El Tiempo.-

Las llaman ‘caravanas de la muerte’. Son más de 50 vehículos acondicionados con caletas que atraviesan a toda velocidad La Guajira, cargados de licor, cigarrillos, gasolina, arroz y otros productos de contrabando.

Este año ocho personas han muerto incineradas tras estrellarse y al menos una decena de policías han resultado heridos tratando de frenarles el paso. Su objetivo es llegar al Cesar y al centro del país con mercancía que ingresa ilegalmente al país, sin pagar impuestos y desangrando las finanzas de la nación.

Esa es una de las principales rutas por donde se mueve un comercio ilegal que, según datos presentados esta semana por el Gobierno, llega a los 12 billones de pesos anuales. La cifra equivale al apoyo de Estados Unidos al Plan Colombia en casi una década.

Al año, los departamentos dejan de recibir al menos un billón de pesos solo por la venta de cigarrillos y licor ilegal. El hueco afecta directamente a los más pobres, porque esa es la plata que se destina a salud y educación públicas.

El problema es de tal magnitud que los gobernadores del país llegaron a un acuerdo con las tabacaleras para invertir, en los próximos 20 años, 99 millones de dólares en diferentes estrategias que deben cortarle alas a un lucrativo negocio del que sacan tajada delincuencia común, bandas criminales y hasta las Farc y el Eln. Esos fondos saldrán de una conciliación tras un pleito judicial entre las tabacaleras y los departamentos.

Aunque el contrabando está tipificado como delito desde finales de los 90, hasta ahora no hay una condena importante contra los responsables del negocio. Las investigaciones, que apenas están comenzando, podrían alcanzar a un congresista de la Costa que es señalado como ‘sucesor’ de Santander Lopesierra, el ‘hombre Marlboro’ que también estuvo en el Congreso y terminó extraditado a Estados Unidos por narcotráfico.

Uno de cada siete cigarrillos que se fuman los colombianos, en promedio, es de contrabando. Casi todos vienen de Paraguay, un país que produce 70.000 millones de cigarrillos cada año, mientras que Colombia, con una población más de cuatro veces mayor, fabrica 16.000 millones.

Toneladas enteras salen de ese país por rutas terrestres que llegan a Arubá. De allí, por mar, pasan a Venezuela y luego a La Guajira. Otra ruta termina en Panamá, de donde salen embarques ilegales que van a Turbo o a Buenaventura. Bello, en Antioquia, es uno de los mayores centros de acopio y distribución de cigarrillos ilegales en el país.

Buena parte del contrabando entra a través de la zona franca de La Guajira. Por eso una de las propuestas es ejercer un verdadero control sobre ese y otros puntos de comercio especial. Los cálculos apuntan a que por impuestos no pagados por cigarrillos, los departamentos dejan de recibir 100.000 millones de pesos.

“No es un negocio suelto. Cada vez está más ligado al lavado de activos. Pero por primera vez las regiones tendrán los recursos para combatir ese hueco para las finanzas del país”, asegura Felipe Muñoz, asesor de la Federación Nacional de Gobernadores.

El negocio del whisky

La otra vena rota de las finanzas regionales está en el contrabando de trago, que se mueve a través de dos modalidades. La primera es la entrada ilegal de licores extranjeros, casi siempre whisky. Las autoridades calculan que de las 1,5 millones de botellas de whisky que se consumieron en el país en el 2011, tan solo 500.000 pagaron impuestos.

El otro es el reenvase de trago en botellas recicladas que se da en reconocidos sitios de rumba de varias capitales.

En manos de las autoridades hay casos de bares en los que después de la tercera botella, a los colombianos les ponen licor reenvasado que venden como si fuera de las mejores marcas. Eso, sin contar las 58 millones de botellas de trago adulterado que se vendieron en el país en el 2011.

Otro contrabando floreciente es el de aceite de cocina. Solo el comercio ilegal de ese producto mueve 300.000 millones de pesos al año. En la Costa, las empresas del sector solo trabajan el 15 por ciento de su capacidad de producción, pues el mercado está lleno de aceite de contrabando.

Negocio ligado al narcotráfico

El contrabando no es un negocio separado del delito a gran escala. Por las mismas rutas por donde salen cargamentos de cocaína se mueven toneladas de productos que ingresan al país sin pagar impuestos.

Además, es una de las formas de las bandas criminales y de otros narcos de legalizar el dinero producto del tráfico de drogas. “Pagan la cocaína con toneladas de zapatos, ropa, licor y cigarrillos”, señala Felipe Muñoz, asesor de la Federación de Departamentos.

En el caso de las Farc, el frente 59 controla el negocio de la gasolina en La Guajira; mientras que el Eln lo hace en Arauca.

La Policía ha detectado 40 mafias, y por ahora 10 están en el cartel de los más buscados por contrabando. Entre las organizaciones aparecen ‘los Primos’, ‘los Magos’, ‘los Isleños’, ‘las Llamas’, ‘los Paisas’ y ‘los Pitufos’. Esta última, heredera del cartel del norte del Valle.