Ciberactivismo en el movimiento feminista: de las redes a las calles

En el libro “¿Alguien quiere pensar en las redes? La importancia de las redes sociales en política”, la periodista y docente Malena Dip dedica un capítulo a analizar tres momentos fundamentales en la historia digital del feminismo: #NiUnaMenos, #AbortoLegalSeguroYGratuito y #NiñasNoMadres. Te lo compartimos acá.

Ciberactivismo en el movimiento feminista: de las redes a las calles

Por Cosecha Roja
14/12/2020

Ciberactivismo feminista (capítulo 9 del libro “¿Alguien quiere pensar en las redes?”, de Malena Dip. La Crujía 2020).

En esta nueva edición, otro tema que no podía faltar es el movimiento feminista en redes sociales. Para este capítulo la invité a escribir a Marina Acosta (a quien ya mencioné en este libro), recuerdo que la escuché en una charla y quedé encantada por cómo transmitía y enseñaba sobre comunicación política. A partir de ahí, nos conocimos y siempre quisimos escribir juntas, gracias a esta nueva edición lo pudimos hacer.

Las formas comunicacionales del feminismo se están transformando. Las plataformas digitales posibilitan a los actores sociales nuevos espacios de manifestación pública y se convierten, en muchos casos, en epicentro de protestas y demandas.

Un conjunto de acontecimientos que tienen a las mujeres como protagonistas muestran que las redes sociales empiezan a constituirse como ámbitos que propician el desarrollo de fenómenos de ciberactivismo y tecnopolítica: “Estas plataformas están jugando un papel muy importante en todas las discusiones cotidianas, están cambiando también la forma en que se comunica políticamente y transforman el activismo”, comentó Mercedes D´Alessandro, doctora en Economía en una nota publicada en La Nación (Fernández Irusta, 2016). Agregó: “Las redes sociales permiten que gente que quizás no se sintió representada en un partido o agrupación política pueda participar espontáneamente, de modo intermitente, compartir una causa, pero no otra. Se puede teletransportar a su espacio de ‘militancia’ virtual con un solo clic. Pero para que su acción no caduque, ese participante necesita después un espacio de pertenencia, elaboración, discusión… Ahí aparece la necesidad de la militancia o la política más old school”. En esta reconfiguración de las dimensiones discursivas de la esfera pública, producida por la aparición de las nuevas tecnologías, surgió una nueva forma de protesta política definida como ciberactivismo.

Ciberactivismo y tecnopolítica

La literatura se ha focalizado en las formas de comunicación que utilizan las protestas sociales en red (Alcazan et al., 2012; Castells, 2012; Cruells e Ibarra, 2013; Gerbaudo, 2012; 2016; Sádaba, 2012; Sorj y Fausto, 2016; Treré y Barranquero, 2013). El avance del feminismo ha llevado también a indagar en las posibilidades que ofrecen las plataformas digitales para el movimiento (Acosta, 2018a; 2018b; Arias Rodríguez, 2017; Cook y Hasmath, 2014; Fotopoulou, 2014; Gago, 2019; Molpeceres y Filardo en este volumen; Núñez Puente y Fernández Romero, 2017; Sádaba y Barranquero, 2019; Tarullo y García).

¿Qué es el ciberactivismo? No existe una sola definición, pero se puede decir que las tecnologías de información y comunicación (TIC), en especial Internet y las redes sociales, han inaugurado nuevas formas de activismo, constituyéndose el ciberactivismo como una expresión de movilización y acción política, como ya mencioné al comienzo de este libro, sucedió en el año 2010 en el mundo árabe, a la cual le siguieron varias movilizaciones a nivel mundial que dieron por “inaugurada” el ciberactivismo: en 2011 tuvieron lugar el movimiento de los indignados (rebelión española) del 15M y el movimiento Occupy Wall Street en los Estados Unidos. En 2012 surge #YoSoy132 en México (por la libertad de expresión y en oposición al entonces candidato presidencial Peña Nieto). En 2013 las protestas en Brasil, en 2014 en Venezuela protagonizada por estudiantes, y las protestas de Hong Kong la famosa “revolución de los paraguas”. Estas y otras movilizaciones no solo tomaron fuerza en el mundo digital, sino que también se expresaron en las calles. 

Para el activismo, el espacio digital se presenta como una nueva vía de participación donde se pueden debatir las distintas problemáticas que afectan a los sistemas sociales. En efecto, el uso de la tecnología con fines políticos permitió el surgimiento de movimientos en línea: ecologistas, pacifistas, religiosos, sindicales, feministas y defensores de derechos civiles (Cohen & Rai, 2000). Es que los actores sociales recurren a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la comunicación para amplificar las bases de sustento de su protesta (Cammaerts, 2012; Cammaerts et al., 2013; Casero-Ripollés, 2015; Castells, 2009; 2012; Welp, 2015).

Se trata de un nuevo escenario que deja atrás el momento reactivo frente a las plataformas digitales para ingresar a un período propositivo que las ve como lugares donde también puede desarrollarse la actividad política (Cammaerts et al., 2013; Sádaba, 2012). En sintonía con esa idea, la apropiación que los/ las usuarios/as hacen de las tecnologías de la información y la comunicación las convierte en tecnologías del aprendizaje y el conocimiento al tiempo que proporcionan empoderamiento (Reig, 2012).

David De Ugarte (Diario Época, 2007), economista español, define el ciberactivismo como una estrategia para formar coaliciones temporales de personas que, utilizando herramientas de esa red, generen la masa crítica suficiente de información y debate para que ese debate trascienda la blogesfera y salga a la calle o se modifique de forma perceptible el comportamiento de un número amplio de personas. Herramientas descentralizadas o incluso centralizadas, como Facebook y otros servicios mal llamados “redes sociales”, pueden difundir una movilización que exprese adhesión, malestar o rechazo, pero no impulsar una deliberación capaz de impulsar nuevos consensos sociales.

