ollas. Cráteres, cartulinas y chapas quemadas. Todo invadido por humo.  

5.

Rubén era auxiliar y delegado de ATE, la Asociación de Trabajadores del Estado.  Había hecho toda su primaria en la 49 y trabajó durante 15 años ahí. Era parte del Centro de Formación Profesional N° 403 de la CTA. Enseñaba en un taller de carpintería. 

Sandra era vicedirectora de la Escuela N° 49. Encabezaba la orquesta sinfónica y coordinaba un plan provincial llamado “Patios Abiertos”. Todos los sábados al mediodía se daban distintos talleres con la excusa de que lxs pibes pudieran estar un día más y tuvieran la posibilidad de comer. Desde 2016 hubo un vaciamiento de presupuesto en los coros y orquestas. Los instrumentos dejaron de reponerse y eliminaron los de viento y percusión. Uno de sus compañeros contó:
Ella siempre decía que los chicos cuidaban los instrumentos pero que con el uso se deterioraban. Para que la orquesta pudiera seguir funcionando quiso aprender a arreglarlos. Por eso se metió en un curso de luthier en la escuela ENET.

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6.

Después de la explosión, la movilización local fue convocada y difundida por las redes sociales. El lugar del encuentro era el Consejo Escolar. Todo fue instantáneo. De un momento a otro estábamos atravesando la Avenida Victorica. Las calles y las estaciones de servicio que rodeaban el lugar se ocuparon por completo. Había gente subida a autos y camionetas. Fue un reencuentro local. Muchas caras conocidas gritando y llorando. Nos sentíamos cercanxs, trastocadxs por la situación. Nos quedamos ahí durante todo el mediodía y a la tarde caminamos hasta la municipalidad. 

En paralelo a la marcha, Suteba decretó el paro por dos días y un grupo de directores organizaron una reunión. Las clases se suspendieron en todo el distrito. Miembros de la DPIE (Dirección Provincial de Infraestructura) vinieron a inspeccionar las escuelas. Más del 80% tenían fuga de gas. Los lugares en los que laburaban mi viejo y mi vieja estaban en la lista.

7.

Moreno tiene más de 200 escuelas y cero inspectores de infraestructura desde hace 3 años. Mucho antes de que María Eugenia Vidal convocara una paritaria, el 2 de mayo de 2018, los gremios agrupados en el Frente Único Docente Bonaerense reclamaron una audiencia con la gobernadora mediante una carta que detallaba todos los problemas presupuestarios:

“En la Provincia de Buenos Aires este año son mayores las restricciones en las políticas públicas y en el financiamiento educativo, siendo cada vez más notorio el proceso de desfinanciamiento de la Educación Pública, que impacta en la cotidianeidad de las escuelas […]”.


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8.

El 17 y el 31 de mayo se hicieron dos “Carpetazos” . El FUDB presentó en la Legislatura Bonaerense, en la Cámara de Senadorxs y Diputadxs y en cada uno de los distritos bonaerenses una serie de relevamientos con todas las denuncias que acumulaban las escuelas. En 2005, la CTERA había firmado un “Programa Nacional de Seguridad y Riesgo en la Escuela”. Este acuerdo paritario tiene 12 puntos invisibles para las infraestructuras de Moreno. Patricia Lezcano, secretaria adjunta de Suteba y compañera de Rubén dijo: 

-Nosotros fuimos claros. Las escuelas no se abren. Hasta que no se cumplan los 12 puntos básicos no se abren. 

Es literal. Los puntos son básicos:

1) Agua corriente, potable y segura.
2) Instalaciones eléctricas legalizadas.
3) Instalaciones de gas legalizadas.
4) Construcción edilicia segura.
5) Instalaciones sanitarias seguras y suficientes en cantidad y capacidad.
6) Red cloacal, pozos y cámaras sépticas.
7) Planes de emergencia adecuados.
8) Iluminación y ventilación adecuadas.
9) Almacenaje de sustancias químicas de acuerdo a la norma vigente.
10) Plan de emergencias zonales.
11) El edificio escolar en obra debe estar sin actividad.
12) Provisión de botiquín de primeros auxilios.

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9.

Estaba cursando en la universidad y mi rutina transitaba frenéticamente distintos lugares. Google Maps marcaba con exactitud la línea azul que separa de una punta a la otra, Once-Moreno. Llegar a mi casa derivaba en un síntoma particular. La alteración era constante: una suerte de anarquía local. Muchas calles se cortaron y las escuelas públicas estaban cerradas. Me bajaba del tren y veía rondas de gente por todos lados. Encuentros con un mate circulando de por medio. Lxs docentes esperaban a sus alumnxs en las plazas y espacios comunes. Les daban trabajos prácticos pero en realidad la urgencia era encontrarse. 

