Cosecha Roja / Revista Semana.-

Los últimos minutos de Luis Andrés Colmenares, el crimen que tiene en vilo a los colombianos desde más de un año y medio, son una incógnita. El 30 octubre de 2010, el joven de 20 años, tez morena y 1.70 de estatura, se disfrazó de diablo para ir la fiesta de Halloween que con sus compañeros de la Universidad de Los Andes. Las personas que lo acompañaban dicen que enloqueció, salió corriendo y horas después apareció muerto.

Sus amigos dicen que lo vieron por última vez a las tres de la madrugada. El estudiante de ingeniería abandonó el bar “Penthouse”, en el norte de la ciudad, con la novia, Laura Moreno, y una amiga, Jessi Quintero. Estaban comiendo en un puesto de comidas rápidas. Minutos después, Luis Andrés desapareció en circunstancias confusas.

Horas más tarde, familiares y amigos comenzaron a repartir volantes en los lugares cercanos al sitio de la desaparición. Tal vez, pensaban, el joven estaba en otra fiesta o se había encontrado con un amigo. Pero hasta las nueve de la noche del 31 de octubre nadie había visto a Colmenares.

El cadáver apareció doce horas más tarde en un caudal de agua canalizada que atraviesa el parque El Virrey, cerca del bar. El cuerpo presentaba evidencias de un golpe fuerte en la frente. Las autoridades, basadas en las versiones de Laura Moreno y Jessy Quintero, concluyeron que el joven universitario se suicidó.

Luis Alonso Colmenares Daza, padre de la víctima, no estaba conforme con en el primer dictamen y contrató dos investigadores del Servicio de Investigación Criminal (SCI) y dos médicos forenses. Estas pesquisas revelaron que el cadáver de “Luigi”, como era conocido Luis Andrés, además del golpe en la cabeza, presentaba siete contusiones en el cráneo y sangre coagulada en varias partes del cuerpo.

Con las nuevas evidencias, los padres acudieron nuevamente ante las autoridades para que desarchivaran el caso. La investigación llegó a manos del fiscal 11, Luis González, quien inició los llamados a varios de los presuntos implicados.

Las primeras capturadas fueron Laura Milena Moreno Ramírez, novia de Luis Andrés, y Jessy Mercedes Quintero Moreno, compañera de la universidad. Las jóvenes, desde el pasado 8 de octubre de 2011, tienen prisión domiciliaria.

Laura y Jessy fueron imputadas de los cargos de homicidio agravado y falso testimonio en la muerte de Luis Andrés. Las jóvenes negaron su responsabilidad. Laura aseguró que era inocente y no aceptó los cargos.

A la investigación se vinculó una nueva pista. Carlos Cárdenas Gómez, un joven de 22 años, mantenía una relación amorosa paralela con Laura Moreno. Su nombre parecía una pieza clave para resolver el crimen.

“A mí todo el mundo me decía que no, pero en la misma declaración él (Carlos Cárdenas ) dice que estuvo en la fiesta, que vio a Gonzalo, el mejor amigo de mi hijo, y lo saludó”, dijo Oneida Escobar Gil, la madre de Colmenares.

La corrupción es otro ingrediente del caso. María del Pilar Gómez, abogada de la Defensoría del Pueblo, y Aydée Acevedo Santos, madre de Carlos Cárdenas, están acusadas de fraude procesal.

Una fuente de la Sijín Bogotá, que hizo efectiva una orden de captura, sostuvo que hay serios indicios de que estas mujeres estarían detrás de una serie de sobornos a funcionarios para que archivaran la investigación y limpiaran el nombre de Carlos Cárdenas.

El caso sobre la muerte de Luis Andrés Colmenares presenta -casi diecinueve meses después de ocurrido- más incógnitas que respuestas.

Reproducimos una entrevista hecha por María Jimena Duzán y publicada en la revista Semana, a Jaime Granados y Jaime Lombana, defensor de Laura Moreno y apoderado de la familia de Luis Andrés Colmenares.

 

María Jimena Duzán: Doctor Lombana, ¿por qué se metió a defender a los padres de Luis Andrés Colmenares?

Jaime Lombana: A mí me llegó la madre de Luis Andrés llorando, atacada, con su esposo, diciéndome que aquí había una gran farsa y que estaban enfrentados a un gran poderío económico. Mire María Jimena: yo también tengo un hijo y me puse en su puesto.

M.J.D.: Doctor Granados, ¿por qué decidió defender a Laura Moreno, acusada de haber participado en el homicidio de Colmenares?

Jaime Granados: Mire, cuando yo tomé este caso ya habían salido entrevistas con el padre de la víctima, con el fiscal del caso, y Laura Moreno estaba prácticamente condenada ante la opinión pública. Lo único que yo aspiro es a que esta niña tenga el derecho a un juicio justo. No más.