Mientras que David Caldevilla, doctor en Ciencia de la Información, describe que el ciberactivismo no es, como comúnmente se piensa, una técnica, sino una estrategia. El ciberactivismo se produce cuando existen publicaciones en la Red (en un blog o en un foro) cuya finalidad es que las personas que lo leen avisen a otras por medio de hipervínculos en sus propios blogs, recomendándoles la lectura por otros medios y también cuando enviamos un e-mail o un mensaje de texto a otras personas con la esperanza de que se difunda a través de su lista de contactos. Por eso, el ciberactivismo se da en numerosas circunstancias, muchas de ellas sin intención, y es una herramienta que se prevé que será útil y frecuente en las futuras campañas electorales de la mayoría de los partidos políticos (Caldevilla, 2009).

Por su naturaleza, las redes digitales siempre están abiertas y constituyen una nueva vía de participación ciudadana que, a su vez, cobra un nuevo valor en términos de activismo y deliberación sobre los asuntos públicos (del Campo García y Resina de la Fuente, 2010; Sampedro y Resina de la Fuente, 2010; Resina de la Fuente, 2010).

Las tecnologías digitales de la autocomunicación de masas (Castells, 2009) proporcionan a 

la acción colectiva un poderoso canal que permite, por un lado, la difusión y persuasión de sus acciones y, por otro, la conformación de su identidad pública y colectiva (Diez y Laraña, 2017: 109). De allí que las organizaciones cuyo propósito sea generar cambios de actitudes y comportamientos vean a las plataformas digitales como espacios de comunicación (Sádaba y Barranquero, 2019).

Ya entendiendo qué significa ciberactivismo, en este capítulo con Marina nos interesa trabajar e investigar tres hashtag: #NiUnaMenos, #AbortoLegalSeguroYGratuito y #NiñasNoMadres.

Casos

Los casos que repasamos a continuación representan ejemplos paradigmáticos de multitudes vigilantes que se organizan y desarrollan al calor de las posibilidades que ofrece la sociedad red y obligan, muchas veces, al Estado y sus instituciones a atender las cuestiones reclamadas.

978-987-601-266-9

#NiunaMenos en la Argentina

El femicidio de Chiara Páez, en mayo de 2015, fue el puntapié inicial para que un grupo de periodistas mujeres lanzaran través del #NiUnaMenos una convocatoria a la plaza ubicada frente al Congreso de la Nación para pedir el cese de hostilidades hacia el género. El #NiUnaMenos representa un parteaguas en la lucha feminista. Todo comenzó en Twitter. El nacimiento de las indignadas argentinas, en 2015, significó la aparición de un nuevo actor en defensa de los derechos de las mujeres. El movimiento se unía al concierto de los movimientos sociales que desde las plataformas digitales irrumpían en el espacio público. Por cierto, el fenómeno que se dio en nuestro país presenta similitudes con otros movimientos que se activaron en el mundo tales como #MeToo (una campaña estadounidense por los derechos de la mujer) y #TimesUp (campaña contra el acoso sexual en la industria cinematográfica).

Como había ocurrido en otras latitudes, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) permitieron la amplificación del mensaje del #NiUnaMenos. El 3 de junio de 2015 se registró —no solo en la ciudad de Buenos Aires, sino en los principales distritos del país— una movilización masiva y sin precedentes de alrededor de 300 mil personas.

Como dice Bárbara Bravi, politóloga y miembro de Red de politólogas: “El colectivo feminista no nació el año pasado, ni el anterior, viene de muchos años. Antes había una desarticulación y ahora, con las nuevas tecnologías, hay una articulación que permite que estos colectivos tomen mayor visibilidad. Y esta reacción se generó porque están vulnerados los derechos básicos como el derecho a la vida a la libertad”. 

El estudio científico de los movimientos sociales es vital para entender no solo el nuevo paradigma de la comunicación social, sino, además, para comprender los procesos de cambio político, que van más allá de las insuficientes explicaciones que la ciencia política tradicional pueda dar. La novedad y complejidad del fenómeno de la acción colectiva requiere, como advierte Manuel Castells (2012), una innovación pluridisciplinar que permita seguir la dinámica de redes características de estos movimientos. 

El movimiento que surgió en la Argentina guarda estrecha articulación con otros movimientos que se activaron en el mundo, tales como #MeToo una (campaña estadounidense por los derechos de la mujer) y #TimesUp (campaña contra el acoso sexual en la industria cinematográfica). Es evidente como los movimientos sociales recurren a los medios digitales como una herramienta más de la acción colectiva.

Cabe destacar que a pesar de las particularidades de cada caso, lo cierto es que en todos los movimientos sociales se repite un modelo que se caracteriza por cinco rasgos centrales: 

Se inician en Internet y se difunden por redes móviles.

Se convierten en movimientos visibles para la sociedad a través del espacio urbano.

Surgen al margen de los canales tradicionales de los partidos políticos y sindicatos y desafían la autoridad estatal.

Su masa crítica incide en las instituciones de representación y obtienen ciertas victorias reivindicativas.

Son movimientos en red, sin centro formalizado, basado en redes multimodales múltiples y cambiantes (Castells, 2015).

Como planteamos en el inicio de este caso, en los primeros días de mayo de 2015, la opinión pública argentina se conmovió por un nuevo caso de femicidio. Una joven de catorce años, Chiara Páez, embarazada aparecía enterrada en el patio de la casa de su novio. La Justicia había determinado que antes de matarla, le habían querido practicar un aborto. Marcela Ojeda, una reconocida cronista de amplia trayectoria en la radio, escribió el 11 de mayo de ese año en su cuenta de Twitter @Marcelitaojeda: “Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales… mujeres, todas, bah.. no vamos a levantar la voz? NOS ESTÁN MATANDO”.

