Los cuatro policías de la Bonaerense que allanaron la casa de Darío Ávalos en Arturo Seguí, en las afueras de La Plata, no tenían orden judicial. Dijeron que habían visto al joven vendiendole drogas en la calle a una mujer y se metieron en la casa por la fuerza. Revisaron todo, le robaron más de mil pesos, le plantaron medio kilo de marihuana en el auto y se lo llevaron detenido. Después le pidieron plata a su madre para bajarle la imputación.

La mamá de Darío denunció la extorsión y la fiscal Virginia Bravo abrió una investigación. Bravo recordó que unos días antes, mientras estaba de turno, había tenido en sus manos un acta policial que le había llamado la atención. Según el documento, dos días antes del operativo en la casa de Darío, la policía había detenido en la calle a un hombre que estaba vendiéndole drogas a otros dos en la puerta de su casa. En esa causa, la fiscal había pedido un allanamiento que dio positivo y después envió el expediente a la Unidad Fiscal de Investigación 1, que lleva adelante las causas por estupefacientes en el departamento judicial de La Plata.

La fiscal cruzó los datos y descubrió que los policías que intervinieron en ese allanamiento eran los mismos a los que había denunciado la mamá de Darío por extorsión. El modus operandi también era igual: “Los policías falseaban los procedimientos. Decían que se topaban en la calle con un ‘pasamanos’ y entraban en las casas sin orden judicial”, contó a Cosecha Roja la fiscal Bravo. En los allanamientos truchos robaban dinero y objetos de valor, plantaban drogas, detenían a algunas personas y extorsionaban a sus familiares. “Los testigos de actuación eran convocados recién cuando estaba hecho el procedimiento. Los policías se cuidaban de no de no decirles a qué diligencia iban”, explicó la fiscal.

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El día que los policías llegaron a la casa de Darío, él no estaba. Los policías fueron recibidos por la mamá, la novia y otros dos familiares. Los agentes dijeron que era un operativo en una causa por drogas pero no les mostraron ninguna orden judicial.

A la novia de Darío la obligaron a subir a un Ford Escort de civil y le exigieron que los guiara hasta donde estaba el joven. Lo cruzaron cuando salía del gimnasio en su VW Gol, lo llevaron hasta la casa y revisaron todo. En una linterna sin pilas los policías tenían escondida la marihuana que le plantaron.

Como testigo del procedimiento habían traído a una mujer que vive a la vuelta de la casa y a la que en el barrio señalan como transa.

Mientras se llevaban detenido a Darío los policías le pidieron plata a la mamá para “favorecer” su situación judicial. Ella no alcanzó a pagarles porque una vecina ex policía intervino y habló con los agentes.

“La diligencia que culminara con la detención de Ávalos fue plasmada en un acta falsaria en la que se consigna el inicio del procedimiento a raíz de haber advertido una maniobra callejera de ‘pasamanos’ entre Ávalos y una vecina”, dice el expediente.

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Después de un año de investigación, la fiscal pidió la detención de cinco policías de la comisaría 12 de Villa Elisa. Fernando Pardo, Facundo Rodríguez y José Sosa quedaron detenidos. Rolando Morales y Jorge Porsella tienen pedido de captura y presentaron un pedido de eximición de prisión.

Los cinco policías están imputados y procesados por los delitos de abuso de autoridad, privación ilegal de la libertad agravada, allanamientos ilegal, tentativa de extorsión, hurto agravado por su condición de funcionario público y omisión de persecución de delitos y delincuentes.

Los investigadores creen que el comisario Cristian Demarco, en ese entonces a cargo de la comisaría de Villa Elisa, podría haber estado al tanto de los falsos operativos pero todavía no hay elementos para confirmarlo. El comisario estuvo al frente de la seccional hasta febrero de este año, cuando fue relevado por una investigación de Asuntos Internos.