J.L.: El doctor Granados insinúa que yo sí llamo a los medios pero que él no, y eso no es cierto. A una gran periodista como lo es Cecilia Orozco él le dio la entrevista de Laura Moreno en El Espectador en la que ella cuenta su versión y yo no protesté. No soy yo el que vivo buscando la prensa, doctor Granados.

J.G.: Quiero aclararle algo a Jaime. Yo sí escogí el nombre del periodista para darle la entrevista de Laura Moreno, pero le cuento que para ese momento me habían llamado todos los medios del país.

M.J.D.: Corre el rumor de que fue usted, doctor Lombana, el que filtró la foto de la víctima a los medios.

J.L.: ¡Noooo! Si yo fui el primero en protestar cuando me llamaron de Caracol a decirme que la iban a sacar. Además, esa foto salió sin el consentimiento de su madre, que está destrozada. Tenga la seguridad de que quien la filtró no fui yo. Ahora le soy franco: yo esperaba convencer a doña Oneida en el momento del juicio, pero no ahora. Y le digo otra cosa: quería que salieran en un medio impreso, más específicamente, en El Tiempo. Sacarla ahora no me servía de nada.

M.J.D.: ¿Usted le cree, doctor Granados?

J.G.: Pues a la gente hay que creerle, y si el doctor Lombana lo dice, así debe ser. Pero sin duda, la aparición de esa foto a quien más afecta es a mi defendida, porque el contexto en que ha salido vuelve a insinuar que lo que hubo fue un asesinato.

J.L.: Mire María Jimena, yo por el doctor Granados tengo respeto no solo profesional sino académico. Pero desde ese lado han urdido historias ofensivas para la familia de la víctima que no son verdad y que han aparecido en los medios. Han dicho de manera infame que el papá del estudiante cobró una póliza millonaria en dólares. Fuimos a investigar y pues sí, Luis Andrés cada año ahorraba una plata cuando sus papás lo enviaban a la universidad americana. Pero la póliza era de 8.000 dólares. Yo no puedo decir que esas historias falsas provengan de Laura Moreno ni de Jaime Granados, pero que salen, salen.

J.G.: Lo que ha habido desde nuestro lado es un profundo respeto por la familia. Estamos ante una tragedia: Luis Andrés Colmenares está muerto.

J.L.: ¡Lo asesinaron!, doctor Granados.

J.G.: En el juicio lo veremos. Pero yo creo que fue una muerte accidental. Él cayó en el caño. No fue ni suicidio, ni homicidio. Pero hay algo importante, Jaime, que deberíamos discutir con la altura académica que los dos tenemos. Hay un artículo del Código de Procedimiento Penal, el 149, que en su inciso final dice, justamente hablando de la publicidad de las audiencias, que está prohibido tratar a las personas indiciadas, imputadas o acusadas como culpables, hasta que no medie una sentencia. Y uno no puede salir a los medios de comunicación señalando a alguien como culpable sin que haya sido juzgado, porque de lo contrario la presunción de inocencia se acaba. Hoy tú estás con la víctima y yo con la defensa, mañana será al revés, pero los principios tienen que ser los mismos. Hay que respetar la presunción de inocencia.

J.L.: A Luis Andrés lo matan, lo asesinan y edifican la tesis de que fue un suicidio. Y así lo entierran. Durante varios meses todo el mundo, salvo la mamá y el papá, se quedaron con esa tesis. Y créame algo: cuando yo digo que a Luis Andrés lo mataron es porque tenemos las pruebas para afirmarlo. Tengo la convicción de que Laura y su amiga Jessy vieron quién fue el que asesinó a Luis Andrés porque lo que dicen que sucedió no sucedió.

J.G.: Laura ha dicho la verdad. Laura rindió cuatro entrevistas y una declaración juramentada y en ninguna de esas veces mencionó la palabra suicidio. La hipótesis del suicidio la sacó el jefe de prensa del alcalde menor de Chapinero. Lo que dijo Laura era que Luis Andrés Colmenares había tomado y que accidentalmente se había caído en el caño. De hecho, ella pensó que esa caída no había producido un desenlace fatal y que él había salido del caño.

J.L.: Usted dice que ella no habló de suicidio, pero sí lo hizo. Toda su versión es que él sale como un loquito y se lanza al caño. Ella dice, incluso, que lo último que vio fueron “sus piececitos cuando se lanzó al caño”. Claro que ella habló de suicidio, sin mencionar la palabra. No me cabe la menor duda.

M.J.D.: Este caso se ha dado más en los medios que en los tribunales. ¿Cómo hacen para diferenciar el show mediático de la verdad judicial?