La reflexión de la periodista encontró respuesta y se convirtió en el disparador de un verdadero fenómeno de organización bajo el hashtag #NiUnaMenos. Con el correr de las horas, los tuits se fueron multiplicando entre varias periodistas, escritoras y militantes: @soyingridbeck (Ingrid Beck), @solevallejos (SoledadVallejos), @claudiapinieiro (Claudia Piñeiro), @mercedesfunes (Mercedes Funes), @fetcheves (Florencia Etcheves), @gabrielagrosso (Gabriela Grosso), @hindelita (Hinde Pomeraniec). Surgió entonces una consigna “basta de femicidios” y la propuesta de una manifestación para el 3 de junio de ese año. De pronto, como había ocurrido en otros lugares, Twitter se convertía en un espacio donde un grupo de mujeres se organizaban para hablar públicamente de un tema preocupante para la sociedad argentina. El #NiUnaMenos activaba un gran acto de habla colectivo; cabe recordar que el hashtag fue durante varios días trending topic. Las organizadoras llevaron adelante algunas estrategias interesantes para amplificar la propuesta. Por caso, empezaron a arrobar a figuras públicas con muchos seguidores y a pedirles fotos con el cartel del #NiUnaMenos y la convocatoria a la plaza. La viralización del mensaje sorprendió a las propias organizadoras: “No nos imaginamos este nivel de convocatoria, nos superó completamente, está ya fuera de nuestro alcance. Lo que sí estamos consensuando es un documento para leer en el acto del 3 de junio, y exigir a partir de ahí que haya políticas públicas en relación con los femicidios” (Ingrid Beck).

Entre los distintos apoyos que se recibían aparecieron también los de la clase política. Se produjo un breve debate entre las organizadoras que pronto llegaron a una conclusión: “Yo creo que cuando vos llamás a una consigna de esta naturaleza, lo importante es que vaya todo el mundo y se banquen las consecuencias, hay políticos que se sacan la foto y después se tienen que bancar convertirse en un meme, es un problema de ellos. Además, ya que estamos en un año electoral, que haya un compromiso abierto a que éste sea un tema de campaña” comentó Hinde Pomeraniec. El apoyo de los políticos a la movilización no fue aleatorio. Incluso podría caracterizarse de oportunista puesto que hasta entonces casi no se habían escuchado pronunciamientos contundentes de la clase política sobre la problemática. El tema había “estallado” en el medio de la campaña electoral de 2015 para las elecciones provinciales y nacionales. Por lo que las organizadoras reconocían que los partidos políticos tenían necesariamente que “hacerse eco” del reclamo: “Se estaba interpelando a los candidatos y comprometiéndolos con la problemática.

“Logramos que la violencia machista fuera tema de campaña” dijo Marcela Ojeda. Por ello, las organizadoras idearon la propuesta #DelaFotoALaFirma donde se comprometía a los candidatos a que incluyeran el tema en sus plataformas electorales.

El impacto en la agenda política

En el contexto de la campaña electoral por las presidenciales de 2015 y para que los apoyos de los políticos no se quedarán en meros tuits y retuits, desde la cuenta de Twitter @NiUnaMenos se hizo un pedido a las quince fórmulas que participaban de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) para que dieran a conocer sus programas para combatir la violencia machista y se comprometieran públicamente con la firma de un documento de cinco puntos.

Casi todos los precandidatos accedieron al compromiso. Sin embargo, un análisis por las plataformas electorales de los más votados permite realizar algunas lecturas interesantes que demuestran el poco interés o la indiferencia de los políticos hacia el tema. Valga aclarar que nos parece importante revisar las declaraciones programáticas porque siguen siendo elementos sustanciales para abordar la relación entre representantes y representados.

Ni en las propuestas del candidato de la coalición Cambiemos, Mauricio Macri (quien obtuvo el segundo puesto en la primera vuelta electoral y se consagró luego como presidente en el ballotage) ni en las de Sergio Massa, de Unidos por una Nueva Argentina (UNA), fue posible encontrar alusiones al tema. Si bien en la plataforma del candidato, Daniel Scioli, del Frente para la Victoria (FpV), había explicitaciones a la Ley 26.485 y la incorporación de la figura del femicidio en el Código Penal como un tipo agravado de homicidio, nada se dice sobre las políticas públicas que se implementarían en caso de ser gobierno.

Las plataformas electorales que presentaron propuestas concretas fueron las de Margarita Stolbizer, del Frente Progresistas, y la de Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda, y de los Trabajadores (FIT). En el punto 3.2 Derechos Humanos de la declaración programática del Frente Progresista se lee: “Declararemos la Emergencia Nacional por la violencia de género. Pretendemos el cumplimiento efectivo de la Ley 26.485, sancionada en 2009, de protección integral para prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra las mujeres”. En el punto 20 de la del FIT: “Basta de femicidios. Ni una menos. Por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir (…) Por plena libertad para todas y todos de ejercer la elección de su sexualidad. Contra toda forma de opresión sexual (…)”. Aun cuando sabemos que las plataformas electorales no representan una fuente de información importante para una gran parte del electorado, lo cierto es que constituyen documentos relevantes en los regímenes democráticos. En ellas pueden rastrearse los posicionamientos de los partidos políticos respecto de ciertos temas. Que buena parte de los candidatos aquí analizados no hayan incluido en sus programas a la problemática y que, en cambio, se hayan hecho eco de las propuestas del #NiUnaMenos sólo en las redes sociales revela pues un claro oportunismo electoral.

El hashtag #NiUnaMenos fue cobrando importancia a medida que se acercaba la movilización a la Plaza de los dos Congresos. En los días 2, 3 y 4 de junio de 2015, hubo un total de 13.101 mensajes en Twitter. Durante 2015, ese hashtag estuvo acompañado del hashtag #BastaDeFemicidios. Además, como hemos dado cuenta, la iniciativa dirigida a los políticos se difundió con el hashtag #DeLaFotoALaFirma. Durante buena parte del 3 de junio, el #NiUnaMenos fue trending topic #1 en Twitter Argentina, y en algunos momentos llegó a ser también número uno a nivel mundial. Participaron 1,3 millones de personas a un promedio de 400 posteos por minuto. Sobre el total de posteos: 

Un 47% respaldaba abiertamente la convocatoria haciendo referencia a “apoyos hacia la marcha”, “mensajes de igualdad entre géneros” y “críticas a las conductas misóginas y machistas”.

