PoicíaMetropolitanaLaBocaMAFIACosecha Roja.-

Vecinos de Lucas Cabello declararon en la Justicia que los policías de la Metropolitana intentaron torcer su testimonio. “Declará para salvar al pibe”, les decían, en referencia al oficial. Las amenazas no son nuevas: “Además del accionar criminal de Ricardo Ayala que atacó a Lucas Cabello en estado de absoluta indefensión, existía un estado de policialización violento del complejo habitacional por parte del la Policía Metropolitana y su jefatura política”, dijo a Cosecha Roja uno de los abogados de la familia del joven de La Boca, Nahuel Berguier.

Hace diez días que Lucas está internado por los tres balazos que le dio Ayala, el oficial de la Policía Metropolitana que prestaba servicio en el barrio de La Boca. Los disparos fueron en el abdomen, la mandíbula y los testículos. La fuerza estaba en el Hogar de Tránsito del Instituto de la Vivienda de la Ciudad, en el que vivía Lucas, porque había conflictos intra vecinos. “La policía los amedrentaba y hostigaba en el complejo, incluso a punta de pistola, surge de los testimonios de personas que viven ahí”, contó Berguier. Para él, el contexto en el que se produjeron los disparos al joven, es de “una muy mala política pública por parte del Gobierno de la Ciudad en materia de vivienda, de seguridad y profesionalización de la policía en materia de gestión de los conflictos”.

Carolina, la mamá de Lucas, dijo en conferencia de prensa que espera que los jueces resuelvan pronto el procesamiento de Ayala por intento de homicidio y que la Justicia actúe “sin impunidad” porque a su hijo lo atacaron “de manera criminal”.

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El relato policial, que hablaba de un “enfrentamiento armado” se logró desactivar más rápido que nunca porque los vecinos de Lucas salieron a la calle a contar lo que vieron: el joven de 20 años sólo tenía dos sandwiches de milanesa en la mano cuando el policía le disparó en el abdomen, la mandíbula y los testículos.

Al día siguiente la vicejefa de gobierno María Eugenia Vidal quiso instalar otra versión y dijo ante los medios que lo que le pasó a Lucas se había originado en un conflicto por “violencia de género” pero la desmintieron desde el Subjefe de la Metropolitana, Ricardo Pedace, hasta la familia de Lucas y los vecinos.

Ayala, el policía acusado, quedó detenido ese mismo día y el jueves declaró que se defendió de una “agresión” y que actuó “según los protocolos” pero el agente no pudo explicar por qué baleó a Lucas.

Cuando la familia de Lucas volvió desde el hospital a su casa a buscar unos documentos, se encontró con que la Policía Metropolitana seguía allí.  “Desde el primer momento denunciamos que la misma tarde del hecho la policía intentó ensuciar la escena”, dijo Berguier.

Lo que sigue es la historia de Lucas contada por Camila, la novia y madre de su hija de dos años.

Julia Muriel Domizain – Cosecha Roja.-

Lucas, Camila y la hija de dos años de ambos se despertaron pasado el mediodía. Ella limpió la pieza en la que viven en el Hogar de Tránsito del Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) y le cosió a él un pantalón. Después se bañó, lavó ropa, la secó y puso otra tanda. Mientras, Lucas fue al kiosco de la esquina a comprar dos sándwiches de milanesa. Camila lo vio por la ventana: cuando estaba por entrar, frenó, gesticuló y tiró el cuerpo para atrás. “Yo creo que vio el arma”, contó a Cosecha Roja. Segundos después, se escuchó el primer tiro. Ella salió corriendo a la calle, lo agarró de la nuca, lo sentó y Lucas le pidió ayuda. El Policía de la Metropolitana -que estaba designado en la puerta para mediar un conflicto entre vecinos- disparó dos veces más.

La nena de dos años lloraba y gritaba desde el pasillo de Martín Rodríguez 559. Camila entró, la alzó y la dejó con una vecina. “La agarré con las manos llena de sangre”, contó. Cuando volvió a la calle, ya no pudo levantar Lucas porque estaba inconsciente. Los vecinos lo subieron a un auto para llevarlo al hospital y desde el lunes a la tarde, la vida de Lucas Cabello está en peligro. Lo operaron dos veces en el hospital Argerich y esta tarde lo trasladaron al sanatorio Los Arcos para que le hagan una cirugía en la médula. El oficial de la policía Metropolitana, Ricardo Ayala, quedó detenido y declaró hoy ante el Juzgado de Instrucción 35. Los vecinos de La Boca salieron a la calle instantáneamente y denunciaron que fue otro caso de gatillo fácil.

