violencia de género dibujo

Juliana Mendoza – Cosecha Roja.-

– ¿Cómo quedó embarazada? ¿Usó algún método anticonceptivo? – preguntó uno de los peritos del Cuerpo Médico Forense.

– Usé preservativo.

– Qué dichosos somos, tenemos delante al segundo caso de la Virgen María.

A Feliciana Bilat la maltrataron en todas las etapas judiciales de la causa en la que denunció a su ex marido de abusar de su hija. “Decían que yo era una madre sobreprotectora y que había una influencia muy grande sobre la psiquis de la niña”, contó a Cosecha Roja Feliciana. Hoy en los alegatos la querella pidió diez años y el fiscal Juan José Ghirimoldi la absolución del hombre: citó al SAP (Síndrome de Alienación Parental), no le dio importancia al testimonio de los peritos y acusó a la mamá de tener la responsabilidad.

El SAP describe a mamás mentirosas y a niños influenciados que repiten las historias. “Los funcionarios judiciales deberían abstenerse de usar una herramienta de violencia de género como el SAP. Si una madre es catalogada con ese síndrome, está atrapada. Diga lo que diga, va a ser culpable”, dijo a Cosecha Roja el psiquiatra Enrique Stola.

“Para el fiscal, la nena tiene conductas hipersexualizadas por mi culpa”, dijo Bilat. En sus alegatos, Ghirimoldi tomó en cuenta las declaraciones de los dos testigos que aportó la defensa: un ex novio y una amiga que dijo que Bilat era “muy sucia”. La defensa alegó que Feliciana mintió todo el tiempo, incluso cuando relató los maltratos que recibió ella misma: ocultaba las marcas para que no se vieran porque tenía miedo de que la matara. El 14 de julio el Tribunal Oral en lo Criminal Nº17 dictará la sentencia.

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Feliciana estuvo de novia con el papá de sus hijas poco tiempo antes de irse a vivir juntos. Recién hoy puede decir que la maltrataba. “No lo veía como violencia pero cuando nació mi hija, las agresiones fueron peores”, dijo. La trataba de “puta” y la golpeaba, pero no había violencia sexual. Ella primero respondió a los insultos y a los golpes, pero de a poco empezó a tener miedo. “Me di cuenta de que si yo seguía defendiéndome, me iba a matar”, dijo.

Un día él la empujó contra una mesada, ella estaba en las primeras semanas del segundo embarazo. Logró separarse en marzo de 2009,  cuando su primera hija tenía 11 meses y la otra no había nacido. “Pensé que si me terminaba con la relación, la violencia iba a parar, pero se intensificó”, contó. Él le dijo que se iba a llevar a las nenas y ella lo denunció en la Oficina de Violencia Doméstica. Consiguió una cautelar que se venció a los tres meses y el ex retomó el contacto con las chicas. “Ahí es cuando noté el cambio”, dijo Bilat.

La hija mayor tenía cuatro años cuando empezó a tener actitudes agresivas con su propio cuerpo. Tenía pesadillas con cárceles y con un hombre que le cortaba los ojos a un niño. También volvió a comer pelo, no lo hacía desde que tenía dos años.

– No te asustes, pero no te quedes de brazos cruzados, le dijo la psicopedagoga del jardín.

Las maestras nunca habían notado los comportamientos extraños de la niña. Bilat empezó a investigar por su cuenta: llamó a Ayuda al adolescente y al niño y habló con la pediatra de la hija.

El 29 de abril terminó en el Hospital Álvarez con un equipo especializado en abuso sexual infantil. Los médicos no encontraron lesiones genitales y la psicóloga, en una entrevista de quince minutos, le dijo que todo estaba bien. “La asistente social me dijo que denuncie, pero no por el relato de la nena”, contó.

Cuando salieron del hospital, la nena se tiró al suelo, no quería caminar. Ella la dejó en el jardín y un rato más tarde, las maestras la llamaron para que se la llevara: “No para de vomitar”. En la casa le tomó la temperatura y no tenía fiebre, después se quedó dormida en el sillón. “Me sentía abrumada, estuve quince días investigando y no podía saber si había abuso o no, tampoco se me ocurría quién había sido”, dijo. La hija se despertó unas horas después. Bilat se sentó al lado de ella y empezaron a mirar un programa médico en el canal infantil Discovery Kids.

En ese momento la nena le contó. Al día siguiente Bilat hizo la denuncia.

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Las opiniones de los investigadores fueron diversas. Se hicieron dos juntas médicas y concluyeron que no se podía confirmar ni negar el abuso. La única disidencia la hizo la psiquiatra Virginia Berlinerblau, especialista en niños y adolescentes.

“Tenés dos malas noticias, yo renuncié y a él lo sobreseyeron. Tenés tres días para apelar porque si no se cae la causa”, le dijo el abogado. En tres días consiguió nuevo defensor y logró que la Justicia levantara el sobreseimiento al ex. Fue procesado e imputado.

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– Yo a él lo tengo en mi corazón pero no lo quiero ver más.

Esa fue la frase que le dijo la niña a Berlinerblau, la especialista que afirma que hubo abuso sexual. En su declaración, relató los sentimientos ambivalentes hacia el papá. Cuando ella lo dibuja, incluye los genitales, cuando juega con muñecos hace que se besen y los desnuda.
“Confío en que este tribunal no va a ser como el de Piombo y Sal Llargués. Pareciera que nos castigan por ser mujeres y lo que queremos hacer es proteger a nuestras hijas. Vos denunciás para protegerlas y te castigan”, dijo Bilat. Durante el juicio, la defensa se encargó de echarle la culpa a la mamá. Una ex amiga de ella dijo que “era muy sucia”. A una ex pareja le preguntaron cómo eran las relaciones sexuales entre ellos. También se cuestionó el vocabulario de la niña. “Se hizo alusión a la culpa de la mamá pero a mi no me están juzgando”, dijo.

Ilustración: Kit Kitsch / Infojus Noticias

[Nota publicada el 3/7/2015]