Un 49% apuntaba a reproducir notas periodísticas sobre la movilización o casos de violencia de género.

Sólo un 4% de las intervenciones fueron por la negativa y en contra de la jornada.

Se trató de un hecho inédito en la historia de Twitter en español pues fue la primera vez que una temática del movimiento de mujeres y feminismo lideró las tendencias de la conversación nacional y luego mundial (Laudano, 2017).

Como ya mencionamos, el #NiUnaMenos llevó la problemática de la violencia doméstica a la agenda pública. A continuación, enumeramos los principales logros del movimiento surgido al calor de los microsistemas digitales. Casi todos ellos se dieron durante el mismo mes (junio) de realizada la movilización:

El Gobierno nacional oficializó la Unidad de Registro, Sistematización y Seguimiento de Femicidios y de Homicidios Agravados por el Género, una dependencia de la Secretaría de Derechos Humanos que busca prevenir esos delitos y brindar pautas para optimizar las políticas públicas.

La Corte Suprema de la Nación convocó a las autoridades de las cortes de todas las provincias y a las cámaras federales para trabajar en la confección del Registro de Femicidios de la justicia argentina.

La procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, creó la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM). El objetivo: potenciar las estrategias de investigación y persecución de los delitos relacionados con la violencia de género y trabajar sobre los modos en que sus distintas manifestaciones afectan a otros grupos en situación de vulnerabilidad por su orientación sexual e identidad de género.

Los Gobiernos de varias provincias del país anunciaron la creación de nuevas herramientas preventivas y de asistencia (como refugios para las mujeres en situación de riesgo) y la creación de juzgados exclusivo para casos de violencia de género.

El Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires (UBA) aprobó un “Protocolo de intervención institucional ante denuncias por violencia de género, acoso sexual y discriminación de género”. 

El procedimiento rige para las relaciones laborales y/o educativas que se desarrollen en el marco de cualquier dependencia de la UBA.

El #NiUnaMenos logró visibilizar un tema preocupante para la sociedad argentina y definió una agenda de demandas por cambios institucionales y culturales tendientes a revertir el maltrato cotidiano al que muchas mujeres están sometidas. Catalizó, en este sentido, la preocupación y el hastío de la sociedad frente a la violencia machista. Como señala la socióloga Dora Barrancos, gracias a él se produjo una ruptura en mujeres que hasta entonces no estaban interpeladas por el feminismo. Incluso la novedad de este movimiento también estuvo dada porque fue capaz de activar un conjunto de frames para explicar la lucha de las mujeres para avanzar en la conquista de derechos.

En rigor, las redes sociales permitieron: 

Amplificar el mensaje pues lo que comenzó siendo una conversación virtual de un grupo de mujeres preocupadas por la creciente violencia machista se convirtió en una inmensa red de comunicación que trascendió las fronteras domésticas.

Definir un nuevo espacio de crítica social. Si bien los noticieros de televisión y la prensa gráfica se hacían eco, en sus agendas, de ciertas demandas de algunas organizaciones no gubernamentales especializadas, lo cierto es que Twitter se convirtió en el principal espacio de discusión masiva del tema.

La creación de un acto de habla colectivo y su dimensión performativa para construir acontecimientos y marcos cognitivos.

Elevó el piso de la discusión sobre el problema de la violencia de género.

Este último punto ha llevado, por ejemplo, a que en la Argentina por estos días se esté debatiendo sobre un tema históricamente postergado: el aborto. 

El camino, allanado por los movimientos feministas, será sin embargo largo y difícil. No conviene pasar por alto el fenómeno de los hashtag de género que explotan a lo largo y ancho del mundo. En los primeros meses de 2018, Twitter ha reconocido que se ha producido un incremento del 50% en la conversación relacionada con los derechos de las mujeres. Por caso, #MeToo, #TimesUp, #HeforShe, #FeminismoEnRed y #Cuéntalo son sólo algunos ejemplos que nos muestran que el tema ya forma parte del ecosistema digital y de la agenda pública global.

Estamos ante la presencia de nuevos instrumentos de participación cívica, de nuevas formas estratégicas de comunicación y organización colectiva mediadas por la tecnopolítica. 

En este sentido, en el plano epistemológico, el reto para la disciplina es enorme pues se trata de pensar un nuevo modelo de análisis interdisciplinar que pueda dar cuenta de las múltiples dimensiones y dinámicas de un objeto de estudio en permanente construcción.

Vale remarcar que la fuerza de este colectivo feminista fue tan grande y tan masivo que se tradujo en dos leyes fundamentales para la sociedad y que nacieron de dos terribles femicidios: Ley Micaela y Ley Brisa.

La primera tiene como objetivo la capacitación en los tres poderes del Estado en materia de violencia de género y la segunda otorga una reparación económica para hijas e hijos víctimas de femicidios, equivalente a una jubilación mínima y una cobertura integral de salud hasta los 21 años.

Lo que sigue es personal, creo que sin este movimiento digital de #NiUnaMenos que luego se transformó en leyes, en mujeres saliendo a la calle, en mujeres que no se callan más, que logró que un tema que nadie se animaba hablar llegase también al debate presidencial, que se creara el Ministerio de la Mujer o, por ejemplo, que en recitales hubiera igualdad de cantantes mujeres que de hombres. Es decir, la construcción política que disparó un tuit, que haya sido el puntapié inicial para todo este cambio cultural hace que este movimiento como dice Marcela Ojeda no tenga dueño y sea de todas y todos.


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#AbortoLegalSeguroYGratuito

Durante 2018 la democracia argentina asistió al debate sobre el aborto, hasta entonces postergado. El espacio público argentino experimentó un nuevo fenómeno de opinión pública discursiva; es decir, un proceso de conversación social mediante el cual los actores sociales asimilan, interpretan y dan sentido a la información y las experiencias que surgen en el espacio público (Acosta, 2020). Fue un año histórico en el Congreso de la Nación, y en este fenómeno de opinión pública las redes sociales volvieron a ser protagonistas. 

