¿Es la crónica roja solamente sangre y sexo? ¿Son estos temas exclusivos del  periodismo sensacionalista? ¿Qué rasgos del  periodismo sensacionalista comparten los medios tradicionales? ¿Es el drama un patrimonio de los pobres? ¿Para qué relatar la tragedia y el delito? Con estas preguntas, comienza el libro La chica mala del periodismo. Crónica Roja en Bolivia.

Las respuestas a estos interrogantes surgieron en un taller que convocó, en noviembre de 2009, a un grupo de once reporteros bolivianos interesados en “rescatar la crónica roja como un género posible del periodismo”. La editora del libro, la periodista Cecilia Lanza, dice en la introducción que “como toda chica mala, la crónica roja atrae y seduce o, cuando menos, provoca sentimientos encontrados”.

Este encuentro tuvo como resultado once crónicas policiales “contadas con apego a la ética, con calidad periodística y con protección de los derechos humanos”, como señala la presentación del texto.

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