J.G.: Lo ideal en un proceso penal es que se debata en los medios a partir de la etapa del juicio. Pero le confieso que a los abogados no los entrenan para enfrentar el tema de la prensa. Eso no se lo enseñan a uno en la universidad.

M.J.D.: No se los enseñaron, pero ustedes han ido aprendiendo rapidito la forma de manipularlos en beneficio de sus clientes.

J.L.: Yo no manipulo a los medios. Ningún abogado es capaz de manipular a los medios. Pero con este amistoso café que me brinda, tengo que decirle que lo que acaba de decir Jaime Granados es de una inmensa hipocresía. Decir que los medios le han hecho a este caso un gran daño no es cierto. Él y yo sabemos que en un caso como estos los medios son necesarios y que los dos hemos filtrado documentos a los medios toda la vida. ¡No me venga con cuentos!

J.G.: ¿Qué es lo que se llama filtrar documentos? Hay documentos que no tienen ninguna reserva. Por ejemplo, las fotos que se filtraron de la víctima, bajo la Ley 906, no tienen reserva. En cambio, bajo la Ley 600, como ocurre en el caso del video de Sigifredo, sí tienen reserva. Cuando Jaime dice que filtramos documentos, yo digo que solo entrego información a los periodistas que no esté cubierta por la reserva.

J.L.: Eso no es verdad y usted lo sabe. Ayer hablé con tres periodistas y los tres estaban bravos con usted. Les pregunté por qué y ellos me dijeron que era porque le prometía al uno y al otro y al final le había dado la información al otro. La diferencia conmigo es que yo no prometo sino que se los doy. Abogado que no filtre no existe.

J.G.: Hay una cosa que no he dicho hasta ahora y que puede ser una chiva. No hay siete fracturas, hay 22. Y lo vamos a probar. Y eso va a probar la teoría de la defensa.

J.L.: La teoría de ellos va a ser que el golpe fue de tal magnitud que la cara se desmoronó. ¿Qué tal la estupidez?

M.J.D.: Los veo presos de la justicia mediática que ustedes mismos montaron.

J.L.: No, yo creo que lo que está sucediendo tiene que ver con los hechos. A mí este caso me parece ejemplar para la sociedad. Cuando uno entra a la audiencia uno ve estudiantes y delincuentes con miradas intimidantes. Lo cierto es que el único muerto es Luis Andrés, por ahora. Hay una persona que a mí me atemoriza en su equipo y que evidentemente no es Jaime Granados.

M.J.D.: Caramba, ¿y será que así van a poder seguir siendo los abogados del expresidente Uribe?

J.G.: Hay que distinguir los roles. No volver personal lo que no es. Yo sí personalmente me sentí ofendido por lo que dijiste ese día en la audiencia, Jaime. Decir que yo pido excusas en privado para hacer cochinadas en público, es un ataque personal y muy indelicado. Es cierto que luego tuvimos una reconciliación privada por un gesto tuyo en el matrimonio de Jerónimo Uribe, cosa que te agradezco. Pero se te fueron las luces. Acéptalo.

J.L.: No lo acepto. Ese es mi estilo y mi manera de ser. En cambio, el doctor Granados va suavecito diciéndole a uno que es un desleal y un tramposo como lo ha dicho.

M.J.D.: ¿Es cierto que Perry Mason era el único abogado penalista que defendía inocentes?

J.L.: Perry Mason y yo. Yo no he defendido ni a un narcotraficante ni a un terrorista en temas de derechos humanos. Jamás me he metido en eso.

J.G.: Yo tengo otra perspectiva. No defiendo ni secuestradores, ni violadores, ni narcotraficantes, pero creo que a cualquier persona que se le impute un delito, por más infame que sea, si yo creo que es inocente, yo lo defiendo. Así de sencillo. Ahora, qué es lo que hago con mis clientes: les pongo un polígrafo. Soy de los pocos abogados que lo hace. Y me ha servido mucho.

J.L.: Eso sí nos separa a los dos. Yo no uso nada de eso. Es un cuento ridículo.

M.J.D.: ¿Y lo usó antes de convertirse en el abogado de los Nule?

J.L.: ¿Ahora el doctor Granados nos va a decir que ellos pasaron el polígrafo? Estoy seguro de que su poligrafista le puso plastilina a la aguja para que no se moviera. Esa es una prueba que no es aceptada en Colombia.

J.G.: No se utiliza para todos los casos. Y en ese caso no lo utilicé.

M.J.D.: ¿Ustedes llevan casos de gente que no crean que es inocente?

J.G.: De hecho, yo nunca he llevado un caso en que mi cliente se haya declarado culpable.

M.J.D.: ¿Por qué veo en su cara, doctor Lombana, una señal de desconcierto?

J.L.: Es que prefiero decir que no entiendo lo que dijo para no tener que reírme de esas mentiras.