En rigor, el debate formal sobre el tema se dio en el Congreso de la Nación, pero la autocomunicación de masas (donde los individuos generan su propio sistema de comunicación y se convierten en productores y destinatarios de los mensajes que circulan en las redes eludiendo a los medios tradicionales) se convirtió en el centro de esa discusión histórica en tanto propició un potente fenómeno de democracia deliberativa.

Un dato que no debe soslayarse es el novedoso protagonismo que tuvieron las alumnas de los colegios secundarios durante todo el proceso de discusión parlamentaria. La participación de esos sectores de la población en las audiencias públicas de la Cámara de Diputados y en las multitudinarias movilizaciones que se realizaron en Buenos Aires y en las principales ciudades del país fue destacable e inédita (Acosta, 2020). El germen del activismo de las nuevas generaciones debe buscarse, sin dudas, en la irrupción del #NiUnaMenos (Acosta, 2018b; Sampdero y Resina, 2010). Probablemente, la amplia tematización sobre la violencia de género que instalaron aquellas marchas masivas hayan permitido que la demanda por el aborto legal hiciera mella en las jóvenes (Elizalde y Mateo, 2018).

Bajo el hashtag #AbortoLegalYa en Twitter y la página de Facebook de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito (CNDALSG) se organizó la exitosa campaña tecnopolítica a favor de la interrupción voluntaria del embarazo. Tanto aquella movilización de 2015 como la de 2018 que tuvo al aborto como protagonista representaron casos inéditos de acción colectiva.

Aun cuando no se alcanzó la ley, el despliegue del colectivo feminista en el espacio público obligó a la opinión pública argentina a hablar de lo que estaba silenciado. Una amplia porción de la sociedad civil protagonizó la demanda por la despenalización del aborto y se sirvió de las plataformas digitales como herramientas de socialización y debate. La CNDALSG hizo evidente el reclamo de la ciudadanía acerca de la necesidad de legislar sobre un tema de salud pública.

La frustrada sanción de la ley de la interrupción voluntaria del embarazo no debe ser considerado un fracaso del movimiento feminista. Al contrario, el camino que allanó la CNDALSG ha sido importantísimo; sin ir más lejos, ha motivado un movimiento de derechos reproductivos en toda América Latina. Quizás porque la nueva discursividad que espoleó la acción colectiva actuó como motor expansivo del reclamo.

Facebook fue uno de los espacios digitales más utilizados en la dinámica de movilización, organización, discusión y difusión de la CNDALSG. Un sondeo reciente señala, además, que el 76% de la muestra analizada se informa de las noticias a través de Facebook, mientras que un 49% lo hace por WhatsApp y un 26%, por Instagram.

Continuando con el análisis que realizó Marina en profundidad se aplicó a la página que la CNDALSG tiene en Facebook (https://www.facebook.com/CampAbortoLegal/) y que fue creada el 28 de junio de 2010.

Tiene más 140.000 seguidores y se define como “una herramienta de construcción política federal”, que no forma parte de una “grieta”: “Somos sujetas de derechos, activistas por un mundo mejor que organizadxs hemos dialogado con la potencia de nuestros argumentos en cada espacio donde desarrollamos nuestras vidas”. La página de la CNDALSG en Facebook trabaja en conjunto con las páginas regionales de la campaña que funcionan como usinas de información y retroalimentan, muchas veces, a la página nacional. 

La unidad de análisis fueron los posteos entre el 1 de marzo al 9 de agosto de 2018. 

Durante este período estudiado, la CNDALSG publicó un total de 522 posteos que tuvieron 12.912 comentarios, 316.926 reacciones y fueron compartidos (shares) 52.169 veces. En tanto obtuvo una media de 3,22 posteos con 79,70 comentarios. De marzo a agosto, la página incrementó su rendimiento de 4% (marzo) a 100% (agosto), siendo los meses de junio (76%), julio (57%) y agosto (100%) los de mayor actividad. Valga recordar que dicho período coincide con el tratamiento legislativo del proyecto en Diputados (junio) y Senadores (agosto). El rendimiento promedio ha sido de 40,83%. Los meses de mayor interacción (reacciones + comentarios + shares) coinciden con ese lapso.

Esto permite afirmar que los usuarios se mantuvieron muy interesados y participativos con los posteos en los meses finales del proceso. De las interacciones totales, las reacciones fueron las que más engagement generaron (83%); no hay que olvidar, sin embargo, que se trata del nivel menos activo de participación. Le siguen los shares (14%) y, finalmente, los comentarios (3%) que comienzan a hacerse más fuertes hacia el final del debate en la Cámara de Senadores.

Conforme pasaron los días entre el debate en la Cámara baja y la Cámara alta, la actividad experimentó una meseta por lo que los días más intensos del activismo on line estuvieron centrados en mantener la visibilidad del tratamiento del proyecto, especialmente durante su votación. Respecto de la discusión parlamentaria, la CNDALSG se mantuvo atenta a acontecimientos importantes y eso se explicita en su actividad en la página: 1) el inicio de las audiencias públicas en Diputados (marzo); 2) la celebración por el dictamen de mayoría (junio); el inicio del debate en el Senado (junio); la negociación de los senadores “verdes” con los “pro-vida” que solicitaban cambios en el proyecto (julio); 3) el posicionamiento frente a las movilizaciones de grupos católicos y evangelistas (julio-agosto); 4) las movilizaciones y convocatorias para participar en el espacio público ante el posible rechazo a la norma (agosto). 

