skin vs punksAlex Veas salió de un bar de Burzaco, fue a su casa a buscar un arma, regresó y mató a dos amigos punks, Lucas Pastor y Nazareno Lavalle, con quienes había peleado. Después de dispararles, el joven skinhead escondió el arma en un contenedor y se fue. Dos años después, la justicia lo condenó a 30 años de prisión por asesinar a balazos a El Tribunal Oral en lo Criminal 4 de Lomas de Zamora lo culpó de “doble homicidio agravado por empleo de arma de fuego”, según informó Diario Conurbano.

A continuación, leé la historia del doble crimen en Burzaco.

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Lola Melendi – Cosecha Roja.-

Un grupo de chicos charlando en la vereda.

Un grupo de chicos discutiendo en la vereda.

Un par de chicos agarrándose a trompadas en la vereda.

Uno de los chicos volviendo con un arma.

Esa es, intermitente, la secuencia que presenció Pablo Alberto Parano cada vez que abrió y cerró la puerta del boliche El Amparo entre las cuatro y las cinco de la mañana del 2 de marzo. Ese día el dueño estaba enfermo y él fue a dar una mano como patova del bar. En ningún momento intervino porque “la pelea era en la calle y ellos no eran clientes”.

Un rato antes de volver armado, Alex Mauricio Veas se había ido del lugar con la cara destrozada. Corrió las tres cuadras que lo separaban de su casa, tomó las armas que guardaba arriba del ropero, volvió y le pegó un tiro en la cabeza a cada uno de los que lo habían golpeado.

Horas después, cuando llegó la ambulancia, el Dr. Elías Yepes confirmó lo que a esa altura ya era obvio: los dos estaban muertos. Lucas “Lukinhio” Pastor y Nazareno “Kosme” Lavalle

quedaron tirados en la vereda de Carlos Pellegrini 822, en Burzaco.

Un clásico

– ¿Así que vos sos Oi? – preguntó Kosme.

– Oi siempre. Antifascista siempre – respondió Alex.

– Ni Oi ni Nunka. ¡Muerte a los skins!

La rivalidad entre punks y skinheads es menos popular pero tan intensa como cualquier clásico futbolero y, como en cada clásico, la historia se remonta al origen común.

En la Argentina de los ‘80 el punk fue bien recibido por grupos de jóvenes que exploraban formas de rebelarse contra el orden: de cassette en cassette y sótano en sótano forjaron un nuevo rostro de la cultura urbana antisistema. Lukinhio nació en 1994 pero eso no le impidió acercarse a la movida y fundar su propia banda. Desde hacía un año era el cantante de Neurosis Krónika, un grupo de punk anarquista que con el auxilio de internet tenía un buen número de seguidores. Kosme se contaba entre los fieles.

En la vereda opuesta están los cabeza rapada y el Oi, la música que los identifica. Los punks los acusan de camuflar su fascismo detrás de ese género también conocido como punk callejero.

El movimiento skinhead, que en los ‘70 fue una expresión estética original de la juventud trabajadora inglesa, creció en nuestro país como respuesta al punk: las mismas personas, de los mismos lugares, que escuchaban la misma música pero cultivaban un estilo opuesto, de disciplina y pulcritud. En pleno siglo XXI, los skinhead neonazis que se reúnen a celebrar el cumpleaños de Hitler son una minoría. Hay muchos jóvenes que se reivindican skinheads SHARP (anti prejuicio racial), Antifas (antifascistas), Oi y Trojans. Con diferentes matices pretenden hacer triunfar su propia versión sobre los orígenes y el significado del movimiento.

En su Inglaterra natal punks y skinheads convivían en paz. En Argentina llevan casi cuatro décadas persiguiéndose mutua y violentamente en una danza de gatos y ratones que va dejando víctimas a su paso.

Los testigos dicen que antes de ir a buscar las armas Alex hizo un último intento por arreglar las cosas, por conversar. Aunque “no era muy fanático de los skinhead”, como contó su mujer, la pelea ya había comenzado.

Un sábado cualquiera

El sábado 1° de marzo Nani y Kosme cenaron con amigos en su casa de Rafael Calzada. Nani tiene 19 y Kosme estaba por cumplir 22, se conocían hace poco pero él se había mudado a la casa en la que ella vivía con los padres. A las tres de la mañana salieron a dar unas vueltas y engancharon un 271 que los llevó hasta El Amparo. Era tarde para entrar y se quedaron tomando algo en el escalón de la veterinaria de al lado como hacían tantas veces.

Lukinhio tenía un hijo de 7 meses con Antonela y pasó la tarde con ellos en el circuito de ciclismo de Glew. A la noche arrancó con Joel para escuchar alguna banda y tomar unas cervezas. Eran amigos con Kosme, se conocían bien: compartían la pasión por el punk y defendían “un ideal libertario, de solidaridad y hermandad”. Por eso, cuando lo vio afuera del boliche dejó a Joel en la mesa y salió para charlar un rato.

