Cosecha Roja.-

Les prometía el cielo y la salvación eterna. Con ese argumento, el pastor Álvaro Gámez Torres las convencía de entrar en su oficina o al “cuarto de los niños”. Allí abusaba de las mujeres de la congregación de Salem en Pasto, Nariño. Usaba a Dios como pretexto para tocarlas y tener relaciones sexuales con ellas.

El pastor Gámez se presentaba ante sus discípulas como el elegido de Dios para restaurar el reino de David. Les aseguraba que después de tener relaciones sin preservativo serían “liberadas”. Para implementar sus técnicas sectarias, les exigía a los miembros de la iglesia total devoción en su palabra. Les prohibía a sus adeptos cualquier acercamiento con personas extrañas a su ministerio y solo les permitía leer la Biblia.

Cuando Gámez terminaba sus relaciones sexuales, salía al púlpito y les hablaba a más de 4.000 seguidores sobre Dios, Jesucristo, la fidelidad en el matrimonio y la riqueza espiritual. Con sus sermones, engañaba a sus víctimas y lograba que perdieran la voluntad. Sus palabras eran tan convincentes, que los feligreses ignoraban las denuncias de abuso sexual que lo incriminaban. A las personas que hablan mal del pastor Gámez las señalaban de tener alucinaciones.

La fachada de Gámez se derrumbó el pasado 3 junio. Una de las integrantes de su iglesia se cansó de los abusos y lo denunció. En un medio de comunicación de Nariño, Marta, una exfeligrés, aseguró que en Pasto abusó de 27 mujeres, muchas de ellas menores de edad. También lo acusó de engañar a cerca de 50 mujeres en Mocoa, Cali y Bogotá, ciudades a donde llevó su comunidad religiosa. “Ellos te dicen que lo que allí sucede es de Dios. Que uno tiene que creer, ser obediente, que es una cosa del espíritu”, dijo Marta.

Las pruebas en contra del pastor fueron aportadas por La Red de Apoyo a Víctimas de Sectas, una organización Puertorriqueña con sede en Argentina. Las víctimas contactaron a Héctor Navarro, director de esta fundación. Con videos y testimonios, lograron frenar los atropellos de Gámez. “En los últimos meses se comunicaron varias personas con nuestra organización para establecer las denuncias. Había mucho temor. En los últimos 20 años no había visto un caso de aberración tan grande”, comentó Navarro.

El acusado se fue a Chicago, Estados Unidos. El caso ya está en manos de la Fiscalía. Las víctimas esperan que la justicia actúe contra el hombre que usó a Dios como excusa para abusar de decenas de mujeres.