La CNDALSG ha publicado videos (63%), imágenes (26%), enlaces (10%) y estados (1%). En tanto los formatos que lograron un mayor nivel de engagement fueron los videos (33%) y las imágenes (26%) lo que muestra no solo su poder de viralización, sino, además, que los contenidos icónicos y audiovisuales generan una mayor atención por parte de los usuarios. Le siguen los enlaces (22%), que cumplen la función de mantener actualizados a los usuarios con informaciones recientes provenientes de diferentes fuentes, y los estados (19%) que muestran el posicionamiento sobre un determinado tema. El engagement también fue creciendo a lo largo de los meses: marzo (0%), abril (0%), mayo (0%), junio (2,4%), julio (3,4%) y agosto (11%). El promedio de engagement ha sido de 2,75%. Este dato nos lleva a ver que el engagement de la CNDALSG ha sido satisfactorio. A esto debe agregarse que durante agosto, el mes más intenso respecto de la discusión pública, la página ha logrado una excelente performance.

En el caso de la discusión sobre la despenalización del aborto han servido no solo para legitimar el discurso, sino también para motivar y potenciar al propio movimiento. Vale también hacer referencia a los posteos que vincularon la conversación en Facebook con la de Twitter, la otra red social protagonista del proceso de discusión. Por caso, han sido constantes las interacciones con los hashtag #LaCalleYaVoto, #AbortoLegalYa, #QueSeaLey, #EstamosHaciendoHistoria, #8ASeraLey, 

#8A, #ElMundoGritaAbortoLegal, #ConteoVerde, #SeamosMillones, #ConNosotres, #ConTodes, #Pañuelazo. Esta estrategia explica la intención del equipo de comunicación digital por mantener sincronizada las cuentas de esas dos redes sociales; es decir, que ambas funcionen en espejo para reforzar los mensajes.

Como ocurrió con el #NiUnaMenos, las redes sociales en la Argentina se constituyeron en los lugares donde el movimiento feminista ha intentado, con éxito, visibilizar ciertas problemáticas relacionadas al género. Se han convertido, en efecto, en esferas que han propiciado la conformación de agendas y planes de acción para el desarrollo de las estrategias de lucha. 

Acaso valga aquí la reflexión habermasiana de que son los movimientos sociales los que no solo pueden percibir problemas nuevos, sino y, sobre todo, proporcionar marcos interpretativos capaces de activar un proceso de discusión pública.

Esta lucha del feminismo argentino se incluye en la lista de los movimientos que se gestan en las redes sociales y encuentran allí el lugar para organizarse e influir en la agenda de los tomadores de decisión. Por tanto, puede concebirse a este movimiento como un ejemplo exitoso de campaña tecnopolítica. Se trató de una construcción colectiva a través de los microsistemas digitales que posibilitaron una dinámica de participación que se fue gestando con flujos de información masivo que le permitió desafiar no solo las estructuras sociales tradicionales, sino también a los poderes políticos.

Más allá de todo este análisis, el movimiento feminista supo realizar actividades virales dentro de las redes que generaron un gran impacto y ayudaron a visibilizar aún más el problema. A tres días de empezado el mes de marzo (2020) que es, paradójicamente, el mes de la mujer, cinco mujeres fueron asesinadas y casi todos los acusados son familiares, parejas o exparejas de las víctimas. 

En este contexto, las mujeres argentinas se sumaron en redes sociales a una movida mundial que consiste en poner en el buscador Google tu nombre más la palabra “hallada”. La acción se ha viralizado inmediatamente por los resultados impactantes que arroja. “Hoy que es domingo te invito a hacer este experimento: escribe tu nombre en Google junto a la palabra “hallada” y dale buscar. Toma conciencia. Por ejemplo, Denisse hallada. Y me respondes cómo te fue”, fue el comentario impulsor que generó en cuestión de horas una intensa participación en la red. La gran mayoría de respuestas vinieron de usuarias argentinas, chilenas y uruguayas que descubrieron que compartían nombre con niñas y mujeres asesinadas en los últimos años.

El movimiento feminista supo y sabe utilizar muy bien Internet de una manera “diferente”, ayudaron a visibilizar una realidad para que la sociedad pueda tomar realmente dimensión de lo que vivimos las mujeres. Este “experimento” lo generó la indignación social sobre el femicidio de Brenda Micaela Gordillo, en Catamarca, su novio, Naim Vera, la asfixió, quemó y la arrojó a la basura. 

Otra de las acciones fue “Lo cuento yo, porque ella no puede”, utilizaron el hashtag #Cuentalo para narrar historias de abuso, agresión sexual y femicidios. 

En este contexto de pandemia y aislamiento social que estamos viviendo, las campañas sobre violencia de género por parte de las plataformas y movimientos feministas fueron realmente creativas. 

“Pizza 911” fue la campaña impulsada por TikTok para denunciar violencia doméstica, en esos videos se recrea la llamada al 911 por parte de una víctima. Mujeres de todo el mundo simularon pedir una pizza, aunque la verdadera razón era solicitar en clave que fuera la policía a su casa. 

—911, ¿cuál es su emergencia?

—Hola, me gustaría ordenar una pizza.

—Señorita, usted ha contactado a la línea de emergencias.

—Lo sé, ¿me podría decir el menú por favor?

—Señorita, ¿está usted bien?

—No, la calle es Maple 194.

—Señorita, ¿hay una persona con usted por la que no pueda hablar?

—Sí, voy a querer una pizza de pepperoni, por favor. ¿Cuánto tiempo tardan en llegar?

—Señorita, estamos enviando una unidad hacia su casa. ¿Usted puede esperar en la línea?

—No, gracias. No tarden, por favor, dejaré la luz encendida.

Dentro de esta red social, una campaña que se hizo en Canadá buscaba crear un símbolo para avisar que esa mujer sufría violencia de género. Este consistía en hacer un gesto con la mano.


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#NiñasNoMadres 

El 1 de febrero de 2019, el diario La Nación publicó un editorial titulado “Niñas madres”. Fiel a su línea editorial, justificaba allí que las niñas de trece o catorce años se convirtieran en madres y criticaba a aquellos padres que veían al aborto como posibilidad. Su idea se insertaba en el contexto de la discusión por la despenalización del aborto que se había dado en el año anterior a raíz del debate parlamentario que finalmente no llegó a sancionar la ley.

