Abusos Colombia

Por Diana Durán Núñez*

Johana Fuentes, subeditora de W Radio, fue pareja de Gustavo Rugeles entre 2014 y 2015. Lleva años ejerciendo el periodismo, pero hoy, por primera vez, se sienta ante un medio de comunicación como entrevistada para contar su historia de cómo Rugeles la maltrató física y psicológicamente. Rugeles terminó con imputación de cargos a finales de diciembre pasado por golpear a su novia, Marcela González, y aunque ella admitió en un video -después de acudir a Medicina Legal, que le dio 10 días de incapacidad- que manejaría el asunto sólo con él y de manera privada, la Fiscalía tiene ahora la palabra. Fuentes, por su parte, dice que si se animó a hablar no es por algún deseo de arruinar la carrera de Rugeles, como ha alegado él. Es porque no quiere que nadie más viva la pesadilla que afrontó.

¿Cómo lo conoció?

En un almuerzo de periodistas de Marta Lucia Ramírez, en 2014. Era editora política de La W y él trabajaba en Las 2 Orillas. Me dijo que era nuevo en la fuente y cambiamos teléfonos. Empezamos a comunicarnos por trabajo y un día me invitó a almorzar cerca de Caracol Radio. Desde ahí empezamos a hablar más, hubo empatía. Me pareció buena onda.

Al principio la gente proyecta cierta imagen de sí misma. ¿Cuál era la de él?

Como una persona tranquila, relajada. Soy muy sencilla, me gusta caminar por Chapinero, irme de fiesta, y él me invitaba a hablar y tomar café. Me hacía reír, eso me gustaba. No le pregunté de su familia y él no hablaba mucho de eso, la verdad. Él le empezó a enviar artículos a Julio (Sánchez Cristo), le compartía su trabajo, y Julio a veces daba datos de él al aire. Escribía de cosas políticas, hasta ahí no veía nada raro.

¿Cuándo empezaron la relación?

Comenzamos a salir ese mismo año y terminamos en una relación, fluyó. La pasábamos bien, caminábamos, salíamos. Vivía con mi mamá y él, creo, también vivía con su familia. Luego me fui a vivir sola y después él vivió conmigo unos meses.

¿Cómo fue la convivencia?

Cuando nos fuimos a vivir juntos, no puedo decir que todo fue terrible. Hasta que empezaron las discusiones. Alguna vez me reclamó porque un senador me escribió: “Ajá, mi vida, ¿la entrevista para mañana?” Que por qué me decía mi vida. Ya no le gustaba que saliera con mis amigas, ya no le caían bien. La primera vez que me dijo puta en una discusión le dije que no le iba a perdonar eso.

Y las discusiones empezaron a subir de tono a partir de ahí, supongo.

Sí. Él me decía cosas muy feas. Me trataba feo, puta, cínica, descarada, como el audio que se conoció. Para él, siempre estaba mintiendo, siempre estaba con alguien. No sé si era celópata, pero sí era muy celoso conmigo.

¿En qué momento sintió que Gustavo Rugeles podía representar un peligro en su vida?

Una vez, en Semana Santa de 2015, tenía que trabajar, estaba en Noticias Uno. Me empezó a pelear, a gritar, sentí mucho miedo. Entré a mi cuarto, cogí mis llaves y mi perro, y salí corriendo de mi casa porque tenía miedo de que me hiciera algo. Él me vio y me persiguió, pasé corriendo la 7ª, y él me gritó: me la vas a pagar, maldita perra. Me monté a un taxi, llamé a un amigo, le pedí que me dejara quedar en su casa. Fui por la noche con él a sacar ropa a mi apartamento, pero pregunté primero si él estaba, y me metí a sacar ropa como si fuera una ladrona. Me quedé por fuera una semana.

Seguro él debió contactarla.

Me empezó a escribir. Le dije que estaba donde un amigo, me dijo que si tenía algo con él. Le dije que lo que tenía era miedo de él. Al final quería volver a mi casa. Siempre en las peleas se ponía histérico, a veces se pegaba contra las paredes, hasta que dije: no más. Me sentía abrumada, tenía miedo, me quería ir. Me fui a Madrid (España) cuatro días, así de ganas tenía de irme lejos. Le dije que por favor se llevara las cosas de mi casa, volví de Madrid y no lo había hecho. Dijo que no había tenido tiempo, que iba a pasar pronto.

Hasta ahí él no la había agredido físicamente, ¿verdad?

Para allá voy. Una noche llegó por sus cosas. Luego me pidió quedarse esa noche en la sala. Me encerré en mi cuarto y él se quedó. Al día siguiente se bañó, se cambió y empezó a reclamarme que por qué habíamos terminado, que le dijera si tenía a alguien más. Cada reclamo era como volver a oír el audio que ha circulado: cínica, perra, maldita. Me cogió del cuello, me empujó contra la pared, partió un vidrio del baño y me herí la mano. Había un montón de sangre, le rogaba que me dejara ir a la clínica. No te vas a ir de acá, perra, me decía. Me cogió contra una ventana, yo trataba de defenderme. Le decía que iba a llamar a la Policía, y él respondía no vas a llamar a nadie, perra. Yo gritaba, era lo único que podía hacer para defenderme Los vecinos llamaron a la Policía, alguien timbró y salí corriendo. La Policía entró a mi apartamento, les conté que él me agredió y él lo negaba. Los policías le pidieron que se fuera, pero no se lo llevaron. Quedé en shock absoluto.

