06

Mientras miles de manifestantes escapaban de la represión, Daniel Corona de 23 años volvía de trabajar.  Cuando abrió la puerta de su casa de Virrey Cevallos al 100 vio a un hombre que venía corriendo. Pensó que escapaba de la cacería policial.

—Pasá —le dijo. Y se corrió para que pudiera refugiarse en su casa.

El que corría no era un manifestante, era un policía de civil que lo agarró de la remera y lo tiró al piso. Cuando cayó, un grupo de uniformados se le tiró encima. Le precintaron las manos y lo llevaron unos 150 metros metros hasta donde estaban las camionetas de traslado, junto al vallado policial. En vano sus familiares intentaron explicar que no había estado en la manifestación, que volvía de trabajar y vivía ahí. Solo permitieron que la madre le entregara el inhalador que usa cuando le cuesta respirar.

Daniel es una de las 64 personas detenidas tras la masiva movilización al Congreso contra la reforma previsional. La mayoría fueron detenidos al voleo en los alrededores del Congreso, cuando los enfrentamientos ya habían terminado. Tres de ellos fueron capturados durante la madrugada cuando participaban de la segunda movilización del día hacia el Congreso.

“El policía que declaró no fue el de civil que me detuvo, era otro”, contó a Cosecha Roja Daniel. El uniformado dijo que lo vio tirando piedras, que en la mochila le encontraron una gomera y piedras. “Lo único que tenía era la ropa del trabajo”, se defendió él. Estuvo hasta la 1.30 en la comisaría 30 de Barracas. Compartió celda con Francisco Scarzella, un periodista de FM La Patriada que fue detenido junto a otros tres compañeros.

Francisco y sus compañeros de la organización social Proyecto Comunidad, que agrupa a FM La Patriada y otros proyectos comunicativos, laborales y sociales, se fueron de la Plaza alrededor de las tres y media de la tarde. Se reagruparon en la esquina de Santiago del Estero y Avenida de Mayo, el punto de encuentro preestablecido. “La Policía entró por Santiago del Estero. Venían en motos disparando balas de goma”, contó a Cosecha Roja Diego Murrone, uno de los integrantes del grupo. Se refugiaron en la entrada de un edificio. Eran entre 15 y 20 personas: periodistas, manifestantes y vecinos que no habían ido a la marcha que se entrelazaron con los brazos.

—Muévanse, muévanse —les gritaron.

Los arrinconaron y les dieron palazos. A Diego le abrieron una herida encima del ojo. Los policías detuvieron a siete compañeros de la FM La Patriada. Tres fueron liberados y los cuatro restantes fueron trasladados a tres comisarías diferentes.

En los centros de detención encontraron a otras personas que habían sido capturadas al voleo. Un joven de unos 25 años salió de la casa, a pocas cuadras del Congreso, y se acercó por Callao. Se encontró con un grupo de policías de la CIudad que abrió el vallado y persiguió a los que caminaban por ahí. Un agente le apuntó con una escopeta, le ordenó que se arrodillara y se lo llevaron. Nunca había participado en una manifestación. A un paciente psiquiátrico de 50 años lo detuvieron mientras caminaba por la calle. “Aparecieron cuatro a cinco sin escudos, me agarraron y me llevaron como si nada”, contó cuando lo liberaron. La escena quedó registrada en un video que circuló por Whatsapp.

Las abogadas Claudia Cesaroni del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (CEPOC) y Elizabeth Gómez Alcorta, presidenta del Movimiento de Profesionales para los Pueblos, visitaron anoche una de las comisarías y entrevistaron a los siete detenidos alojados ahí. “Los relatos eran bastante similares: un chico nos contó que estaba apoyado en una pared protegiéndose y lo fueron a buscar, otro contó que estaba estacionando la moto y lo agarraron al voleo”, explicó a Cosecha Roja Cesaroni.

La cacería policial se convirtió en una constante en las movilizaciones en la Ciudad de Buenos Aires. La marcha del 8 de marzo por el Paro de Mujeres terminó sin incidentes. Dos horas después, cuando algunas cenaban en pizzerías de la zona y otras volvían a sus casas, comenzó la razzia: 20 mujeres y cuatro varones fueron detenidos. Del relato de las personas detenidas surgió que algunas habían salido de una pizzería, otras estaban en una parada de colectivo y otras tomando fotos y videos con los teléfonos celulares. Los videos demostraron que las personas no se resistieron y fueron atacadas por la policía, algunos de ellos de civil y sin identificación.

El 1 de septiembre la metodología se repitió: 22 personas fueron detenidas cuando ya había terminado la movilización para exigir la aparición con vida de Santiago Maldonado. Algunos de ellos ni siquiera habían participado de la movilización a Plaza de Mayo. La misma lógica aplicó Gendarmería en las dos marchas anteriores al Congreso contra la ley de reforma laboral.

Otro factor común en los operativos policiales es la acusación por “intimidación pública”, un delito federal que prevé una pena de hasta 10 años para quienes infundan “un temor público”. En las detenciones de ayer, la mayoría de los 64 detenidos fueron acusados por este y otros delitos menores como lesiones, daño y resistencia a la autoridad.

“No creo que esta se la circunstancia que se dio en la manifestación de ayer. En primer lugar, a priori, ninguno de los detenidos es de aquellos que estaban en la primera línea arrojando piedras”, explicó a Cosecha Roja el defensor general adjunto de la Ciudad de Buenos Aires, Luis Duacastella.

“La actuación policial ayer fue la misma que en las manifestaciones anteriores. Lo único que cambió fue la manera en que actuó el juez”, explicó el abogado Adrián Albor. Los jueces Marcelo Martínes de Giorgi y Claudio Bonadío, que intervinieron tras las marchas por el aniversario de la desaparición de Santiago Maldonado y contra la reforma previsional, confiaron en la versión policial y mantuvieron a los detenidos incomunicados por más de 24 horas. Ayer, el juez Sergio Torres ordenó la liberación de casi todos los detenidos después que corroborar los domicilios, los antecedentes y tras ser revisados por un médico.

Foto: Gala Abramovich