Laboratorio menonita

Cosecha Roja.-

Los menonitas llegaron desde Rusia a América. Primero a Paraguay, perseguidos por Stalin en los ‘30, y más tarde al resto de los países de la región, en calidad de refugiados. Mucho se dice de ellos: lo que más llama la atención es cómo viven su vida apartados del mundo, sin progresos técnicos, con ropas modestas, sin pedir ayuda ni molestar a nadie. Quizás por eso, a 50 kilómetros de Santa Cruz, Bolivia, la colonia Santa Rita resultó ideal para albergar un laboratorio de producción de cocaína.

El operativo fue realizado por la Unidad Móvil de Patrullaje Rural. Desde afuera, sólo se veía una granja de pollos detrás de la hacienda. Ésta resultó pertenecer a Abraham Froyser, a quien se busca, y que había sido expulsado de su colonia. La granja contenía un laboratorio con toda la tecnología necesaria para la cristalización del clorhidrato de cocaína: desde microondas, acetato y balanzas de precisión hasta una prensa hidráulica, selladores y un generador eléctrico. Además, contaban con un sector del laboratorio destinado al reciclaje de precursores químicos, que hacía que los narcos sólo tuvieran que entrarlos una vez a la hacienda. Toda esta tecnología permitía producir 200 kilos de cocaína en 48 horas, y su distribución en el espacio es típica de los narcos colombianos. Sin embargo, en el lugar sólo se halló un paquete de cocaína con una cabeza de caballo estampada: un sello de calidad que no permite saber a ciencia cierta quién montó el laboratorio.

Los detenidos fueron la hija de Abraham, Sara Froyser, y una pareja de treintañeros también miembros de la colonia. Seguramente se sentían seguros en la hacienda: de los ocho puestos de vigilancia con que ésta contaba, tres de ellos estaban emplazados en árboles de 25 metros desde los que se veían las cinco hectáreas del terreno. La reja que lo delimitaba, además, estaba electrificada. Dentro del laboratorio fueron encontrados cargadores de fusiles de asalto, escopetas y revólveres.