Por Cosecha Roja. – Al chico que iba subido a una bici playera amarilla se lo disputaban como si fuera la camiseta de Diego Armando en el 86. La lógica cumplía al menos de un lado: un Infante de la Metropolitana lo tironeaba de la muñeca izquierda. En la cara del chico había sorpresa porque el oficial lo había agarrado por la espalda. O tal vez porque del otro lado el que tironeaba era su perro, todavía atado a la correa, que todavía estaba atada al manubrio, y se resistía, con canina determinación, al arresto de su dueño.

Esa, como ninguna otra, fue la imagen que mejor representó el absurdo de la represión policial contra la asamblea de vecinos reunidos, por segundo día consecutivo, en Díaz Vélez y Marechal para decirle no a las rejas en el parque de su barrio.

Es imposible precisar cómo y porqué, pero volvieron los gases, volvieron las balas de goma. Sin distinción de ningún tipo. “No sabemos por qué empezó la represión policial, ya que no hubo provocación por parte de los manifestantes. Nos tomó por sorpresa”, dice Julieta Elgul, periodista de la TV Pública, que tampoco entiende cómo pero que igual se llevó dos balazos de goma en la cintura. “Cuando empezó a avanzar la infantería le pegó a todos, si hasta cayó un camarógrafo (Cristian D`Amico, de Canal 26). Yo sentí que me ardía la cintura y no vi qué había pasado”, agregó Elgul. Además de los heridos el accionar de la policía Metropolitana contra los vecinos y puesteros que se oponen al enrejamiento del Centenario arrojó el saldo de 3 detenidos y otra noche de disturbios en las inmediaciones del parque.Casi tan palpable como un Deja Vú, los vecinos del Parque Centenario, los asambleístas, los transeúntes ocasionales, los periodistas, todos, sufrieron el segundo día de represión de la Policía Metropolitana. La crónica de hoy, absurdamente, no se diferencia en casi nada a la de ayer. Los vecinos del Espacio-Asamblea de Parque Centenario No a las Rejas estaban trabajando en comisiones para resolver los pasos a seguir frente a las rejas, la represión, como un hecho consumado. Los vecinos estaban sentados sobre el asfalto hirviendo de de Díaz Vélez y Marechal. Como el primer día, dice Julieta, la policía Metropolitana aprovechó un hecho de lo más confuso para encender la chispa. Dice: “Estábamos trabajando cada cual en su comisión cuando apareció un tipo, que no conocía nadie, y empezó a provocar a la gente de la asamblea, a los vecinos, a la policía; no se salvó nadie. Ahí nomás se acercó un oficial y se lo llevó detenido. Me sorprendió ver como la Guardia de Infantería cruzó toooda la avenida. Empezaron a avanzar para sacarnos de la calle. Les pedimos por favor que se tranquilizaran, que estábamos en paz, organizándonos pero sin cometer ningún ilicito”. No los escucharon. La Infantería siguió avanzando hasta rodear a los vecinos.

El miedo de los vecinos, lo que comentan entre ellos, es que la verdadera intención es privatizar ese espacio público para beneficiar a empresas privadas que serían dueñas de concesiones como restoranes y otros comercios, conforme disposiciones aprobadas por la Legislatura local a fines de 2012.“Macri quería dar su mensaje: que tenía una fuerza de seguridad capaz de reprimir hasta periodistas y ancianos. Y quedó bien clarito, tanto que se vio en todos lados”, dice Julieta, que dice no tener dudas que lo de ayer fue planificado y que la intención era esa: “Reprimir ¿Qué más?”.

Desde mañana la asamblea organiza un festival en contra de las rejas en el Centenario y el viernes una marcha al Ministerio de Espacio Público porteño en rechazo a la medida y la arbitrariedad con la que se trató de imponer. Además de presentar un recurso de amparo con más de 13 mil firmas en el fuero contencioso administrativo y tributario de la ciudad.

En la madrugada de ayer el perro, la bicicleta playera amarilla y la madre del tironeado lo esperaban estoicos en la puerta de la comisaría. Ese fue el final para el absurdo que vino después de las rejas que, por ahora, cercan el Parque Centenario.

Fotos: Coperativa Sub y Sergio Santillán.

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