Acompañé a mi mamá a la puerta de la Escuela N° 16 Florencio Molina Campos. Nos sentamos en un cuadrado de cemento que rodeaba a un árbol e hicimos tiempo hasta que llegara su alumna. En la vereda había mesas, sillas y profesores. Lxs pibes iban llegando de a poco. Algunxs solxs, otrxs en grupo, a algunxs lxs acompañaba la familia. Las conversaciones eran particulares y los temas salían uno detrás de otro, sin pausa, como un aluvión. Yo escuchaba todo. Cómo estás qué hacés en qué andás y tu mamá y tu papá y tus hermanos que vengan los espero éstas son tus notas ponete las pilas entregame los trabajos tenés el pelo largo tenés el pelo corto me gusta tu nuevo tatuaje te dije que ese arito te iba a quedar feo por el barrio todo tranqui no sé cuándo vamos a volver a tener clases. 

Recuerdo a una piba de unos 14 años más o menos, pelo largo hasta la cintura. Se acercó junto con su papá. Te extraña, profe. Yo también, respondió mi mamá. Los tres se encorvaron sobre una mesa de hierro a leer un papel que tenía un listado de actividades. Se preguntaban y se respondían cosas. La piba inclinó la cabeza hacia la puerta de su escuela, el pelo la acompañaba en el movimiento.  Fijó la mirada y buscó algo que le diera una certeza, quería ver si había alguien adentro. Pero no, no había nadie.

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10.

Los sindicatos y familiares de las víctimas se encontraban todos los días en la puerta del Concejo. Ahí vieron cómo se llevaban cajas con documentación. Pruebas que iban en contra del interventor Sebastián Nasif, designado por la gobernadora para el control de las escuelas en Moreno. A partir de eso surgió la idea de organizar un acampe. 

El frente del Consejo se llenó de carteles, de telas escritas y carpas. Se instaló un fuego que permaneció vivo con carbón y ramas. Las ollas se sostenían en una base de piedras. Los autos hacían un nuevo recorrido para cruzar la barrera. El negocio de óptica que estaba al lado se tuvo que mudar.  Dario Szeta dio una clase abierta. Mustafunk, Bruno Arias y El Cóndor de la Bersuit vinieron a tocar. De charla en charla. De recital en recital. Un pacto para vivir de fondo. El centro estaba colapsado de personas que iban y venían sin parar. La pila de mochilas. El montoncito de yerba tirado. El lienzo de tres metros pintado con látex. Durante el día se bailaba folclore con polleras floreadas y zapateo de gaucho conurbano. De noche,  las luces azules rodeaban la zona y los autos de la policía paraban en las esquinas de la avenida. El acampe duró cuarenta y siete días. Durante ese lapso, Nasif presentó su renuncia.

11.

Septiembre empezó con amenazas. Panfletos, mensajes anónimos por teléfono, rayones en los autos. “Si siguen jodiendo con la olla son boleta”. Las compañeras de mi vieja de la escuela N° 501 cuentan que una tarde, a la salida del colegio, vieron el paredón de enfrente escrito. Era un mensaje para ellas. “Acá van a terminar” leyeron, seguido de la dirección del cementerio de Moreno. 

Corina De Boris era maestra del Centro Educativo Complementario (CEC) N° 801 ubicado en General Rodríguez. Además atendía la olla popular. Una tarde salió de la escuela y tres hombres la encapucharon y la subieron a un auto. Los golpes siguieron con un punzón que grabó su panza en letras mayúscula. El filo marcó la piel, las líneas hinchadas formaban una grafía perfecta que decía: olla no. La liberaron una hora más tarde. El equipo de abogadxs de Suteba la acompañó a hacer la denuncia en la UFI N° 5 del departamento judicial de Moreno-Rodríguez. El fiscal Emiliano Buscalia la imputó por falso testimonio a Corina y a María Fuentes, la vice del CEC. Dijo que los llamados amenazantes los había provocado la misma maestra. Le hicieron estudios psiquiátricos. La acusaron de loca. El fiscal dice que fue vulnerada por influencias políticas: que se cortó y se golpeó a ella misma. 

