En la esquina de Iriarte y Luna hay quioscos, ventas de comida y varios puestos en la vereda: frutas y verduras, estuches para celulares, accesorios. Todo velado por el humo espeso de los colectivos y los camiones. Barracas fue, dos siglos atrás, el refugio ideal de los estancieros antes de la fuga en bandada a causa de la fiebre amarilla. Pero ya nadie recuerda esa historia. Hasta hace poco, esta zona de Barracas era conocida por tener uno de los índices de asesinatos más altos de la ciudad. Hoy es uno de los siete barrios porteños donde el Ministerio ha implementado el operativo Cinturón Sur: un despliegue de 1.250 gendarmes y 1.250 prefectos que patrullan las calles reemplazando ala Policía Federal.En Barracas, cerca del Río deLa Plata, está ocupado porla Prefectura Naval.

Cerca de de Iriarte y Luna está el local de una organización social donde funciona un bachillerato popular. Las paredes están pintadas con dibujos del Che Guevara, y hay afiches donde se recuerdan nombres y asignaciones de tareas. En una sala del segundo piso, alrededor de una mesa muy grande, hay unos diez vecinos y militantes. Un señor cincuentón, canoso, con problemas en la vista; una mujer corpulenta de ojos muy vivos; señoras más pequeñas y retraídas, y varios jóvenes: un chico con gorrita de lana y una chica de pelo a lo garzón, responsables del área de juventud, y el referente político, que no supera los 30 años de edad. Interrumpen la asamblea y los vecinos hablan sobre la labor y el trato dela Prefectura Naval.

– En mi manzana, donde viven 250 familias, hicimos una votación –dice el cincuentón con problemas de visión-. Todos los vecinos votaron que Prefectura se quede.La Federal, ni en pedo la quieren. Yo vivo acá a tres cuadras.

Su brazo apunta hacia el norte, en dirección a La Boca, y no hacia la villa Zabaleta. Los prefectos andan, dice el hombre, día y noche. Llueva o truene.

– ¿Por qué la preferencia de la Prefectura sobre la Federal?

– Porque según ellos cambió el barrio. Está más tranquilo.

– ¿Y el trato del prefecto con el vecino cómo es?

– Es buenísimo. Al menos donde yo estoy es bueno. A veces comen un asadito y todo. Son gente de campo, del interior.

– Desde que empezó a transitar Prefectura hasta ahora –dice una mujer menuda, que está a su lado-, podés caminar tranquilamente, a las cinco o seis de la mañana salís. Anteriormente no salías. O salías y te robaban, te apretaban ahí en la esquina, sin importar que estuvieras embarazada, que tuvieras hijos, nada.

La mujer grande que se había mantenido callada interviene:

– Para mí, sacando los primeros meses, los tipos no hicieron mucho. En la villa, los transas siguen vendiendo.

La mujer vive dentro de la villa. Tiene un familiar adicto al paco. Casi todos, por experiencia personal o por una persona cercana, han padecido la pasta base.

En la villa 21-24 viven unas 45.000 personas. Es una de las más populosas de la ciudad. Muchos llegaron del norte hace unas décadas, sobre todo desde Santiago del Estero. Hoy la mayoría son paraguayos: hay quien arriesga que componen el 60% de la población. La mayoría trabajan de sol a sol. Pero es un territorio que cobija armas de todo calibre, donde los crímenes están a la orden del día y algunos clanes familiares se reparten la venta de drogas.

En la fiscalía descentralizada de Nueva Pompeya, con jurisdicción en la zona, llevan una estadística artesanal del delito. En los últimos cuatro años, 456 homicidios. En diciembre de 2007 trece homicidios, la cantidad que las fiscalías del centro de la ciudad tienen en todo un año. En un solo día de noviembre de 2010, tuvieron siete. Siete muertos en 24 horas.

Sin embargo, la tendencia disminuye. Entre enero y mayo de 2011 se denunciaron 26 asesinatos, mientras que en el mismo periodo de 2012 –ya desplegado el operativo Cinturón Sur- sólo se registraron 10.

– Yo no podría decir si esto es un milagro o por el Operativo Cinturón Sur –apuntan desde la fiscalía-. Lo que vemos muy obvio son menos hechos de violencia definitiva y más hechos de flagrancia. No quiere decir que haya más hechos, sino más detenidos.

Hace pocos días,la Ministrade Seguridad, Nilda Garré, dio las primeras cifras oficiales después de un año de operativo: en los barrios patrullados por prefectos y gendarmes, registraron una disminución del 50 % de robos a mano armada, el 60 % de robo de automotores y un 40% en los homicidios. “El más grave de los delitos”, remarcó la funcionaria.

En el “Bachi”, algunos vecinos y quienes militan en el barrio, afirman que los prefectos hacen una división tácita entre vecinos custodiados y sospechosos. Ese doble estándar se trasluce en los procederes: una de las mujeres cuenta cómo los marinos maltrataron a sus dos hermanos. Al menor, de 16 años, lo frenaron pisándole los pies cuando volvía de hacer compras porque no se detuvo ante la voz de alto. Al mayor, una noche en la que iba a bailar, le doblaron un dedo porque llevaba las uñas pintadas de negro y no tenía su documento. Nunca lo tuvo.