El Tiempo. Foto: El Espectador.

Algunas han recibido correos amenazantes. A eso se suma la falta de apoyo para conseguir trabajo.

El caso de Gina Potes -una de las mujeres que fueron atacadas con ácido hace algunos años y quien la semana pasada recibió una amenaza cerca de su casa, con una botella llena de ácido y un mensaje escrito que decía ‘ahí está tu regalito’- no es la única situación intimidatoria que se ha registrado en los últimos días.

Varias de estas mujeres, con las que EL TIEMPO habló, manifestaron que “luego del boom publicitario que tuvieron en los medios” quedaron nuevamente en el ojo del huracán con sus posibles victimarios, que les han enviado mensajes intimidatoriosa través de Internet, recordándoles “que ya no tienen ni siquiera cara”, y es mejor que se queden calladas.

Para ellas, que decidieron asociarse en la Fundación Rostros sin Ácido, detrás de los mensajes amenazantes de las últimas semanas podrían estar los mismos victimarios y sus cómplices, que intentan amedrentarlas para que no luchen más por el incremento de penas.

Pero este punto es solo la punta del iceberg de la tragedia que estas mujeres siguen afrontando.”Muchas de nosotras denunciamos antes de que nos atacaran, y nadie hizo nada, pero ahora sí muchos quieren sacarse una foto para decir que están con nosotras, cuando en verdad no tenemos apoyo”, señala otra de las víctimas.

Y para sustentar sus palabras asegura que, tan solo en Bogotá, de las 27 mujeres que han reconocido públicamente que fueron atacadas solo dos tienen trabajo por días. Las otras se quedaron esperando la ayuda del Distrito, que hace ocho meses las incluyó en el Plan de Desarrollo Bogotá Humana, pero que hasta ahora no les ha cumplido.

“Dicen que la cara hace el milagro, y nuestros casos y nuestras caras espantan y ahuyentan. Nadie nos contrata para trabajar y a muchas nos han dicho que como no tenemos un cartón universitario no nos pueden ocupar. Pero, ¿cómo nos superamos si ni siquiera tenemos con qué alimentar a nuestros hijos y todas somos cabeza de familia?”, señala la más joven del grupo.

Todas se niegan a que se les identifique con su nombre y se muestran arrepentidas de haberles dado la cara a los medios. “Algunos no tuvieron la más mínima compasión con nosotras a la hora de visibilizar nuestros dramas. Sentimos que solo nos utilizaron para la foto, y ya. Nuestras heridas arden como el primer día que fuimos atacadas…”, agrega esta madre de una bebé, que es la única que tiene ‘permiso’ para ver su desfigurado rostro.

Por ahora, el único apoyo real que tienen es el de la concejala de Bogotá Olga Victoria Rubio, quien las ha orientado jurídicamente y le pidió a la Alcaldía una respuesta sobre los compromisos que adquirieron.

Por ahora, Rostros sin Ácido existe en el papel, porque sus fundadoras ni siquiera pueden acceder a una cuenta de ahorros. Ellas, silenciosamente, siguen luchando para que otras mujeres no sean parte de la pesadilla que ellas viven cada segundo.

Compromiso pendiente

La concejala Olga Victoria Rubio señala que el acuerdo 489 del 2012, que expidió el Plan de Desarrollo Bogotá Humana 2012-2016, se comprometió con una meta de vinculación laboral del 100 por ciento de mujeres quemadas con ácido. Pero la realidad es otra. “Aquí intentamos orientarlas y ayudarlas de alguna forma, pero falta el compromiso de los demás y no lo hay”, dice.