El editorial se propagó rápidamente en las redes sociales y despertó una ola de repudio en Twitter que llegó desde distintos sectores sociales y políticos, incluidos los trabajadores y trabajadoras del mismo medio. Hasta Unicef y Amnistía Internacional, desde sus cuentas, condenaron el texto y advirtieron que no había que “admirar” a las niñas que quedan embarazadas por violaciones —tal como planteaba el diario—, sino protegerlas.

Durante enero de ese año, en la provincia de Tucumán, la madre de una niña de 11 años abusada sexualmente pidió la aplicación de la Interrupción Legal del Embarazo (ILE). Sin embargo, la decisión de la justicia tucumana fue dilatada. Lo que siguió luego fue una serie de irregularidades (inadmisibles e ilegales) que derivaron en una cesárea a la niña que entonces cursaba 23 semanas de embarazo.

Otra vez, desde las redes sociales, llegó la indignación. El hashtag #NiñasNoMadres arropó la opinión de miles de mujeres que se mostraron enojadas y preocupadas por el caso de Tucumán. Como había ocurrido con otras cuestiones relacionadas a la violencia de género, en general, y al aborto en particular, Twitter se convirtió en el escenario de la protesta de las mujeres teniendo siempre como telón de fondo la necesidad de consensuar una norma para el aborto legal, seguro y gratuito.

En la conversación digital los conceptos que se reiteraron fueron “violación” (42.286 repeticiones) y “tortura” (27.877 repeticiones). Hubo reproches al Estado nacional y provincial y a la Iglesia (Acosta y Lassi, 2019).

La Oficina para América del Sur del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) señaló el 7 de marzo de 2019 que en el caso de la niña tucumana obligada a ser madre hubo “tortura y malos tratos”. Varios días antes, como hemos visto, en el intercambio discursivo digital la palabra tortura ya aparecía como unos de los principales términos que las usuarias utilizaban para posicionarse frente al caso.

Frente a la idea de que los movimientos de protesta digitales son horizontales y carecen de líderes, señalamos, sin embargo, la importancia de los liderazgos para comprender su dinámica organizativa. Esos liderazgos —que ahora adquieren nuevas formas— cumplen una función determinante en tanto direccionan estratégicamente la acción colectiva en el espacio público digital (Gerbaudo, 2014; 2016).

El día 27 de febrero se generó el 40,8% de los tuits mientras que el día posterior, el 32,9%. 

El pico de acción coincide con el día en que se dio a conocer la noticia de que a la niña le habían practicado una cesárea. Para dimensionar la tortura a la que fue sometida, el 28 de febrero, el colectivo de Actrices Argentinas (que lucha entre otras cosas por la despenalización del aborto en la Argentina) lanzó una iniciativa en las redes: #YoAlos11años. Se trataba de compartir una foto de cada una de ellas a esa edad acompañada del #NiñasNoMadres. La acción se volvió viral en Twitter e Instagram.

Entre el 27 de febrero y el 1 de marzo de 2019 se registró el 89,4% de actividad. Los términos más utilizados fueron: “11 años” (36%); “niña” (10,3%); “Argentina” (10,3%); “Tucumán” (7,8%); “tortura” (7%) y “violación” (5,6%). Por caso, el tuit de la cuenta @Camila_denti que obtuvo elevada cantidad de retuits (RT), considera la mayor acción de viralización del tema (10,7%): Anoche la obligaron a parir en Tucumán. Es una niña de 11 años y fue violada. Le practicaron una cesárea pese a la oposición de su familia. Durante dos meses pidió que le saquen lo que le metió el viejo adentro, la ignoraron. Ustedes son militantes de la tortura. #NiñasNoMadres. 

Dentro del numeroso universo de usuarios (20.695) que registraron actividad en el #NiñasNoMadres, se observó en particular la de los 1264 que recibieron RT de al menos dos usuarios (grado superior a 2.0 de aristas). Además, se restringió el análisis a aquellas cuentas que registraron un nivel superior a las 3000 reacciones entre RT, comentarios y favoritos (FAV). La siguiente tabla expone las cuentas de las nueve usuarias de la muestra que cumplieron con estos requisitos:

La cuenta @camila_denti, primera en el ranking de usuarios con mayor cantidad de reacciones y de RT únicos (no añaden comentarios al contenido original), adjuntó una imagen de una niña con un pañuelo celeste (símbolo de la posición provida) cubriéndole la boca. Se convirtió en el tuit con más reacciones (28,14%). Con un caudal relativamente pequeño de seguidores, pero utilizando un contenido de fuerte impacto recibió el mayor porcentaje de reacciones. La estrategia fue interesante: la imagen, además de aportar una información del mundo, tiene un valor de signo; es decir, representa un contenido cuyos caracteres no refleja visualmente. En tanto operan a favor de una economía narrativa, las imágenes tienen el poder de evocar y condensar varios significados. Con su publicación, la usuaria llamó la atención sobre el debate que debe volver a darse por la despenalización del aborto en la Argentina. Este contenido resulta también relevante puesto que fue difundido desde una cuenta no reconocida y a título personal. 

La cuenta @Charolopez pertenece a una actriz, cantante y humorista argentina que forma parte activa del colectivo Actrices Argentinas, también recibió una alta cantidad de reacciones (22,7%). En este caso, su tuit rezaba: “A los 11 años no podés votar, conducir, comprar alcohol ni puchos, no podés alquilar un monoambiente. Peeero sí podés ser madre que es re mil más difícil complicado doloroso y traumático que hacer todas esas cosas a la vez. #NiñasNoMadres”. (Fuente: Twitter).

En tercer lugar, se ubicó la actividad de la cuenta @chinasuarez, de una popular actriz argentina, integrante del colectivo Actrices Argentinas. En este caso, el contenido del tuit que provocó gran cantidad de reacciones (11,16%) se relacionaba con su foto en el marco de la iniciativa #YoALos11.

