Coronavirus en la villa 31: el lujo de lavarse las manos

Hace 10 días que hay desabastecimiento de agua en el barrio con más habitantes por metro cuadrado del país. Hay 107 casos de Covid-19 confirmados y reclaman urgente un protocolo a medida de los barrios populares.

Coronavirus en la villa 31: el lujo de lavarse las manos

Por Matias Máximo
04/05/2020

El agua viene de a ratos, sobre todo a la madrugada. Pero hace diez días que en la Villa 31, barrio Padre Mugica, casi no hay. Lavarse las manos en el barrio más poblado por metro cuadrado de Buenos Aires se volvió un lujo. Es una de las mejores formas de prevenir la transmisión del coronavirus, por eso la situación desespera. En una semana pasaron de un positivo en Covid-19 a 107:

-El problema es que no tenemos un protocolo específico para los barrios populares, hay uno estandarizado que no contempla las problemáticas y precariedad del territorio -dice a Cosecha Roja Mónica Córdoba, de Barrios de Pie. 

Ayer mandaron una denuncia al INADI. Sienten que al no tener protocolo el Gobierno de la Ciudad los discrimina:

-Cuando se acercan las autoridades a decirnos las formas de prevención más que enojo sentimos una angustia muy grande. Porque algo tan básico como lavarse las manos se volvió un privilegio.

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En la 31 y 31 bis viven unas 40 mil personas, según los censos informales de las organizaciones que trabajan en el barrio. El problema con el agua es una obra que todavía no se terminó. Un caño maestro que traería algo de paz pero quedó paralizado en febrero. Ahora la cantidad de agua que llega no es suficiente, la presión no alcanza y hay desabastecimiento. 

Hay camiones de Aysa que pasan y entregan 20 litros por persona. Pero ante la desesperación de la escasez, algunas personas acumulan en tachos y aparece otro problema: se reproduce el dengue.

“Las cosas se combinan y es complicado atender los comederos, donde las personas que iban cada tanto empezaron a ir todos los días. No se puede cocinar sin agua”, cuenta Martina Pelinco desde la Manzana 7 de la zona Güemes. 

En la zona de Martina no falta tanto el agua, pero la comida que reparten llega congelada (ella es activista en Diversidad Trans Villera, que articula con La Cámpora) y a muchas que no tienen ni heladera se les pone fea:

-El trabajo se paralizó por completo y la gente precisa comer. Las compañeras que trabajan de noche no están pudiendo, ni los feriantes, ni nadie. Por eso los comedores y merenderos se volvieron muy importantes.


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Los casos confirmados de coronavirus son 107, pero después de hacer los testeos masivos que se están programando a partir de mañana se va a conocer la cifra cierta. El distanciamiento social en el barrio es casi imposible: en cada casa viven muchas personas y los pasillos son angostos.

Laura Velasco es legisladora porteña (SOMOS – Frente de Todos) y es parte de la  Comisión de Salud en la Legislatura.

-Es necesario un protocolo específico no solo para los casos sospechosos o que pudieran ser positivos sino también para todo el entorno de convivencia porque en situaciones de hacinamiento esto es muy complejo -explicó a Cosecha Roja.

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El martes 7 de abril murió la primera habitante de una villa por coronavirus y encendió la alarma de la falta de protocolo. Andrea Gómez tenía 49 años y vivía en la 1-11-14 de Flores. Trabajaba en Servicios Generales en el Senado de la Nación y su positivo de Covid fue después de muerta, cuando le hicieron chequeos para conocer la causa.

“Venimos reclamando el protocolo para barrios populares de manera urgente. No puede ser que se atienda de una manera a quienes vienen de Europa y de otra muy diferente a quienes tienen bajos recursos. Pareciera clasificarse ciudadanos de primera y de segunda”, dijo Velasco.

Matias Máximo