Y después lo denunció.

Sí. Me fui a la Fiscalía, hice los trámites para denunciarlo y me fui a la casa de mi mamá. Creo que era el puente del 1° de mayo. Me desconecté como tres días. Luego él subió unas fotos a su Twitter golpeado, diciendo que yo lo había agredido. Lo siguiente fue que me llegó una notificación: él me había denunciado por lesiones personales y su abogado era Abelardo de la Espriella. Al final él retiró su denuncia, mi proceso sí continuó. Tuvimos una audiencia, nos tocó con una mujer, creo que era fiscal, o juez, no sé. Ella determinó que él también necesitaba medidas de protección. A mí me pareció indignante. Increíble. No entendía por qué, yo no quería estar cerca de él, le tenía miedo, nunca le hice daño. Luego vino la conciliación. La verdad no quería verlo más, temblar, asustarme. Decidí conciliar. Eso fue en 2016.

¿Rugeles volvió a ponerse en contacto con usted después de la conciliación?

Un día él me escribió, me dijo que se había perdonado, que había sanado. Cuando cerré el capítulo judicial decidí hacer también un acto de perdón, sentía que ese rencor me hacía más daño a mí. Perdoné de corazón todo lo feo que pasó. Necesitaba esa sanación, qué tormento tener esa rabia. En algún momento creí que había sido una equivocación de él, que no era repetitivo sino que le pasó conmigo y aprendió la lección.

¿Cuándo supo que tal vez era más repetitivo de lo que creía?

Cuando recibí un mensaje de Marcela, su pareja, contándome que él la había agredido. Reviví todo.

¿Marcela González la contactó?

Sí. Me buscó por Facebook, me puso un mensaje: Soy Marcela González, pareja de Gustavo Rugeles. Se me hizo extraño. Y me dijo: él me agredió. Yo no respondí nada y ella me empezó a contar, me arrastró por el piso, me zarandeó, me rasguñó, en fin, todo lo que ya hemos sabido. Me dijo que había sido la noche anterior en la madrugada, que ya había denunciado en Medicina Legal. Yo le conté a mi jefe, Juan Pablo Calvás, y a Camila Zuluaga, a quien ella también contactó por Instagram y quien ha sido muy defensora de los temas de género en la emisora. Marcela me dijo que estaba en el apartamento donde vivían juntos, le dije, por Dios, vete. Me respondió que su familia era de Cali, que no tenía dinero ni amigos para irse. Estoy con llave por si él llega, para que no entre. Eso nos preocupó, sobre todo porque ella manifestaba que temía que él regresara y le hiciera daño de nuevo.

¿Y qué hicieron?

Contactamos a la Secretaría de la Mujer. Le dijeron que fuera a un refugio, dijo que no. Tratamos de conseguirle tiquete, pero era temporada alta y no pudimos. Nos dijo que se había ido a Cali. Le pregunté si estaba bien y segura, y me dijo que estaba con su mamá. Nos tranquilizamos y luego… Marcela apareció en el video.

¿Qué pensó al ver el video en el que ella y él dicen que manejarán este asunto de forma privada?

Me dio tristeza. Me preocupé. Cuando salió la nota de Noticias Uno, en la que se mostró el audio donde Gustavo la insulta, me escribió diciéndome que ella y su familia estaban muy incómodos, que por qué había filtrado la información. Le dije que no fui yo. Días más tarde me escribió, que no quería saber de nosotros, que éramos unos carroñeros, que queríamos saciar nuestra sed de venganza con Gustavo y que no lo iba a permitir. Le dije que no había sed de venganza, que estábamos preocupados por ella. Esa fue la última vez que hablamos, no me ha intentado contactar más ni yo a ella.

¿Qué piensa hoy de Gustavo Rugeles?

Al final entendí que no era un comportamiento aislado conmigo, que era algo que había hecho con otra persona. Me sentí transportada a ese momento y tal vez eso es lo que me llevó a hablar en este momento, nunca lo había hecho. Sólo mi círculo más cercano sabía. Sentía vergüenza, no quería que nadie me preguntara. Pero ahora que me atrevo a hablar entiendo que el agresor era él, no yo. No quiero que esto le pase a nadie más. A veces me decían: quién sabe qué hizo ella para que le pegaran. No puede ser, una agresión no tiene justificación.

Este asunto se hizo público en contra de la voluntad de Rugeles. ¿Eso la hace temer, de algún modo?

No quería que él supiera que había hablado con Marcela, me daba miedo, pero al saber lo que le había pasado yo no pude ignorarla. Al verla en los videos pensé que él me reclamaría por intentar ayudarla. Sentí el mismo miedo que sentía cuando lo denuncié y tenía que verlo en las audiencias. Pero también me encontré con gente muy valiosa, solidaria. Por eso decidí hablar ahora. Esto no es algo en contra de Gustavo Rugeles ni en contra de su carrera, como se ha dicho. Lo que rechazo es la violencia de género, lo que pido es que las víctimas tengan garantías, protección y se sientan respaldadas por la justicia, no señaladas.

*Este artículo se publicó en el marco de la Beca Cosecha Roja. Fue publicada en El Espectador, Colombia.