Finalmente, la cuenta @florencialcaraz, de una escritora y periodista argentina con más de 30.000 seguidores, se posicionó en el cuarto lugar de engagement (9,3 %). En su tuit recordó otro caso de características similares: “Al igual que en Jujuy, anoche se practicó una cesárea a la niña de 11 años víctima de violación en Tucumán. La dilación a la que la sometieron es tortura, la cesárea, una vulneración de sus derechos, someterla a crecer criando después de una violación es una condena #NiñasNoMadres”. 

La iglesia fue blanco de recriminaciones (1470 repeticiones); en particular, las declaraciones del arzobispo de Tucumán, Carlos Sánchez (2284 repeticiones) que despertaron una ola de repudio. El clérigo había llamado a los feligreses a “custodiar” el feto de la niña, además de hacer público su nombre (violando así su derecho a la intimidad). Los hashtag utilizados: #IglesiaYEstadoAsuntoSeparado, #SalvemosAlInocente, #TorturadoresDeNiñas y #DerechoADecidir.

Hubo reproches, también, al Estado provincial (1266 repeticiones). Los cuestionamientos se dirigían al sistema de salud de la provincia y a su gobernador, Juan Manzur, a quienes se responsabilizaba de no garantizar a la niña el derecho a interrumpir su embarazo y continuarlo contra su voluntad. Las críticas se concentraron en las actuaciones de dos funcionarios públicos de Tucumán: la ministra de Salud Pública, Rossana Chahla, y el secretario ejecutivo médico, Gustavo Vigliocco. Los hashtag relacionados fueron: #ElEstadoEsResponsable, #FueraChahla y #FueraVigliocco.

Finalmente, como había ocurrido en todo 2018, las usuarias insistieron en la necesidad de contar con una legislación sobre el aborto legal, seguro y gratuito, luego de la frustrada sanción de la ley durante ese año (4051 repeticiones). Para hablar de este tema se incluyeron los hashtag: #AbortoLegalYa, #AbortoLegalSeguroYGratuito, #EmbarazoInfantil y #QueSeaLey. Esta temática también fue relacionada con la de la violencia de género bajo los hashtag: #NiUnaMenos, #VivasNosQueremos, #MiraComoNosPonemos y #NoEsNo.

En los últimos años, el movimiento feminista argentino ha experimentado un conjunto de cambios respecto de la comunicación de sus acciones. La irrupción del #NiUnaMenos mostró que las plataformas digitales no son sólo lugares para la deliberación, sino, además, espacios desde donde se pueden plantear temas para la agenda pública e idear planes de acción para el desarrollo de las estrategias de lucha. Por cierto, ese movimiento logró visibilizar un tema preocupante para la sociedad argentina además de definir un conjunto de demandas por cambios políticos y culturales tendientes a revertir el maltrato cotidiano al que muchas mujeres están sometidas.

Las redes sociales, en efecto, se han convertido en el escenario de la protesta de las mujeres. A través de campañas de tecnopolítica, el feminismo proporcionó marcos interpretativos (frames) que activaron un intenso proceso de discusión pública sobre la violencia de género (Acosta, 2018b; Laudano, 2017; 2018a; 2018b; Rosales, 2018), el aborto (Acosta, 2018a) y la maternidad en niñas violadas. Respecto de esta última problemática, el #NiñasNoMadres expuso el sufrimiento al que el Estado somete a aquellas niñas que son violadas y a las que niega el derecho a la interrupción legal del embarazo.

La investigación ha llamado la atención sobre la importancia de los liderazgos para comprender la dinámica organizativa de los movimientos en las redes. Esos liderazgos, que tienen ciertas consonancias con las reflexiones lazarsfeldianas, adquieren nuevas formas y cumplen una función determinante en tanto direccionan estratégicamente la acción colectiva en el espacio público digital (Gerbaudo, 2014; 2016). Por caso, a través de las métricas de centralidad, se ha demostrado que la conversación digital alrededor del #NiñasNoMadres ha sido guiada por dos cuentas (individuales) y dos clusters de usuarias (periodistas y actrices).

A modo de conclusión podemos decir que las redes sociales fueron un gran y potente altavoz, no solo para el movimiento feminista, sino, para todos los movimientos sociales. Estas plataformas ayudan a difundir y visibilizar ideas, problemas, es una especie de bisagra en cuanto a la posibilidad de llevar a la agenda pública las demandas por las cuales se lucha desde hace bastante tiempo.

Para ser visibles es necesario ocupar el espacio público que, ahora, son las redes sociales. Como pudimos apreciar durante todo este capítulo, son un instrumento potente para posicionar el tema que les interese. Si bien un discurso individual puede tener presencia, se necesita un uso estratégico para poder generar acciones colectivas, conciencia crítica y posicionar el discurso que deseen.

#MeToo, #TimesUp, #YoSiTeCreo, #Cuentalo, #NiUnaMenos, #NoEsNo, #BelieveSurvivors, #NiñasNoMadres y más lograron posicionarse y sostenerse en el tiempo, marcando paradigmas discursivos. Esta estructura cognitiva, que, claramente no es casual, se encuentra en un constante proceso de organización colectivo y discursivo. El feminismo también es un movimiento digital, social y global que produce nuevos imaginarios desde el razonamiento feminista para remarcar lo que es invisible a través de la autovinculación y la autoorganización. 

Es decir, Internet simplemente acentúa y acelera procesos ya conocidos que impulsan el activismo y la protesta. Fue notorio como la convocatoria de #NiUnaMenos llegó por redes sociales (efecto de viralización) a personas que no eran militantes, llegó de forma masiva, logró atravesar a las organizaciones feministas y organizaciones políticas.

Desde las plataformas digitales se puede luchar por los derechos, visibilizar temáticas y organizar la acción colectiva en el espacio público tradicional. Porque el feminismo ahora sabe que las estrategias y sus tácticas se pueden (también) gestar y consensuar en las redes, pero las revoluciones se hacen (como siempre) en las calles poniendo el cuerpo.