La pieza en la que vive Lucas está dentro de un Hogar del IVC. “En el barrio hay 21 conventillos que el organismo se comprometió a recuperar. Para eso, llevó a quienes vivían allí a los Hogares. Se suponía que eran unos meses pero están desde hace 15 años”, contó a Cosecha Roja Martina Noailles, Jefa de Redacción del periódico local Sur Capitalino. “Ni los créditos que prometieron ni la recuperación de conventillos sucedieron: sólo arreglaron 2 y hay 8 en obras por una orden de la Justicia”, agregó. Las peleas entre los vecinos aparecen cuando se nota las diferencias en los arreglos el gobierno de la Ciudad en el barrio.

La vicejefa de Gobierno porteña, María Eugenia Vidal contó otra película y después el Jefe de la Metropolitana la desmintió. “En origen es un caso de violencia de género”, dijo Vidal. Según el relato oficial, el policía intervino porque una mujer que vive en el Hogar salió de la casa a los gritos diciendo que su pareja la había amenazado de muerte. “Se le había dado un botón antipánico a la pareja de esta persona y se agregó una consigna policial”, relató la funcionaria. Cuando el agente dijo ‘alto’, Lucas “no atendió el pedido y ahí se generó la reacción de la policía”.

El Colectivo Ni Una Menos repudió el uso de la violencia contra las mujeres para esconder un caso de gatillo fácil: “El Estado porteño se ampara en un problema real -la violencia contra las mujeres- para avalar un accionar en extremo punitivo, sin respeto al debido proceso ni a las garantías constitucionales”, escribió. Esta mañana Pedace aclaró: “La consigna que estaba en la puerta de Martín Rodríguez 559 fue ordenada por una fiscalía de la ciudad para custodiar el interior del domicilio por una denuncia de amenazas de violencia intravecinos”, dijo al programa Casi Despiertos de Nacional Rock.

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El martes Lucas abrió los ojos e intentó hablar. No puede porque le hicieron una traqueotomía. Creen que tampoco podrá volver a mover las piernas. Camila alcanzó a decirle que estaba con él y Lucas sonrió. También le prometió mudarse definitivamente juntos ni bien se recupere. Son novios desde hace más de cinco años, se conocieron en la cuadra. En aquel momento, la familia de Lucas vivía en Necochea y el joven visitaba a su abuela en La Boca. Se gustaron y se mandaron SMS y cartas durante un tiempo, hasta que formalizaron.

La abogada de la familia, Gabriela Carpinetti, dijo a Cosecha Roja que la Justicia debe caratularlo como tentativa de homicidio e incluir dos agravantes: el estado de indefensión de la víctima y la pertenencia de Ayala a una fuerza de seguridad. Ella y su socio Nahuel Berguier pedirán que Ayala sea exonerado de la fuerza. A lo largo de los días, organizaciones sociales, familiares y diputados pidieron Justicia por Lucas y repudiaron la violencia institucional de la Policía Metropolitana.

La Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) acompañó a la familia de Lucas y tomó declaraciones a los testigos. “Estamos ante un hecho gravísimo de violencia institucional que, de acuerdo a las pruebas y declaraciones de familiares y testigos presenciales, configura una tentativa de homicidio calificado”, dijo el titular, Miguel Ángel Palazzani. Y calificó al hecho como un fusilamiento.

“Yo lo vi caer, vi cuando se cayeron los sandwiches”, contó Camila. Su novio es un tipo con carácter, al que le encanta jugar a la pelota y juntarse con los pibes del barrio. Tiene un tatuaje de River en la pierna. Por eso, cada vez que juega Boca de local usa pantalones largos. Carolina, su mamá, escribió una carta que publicó La Garganta Poderosa: “Lucas nació y se crió en el barrio de La Boca. En estas calles, creció jugando a la pelota con los amigos, siempre fue muy futbolero. También, disfrutaba de los domingos en familia, que compartíamos todos juntos. De adolescente, comenzó a interesarse en los instrumentos de percusión y así fue que junto con sus compañeros armó una banda de música. Hoy, Lucas tiene 20 años y junto a Camila construyen día a día una familia hermosa. Su hija de dos años se llama Milena. Ella le cambió la vida a Lucas. Hasta el lunes que pasó, todos los días, a toda hora, mi hijo jugaba y reía con su beba”.

Los fines de semana cuida autos en el Restaurante Il Matarello y cuando tiene un rato, ve películas con su novia. “Él me explica lo que no entiendo”,, contó. Por eso ella lo alienta a que termine el secundario, que dejó en tercer año.

– ¡Dale! ¡Si vos tenés cabeza para estudiar!

FOTO: M.A.F.I.A