“Olla sí, miedo no” fue la nueva consigna que marchó por las calles. Ya no eran sólo un recipiente de acero inoxidable sino un elemento resignificado. Un objeto que temblaba con el golpe de palillos y retumbaba en los oídos de todxs.  Cuando las ollas sonaban me daba la impresión de escucharlas gritar. La causa se sigue investigando. Las amenazas permanecieron.


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12.

Salí del laburo y pasé por el acampe. Me estaban esperando. Supe que ese día iba a estar Miguel Ángel Estrella. Cuando llegué escuché que un pibe le dijo a otro: es alto pianista. Diluviaba, el frío se notaba por el humo que salía con la respiración y la charla de la gente. En una de las avenidas más transitadas, el movimiento de autos y camiones se reemplazó por un escenario improvisado. Unos gazebos de lona azul se instalaron sobre nuestras cabezas. Eran eso de las tres de la tarde y sonaba la Orquesta de Música Popular “RAÍCES”.  Cantamos el Himno Nacional de otra manera. La desesperación fue interpretada en lengua de señas por una profesora. Las voces coreografiaban las manos y viceversa, era un juego recíproco. Nos mirábamos con la complicidad triste de una reunión obligada. 

La música clásica combinó con el mate, con la carpa de lona, con la lucha docente. Estrella tocó una pieza de Juan Sebastian Bach. Era hermoso. Muchos cerraron los ojos y solamente escucharon. Yo quería mirar todo. Hicimos una ronda y vibramos en el encuentro. Lo clásico en ese momento era completamente popular. El piano era parte del paisaje. El ruido de bocinas y alarmas ajenas  acompañaron la pulsión de cada tecla. Formaban una misma pieza. Cuando terminó, él habló y su mano temblaba. “Este rezo sea para los compañeros perdidos y sea para pelear contra este desastroso neoliberalismo que está hundiendo el país. Estoy feliz de haber pasado este momento con ustedes”, dijo. 

El aplauso duró mucho. Capaz era yo, pero el frío se hizo más intenso.

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13.

Cuando Sandra y Rubén murieron el Consejo Escolar bajó la persiana metálica. Dejó de funcionar. Las actas administrativas que llegaban a las escuelas estaban firmadas por Sebastián Nasif pero él no aparecía. La ausencia del estado empujó a que se creara un comité de crisis. Se reunían directivos, representantes de los barrios, papás y mamás de alumnxs e integrantes de sindicatos y organizaciones sociales. Se discutían todos los problemas de infraestructura. Luz. Gas. Agua. Pozos. Filtraciones. Paredes. Techos. Derrumbe. 

En 2017 la gobernadora María Eugenia Vidal y el director general de Cultura y Educación, Gabriel Sanchez Zinny intervinieron el Consejo. Decidieron que una sola persona controlaría todas las áreas educativas. Esa intervención implicó que Vidal y Zinny estuvieran accesos a la situación del distrito. No podían desconocerla. Tenían sus ojos puestos en Moreno. Nasif también lo sabía. Antes del 2 de agosto recibió seis denuncias de la Escuela N° 49 por las pérdidas de gas. El 1 de agosto, Sandra se había quedado esperando después de clase. A las 17:30 fueron miembros del Consejo junto a un gasista, revisaron y se fueron. 

La causa está abierta y en condiciones de ser elevada a juicio oral. Lxs imputadxs son el ex interventor Nasif, el gasista, el secretario técnico del Consejo y algunos consejeros escolares. 

Mariana Cattaneo, secretaria general de Suteba Moreno contó: 

–Con el cambio de gobierno está todo detenido. Esperamos que para el año que viene la causa sea elevada. Queremos que también se juzguen a los responsables políticos. A Vidal, a Sánchez Zinny y al director de Consejos Escolares Marcelo Di Mario. 

En julio de 2019 iba a estrenarse en el cine Gaumont el documental “Escuela bomba, dolor y lucha en Moreno”,  dirigido por Juan Mascaró del grupo DOCA (Documentalistas de Argentina). El estreno estaba confirmado desde hacía meses. A diez días de las PASO fue bajado de cartel. Por orden del INCAA  no se reprogramó ninguna otra fecha. Los mismos funcionarios dijeron que querían priorizar las películas del instituto. En el Gaumont se suelen pasar películas que cuentan con subsidios propios. No hay ninguna normativa que no lo permita. El documental parecía incómodo en un contexto de elecciones. En la puerta del cine, la peli se proyectó igual. 

Nasif está inscripto para concursar como director en una escuela técnica de Moreno. “No hay una explicación” fueron las palabras de Sánchez Zinny cuando le preguntaron por esa reaparición.