Cosecha Roja.-

El miércoles en la noche, un baquiano que paseaba con su perro por un paraje rural de La Rioja encontró el cadáver calcinado de una mujer; en realidad, una cabellera rubia, el rostro a medio quemar y roedores en un festín. Avisó a las autoridades y a la mañana siguiente, los restos adquirieron identidad: era Nadia Joana Moreno, de 24 años, madre de tres hijos, que había desaparecido el domingo.

La joven asistió a una fiesta de doma (rodeo) en Virgen del Valle, sobre la ruta cinco, a tres kilómetros de La Rioja, y esa fue la última vez que sus familiares la vieron. Después, supieron lo peor: en un costado de la misma ruta provincial, zona de altos pastizales, estaba su cadáver.

Aunque el principal sospechoso del crimen era un policía provincial, del área de Prevención Urbana de La Rioja, ayer en la tarde un hombre de 26 años se entregó a la justicia local y confesó ser el autor.

Según las investigaciones iniciales, Nadia Joana Moreno no habría muerto donde la halló el baquiano, sino que el asesino la habría torturado y quemado antes de trasladarla. Fuentes policiales explicaron que en el lugar había pruebas del arrastre del cuerpo.

Diego Campos dijo en su declaración que había asistido con la chica al festival de doma ese domingo. Allí él le propuso que fueran novios pero ella lo rechazó. Discutieron y se marcharon de allí. María Elena, una tía de la víctima, contó a una radio local que la familia conocía a Campos desde hacía muchos años, que él y su sobrina eran amigos de la infancia, porque eran vecinos. Una hermana de la chica agregó que el asesino le había propuesto varias veces a Nadia que mantuvieran una relación, pero ella se negaba.

El confeso homicida tenía raspaduras en las manos y en los brazos, que serían signos de haber arrastrado el cuerpo por los pastizales. Campos relató que cuando se fueron del festival de doma, él se enfureció y decidió asesinarla, ese mismo día. La mató en un descampado y luego la quemó con gasoil en el lugar donde la halló el baquiano.

Nadia Joana Moreno vivía en el barrio Aguadita de Vargas junto a sus tres hijos pequeños. El juez a cargo de la causa, Alejandro Arce, dijo que con la confesión del asesino se cierran las investigaciones.