Por Kenji Doku. El Heraldo.-

Seis jóvenes pescadores polonueveros hoy pasan por un verdadero infierno luego de que trascendiera entre sus paisanos la supuesta versión de cómo consiguieron el dinero que los convirtió de la noche a la mañana en “los nuevos ricos” de la calurosa población.

Uno de ellos accedió a contar esta historia que, aunque parezca difícil de creer, ya está siendo investigada por las autoridades del Atlántico.

Resulta que el primer fin de semana de septiembre, exactamente el sábado 8, los amigos, todos entre los 19 y 26 años de edad, decidieron irse hasta el balneario de Santa Verónica, en el municipio de Juan de Acosta, a pescar con cometa, un método que por lo general deja excelentes resultados durante las extensas jornadas de cacería en mar abierto. Pescadores dicen que esta técnica sirve para conseguir ejemplares de gran tamaño.

A eso de las 10 de la noche, los seis pescadores salieron de sus casas, se embarcaron en tres motocicletas y cruzaron más de 24 kilómetros de carretera hasta llegar a la zona costera. Al llegar al punto tomaron en alquiler una pequeña lancha y se fueron mar adentro para adelantar su faena. No llovía, pero sí había una fuerte brisa que amenazaba con voltear la embarcación, recordó ayer el pescador.

Habían pasado varias horas en mar abierto con dificultades, pues no alcanzaban a llenar su primera tanque de peces. En varias oportunidades cambiaron la carnada para “conseguir algo”, pero la suerte no les acompañaba. Bueno, al menos, hasta ese momento del día. “Pensamos hasta en irnos porque no habíamos cogido nada”, añadió el pescador.

En medio de la oscuridad, rememoró el joven, uno de sus compañeros gritó: “hey, allá viene una avioneta… Sí, es una avioneta marica”.

“Pasó cerquita del agua, como a menos de 100 metros de distancia de la superficie”, comentó.

De la ruidosa aeronave vieron caer varios bultos, pero no se atrevieron a acercarse hasta el sitio donde estos quedaron flotando, ya que se dieron cuenta de que más adelante habían unos hombres recogiéndolos con prisa. “Estaban cerca de nuestro barco. Uno nadaba y dos esperaban los sacos dentro de la embarcación, que era igual a la de nosotros”.

El joven contó que él y sus amigos pasaron por alto la acción porque les pareció algo sospechosa, relacionándola con aquellas historias de ‘narcos’ que recientemente habían visto en televisión. “Seguimos dándole hilo a la cometa y esperando los pescados. Los tipos se fueron”.

Seguido, el pescador mencionó que ya estaba a punto de amanecer cuando de la nada apareció junto al barco alquilado un paquete del tamaño de una canasta de gaseosa, y todos coincidieron en que “se les olvidó a los hombres de la avioneta”.
La faena llegó a su fin. Aquel paquete empacado al vacío resultó ser un alijo de cocaína de alta pureza, al parecer, propiedad de la bacrim Los Rastrojos.

La venta. De cómo hicieron para vender aquel cargamento no hubo detalles. El muchacho solo mencionó que “pesaba unos 50 kilos aproximadamente y se lo llevaron a una mujer en la población de Baranoa”.

Según él, intermediarios les dieron por todo 200 millones de pesos. Supuestamente, salieron a $33 millones cada uno.
Vino la parranda. La fiesta en la población fue por cuenta de los pescadores, y en los estaderos pagaron cuentas de 500 mil pesos, al estilo de Escobar, el patrón del mal, resaltó un habitante de Polonuevo.

Otra persona consultada indicó que los seis polonueveros compraron motos nuevas, ropa “de marca” y del aguardiente ‘tapita azul’ pasaron al whisky 12 años. “Se volvieron locos en menos de 15 días, les pasó como a los soldados de La Guaca”.

Al igual que a los uniformados del Ejército que años atrás hallaron en una zona selvática un inmenso cargamento de dólares propiedad de las Farc, hoy los pescadores polonueveros son buscados, pero no por las autoridades sino por unos individuos que dicen ser los dueños de la droga. Les exigen 30 millones de pesos “para saldar la deuda”.

Apenas se enteró del caso, el coronel Leonardo Suárez, comandante de la Policía del Atlántico, se trasladó a la población y se entrevistó con el personero, Víctor Algarín Palma, para dar con el paradero de los muchachos.

“No quieren hablar conmigo. Hablé con el Personero y el mensaje que les dejé es que se reúnan no para judicializarlos sino porque consideramos que las amenazas no vienen del dueño de la droga sino de personas que se dieron cuenta de sus desmesurados gastos. También podrían ser llamadas del algunos que saben del hecho y no les dieron nada de dinero”, puntualizó.

Ayer se conoció que la fiesta en el pueblo ya acabó. Ahora los jóvenes están buscando abogados para salir del lío que ‘pescaron’ en aguas del Atlántico.