Esa noche Colón disputó la 5° fecha del Torneo Final de fútbol frente a Rosario Central, y ganó. Era una buena racha, el fin de semana anterior había derrotado a River por 3-1 y se posicionaba en la punta de la tabla. Alex vio el partido con Lorena y unas horas después se fue a festejar el triunfo con Tincho. Se quedaron en la vereda porque adentro el volumen de la música nos los  dejaba hablar tranquilos.

Lorena no supo de él hasta que a las cinco de la mañana cuando volvió a su casa desencajado para llevarse las armas. Embarazada de seis meses, tomó a su hijo mayor en brazos y se fue en remís a la casa de sus padres, en Glew.

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Lorena y Antonela Medina son hermanas. Alex y Lucas, concuñados, se conocieron hace unos años en el boliche Acero y estrenaron la relación agarrándose a trompadas. Alex simpatiza con los skinhead Oi! y para Lucas no había matices: skinhead = fascismo. Cuando nacieron sus hijos la tensión se tranquilizó, hacía un esfuerzo por convivir en familia.

La madrugada del 2 de marzo estaban ensayando una conversación cuando una cosa llevó a la otra y Kosme decidió que la situación ameritaba unas piñas. Le dio a Alex para que guarde y reparta y cuando estuvo tirado en el piso Lucas le pisó la cabeza: quedó con la cara ensangrentada, sin poder abrir el ojo derecho y sin haber infligido ningún daño a sus agresores. No obtuvo otra respuesta que “muerte a los skins”, ni siquiera cuando dando por perdida la pelea propuso resolver las cosas hablando.

Se fue arrastrado por dos amigos, pero en algún momento dejó de intentar volver a pelear y empezó a correr en dirección a su casa.

– Esto no puede seguir así, porque es siempre lo mismo – dijo.

No escuchó a Tincho, que le decía que piense en el nuevo laburo en la pescadería. No escuchó a Carlitos, que le hablaba de su hijo Laureano y del que estaba en camino. No escuchó a Lorena que le decía que pare o se iba a lo de sus padres. Nadie sabe qué fue lo que escuchó Alex en ese momento, pero todos lo vieron tomar las armas y correr hacia el bar.

Nani lo vió llegar con la capucha puesta y la mirada fija en Kosme. Sintió miedo. No pudo hacer nada: se puso en el medio pero Alex estiró el brazo por encima suyo y le disparó en la cabeza, giró e hizo lo mismo con Lucas. Ella sólo vio un fogonazo y cuando apenas pudo recuperarse se dio cuenta de que estaba sola: los bares de la cuadra habían cerrado sus puertas y apagado las luces. Las personas que estaban afuera se habían ido corriendo. Alex desapareció tan de repente como había aparecido.

– Quedé sola gritando y pidiendo auxilio. Vino a matarlos a ellos. Eramos todos punkys, se notaba, pero vino a matarlos a ellos.

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¿Qué lleva a un pibe del sur del conurbano a tatuarse una esvástica tachada? ¿Qué es el fascismo para un argentino de 20 años? ¿Qué fibra íntima se tensa cuando están enfrente de uno de “los otros” como para querer verlo sangrar?

En 1996, durante un festival organizado por la CORREPI en Parque Rivadavia, alguien gritó desde el micrófono “muerte a los skins” y precipitó una pelea entre punks y skinheads que dejó 26 heridos graves. A la semana siguiente Marcelo Scalera, presunto skinhead neonazi, murió en el hospital: su crimen sigue impune. En 2005 un grupo de skins mató a puñaladas a Iván Kotelchuk en la puerta de un boliche en Av. de Mayo 912. Lo habrían confundido con un skinhead de otra facción.

Otros episodios involucran amenazas, peleas, puñaladas y persecuciones, pero no hay ningún antecedente como este, en que el atacante actúa sólo y usa un arma de fuego.

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Alex Mauricio Veas se entregó un día después. Con 22 años y su segundo hijo varón en camino cumple prisión preventiva en Florencio Varela, mientras en el Juzgado de Garantías N°2 de Lomas de Zamora avanza la causa en su contra por doble homicidio en ocasión de riña.

A metros de los cuerpos de Kosme y Lukinhio, junto a un volquete, la policía encontró un arma calibre 38 marca COLT con tres vainas servidas y otras tres intactas. Durante el allanamiento a la casa de Alex incautaron, además, una carabina y proyectiles calibre 22, 32 y 38. El 12 de mayo comenzarán las pericias balísticas que van a comprobar si entre las armas incautadas está el arma homicida. Alex no está registrado como legítimo usuario de armas de fuego. Según fuentes judiciales las habría estado cuidando a pedido de un familiar.

El Amparo volvió a abrir sus puertas después de unos días de luto. Si Colón se consagra campeón, Alex Veas no podrá festejar en el Obelisco. Nani estará cuidando el perro que le regalaron los padres de Kosme. Lorena y Antonela van a cambiar solas los pañales de sus hijos.