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Por Juan Palomino*

La historia de la humanidad está impregnada del protagonismo masculino. Y en estos tiempos donde la construcción del poder del Estado es la desconstrucción de la política, es fundamental el rol de la mujer que empieza, desde lo más alto y desde lo más bajo, a cuestionar la depolitización de todos los actos de la vida. Ustedes, mujeres, hermanas, novias, hijas, amigas, nos enseñan que hasta el más mínimo gesto es político.

En lo que va de este siglo, su presencia en todos los órdenes de la vida pudo modificar esa vieja idea tradicional de que venían a la faz de la tierra, por así decirlo, delicadamente, como algo arraigado a la espera, el cuidado y la atención del  hombre proveedor. Y ser atentas y sacrificadas, sí, en el acto de la procreación.

La mujer a través del tiempo ha sido arrasada y recluida en su condición de objeto reproductor. El hombre, en cambio, fue el guerrero, el referente, el modelo, y ocupó y ocupa un espacio de tiempo que define los lugares del poder. Y se afianza y reafirma en esa condición.

Ejerzo un oficio bastante particular. Ser actor, un oficio que se acerca más al juego, ha ocupado un papel fundamental en la construcción de realidades paralelas. Desde el arte dramático del teatro antiguo, donde la mujer por su condición estaba excluida. En aquel arte, el protagonismo fundamental lo ejercían los dramaturgos, y ese rol estaba vedado a las mujeres. Más adelante en el tiempo, la dramaturgia se afianza en la construcción de historias donde, además, el varón es protagonista de una gran cantidad de atmósferas donde la imagen patriarcal es inquietante y repetitiva, inoculada en una sociedad lacerada por sus propias contradicciones.

El arte no ha sido ajeno a la impronta de reafirmar el concepto patriarcal y machista. Es así que aparecen autores y personajes dentro de la cultura contemporánea, como por ejemplo Tennessee Williams y su monumental obra “Un tranvía llamado deseo”.

Durante años pudimos ver en el cine a Marlon Brando en el personaje de Stanley Kovalsky, un hombre que somete, provee y al mismo tiempo manipula ese universo femenino que forma parte de su vida. En este caso a su mujer Stella, y más adelante a su cuñada Blanche. Hay en la genealogía de Stanley, hijo de inmigrantes polacos, perteneciente a la clase obrera, un potente componente machista autoritario. Y hay una frase en una de las escenas más importantes de la obra, donde él, su mujer y su cuñada, recién llegada a la casa de la pareja, están cenando. Stanley escucha, observa y atiende las maneras de su cuñada que proviene aparentemente de una clase alta del sur de Estados Unidos, el sur esclavista. Hasta que llega un punto en que el hijo de polacos estalla de ira, arroja los platos de la mesa en un acto brutal, magníficamente actuado en el cine por un Marlon Brando, que hacía sus primeras apariciones. El autor Williams le hace decir al violento Stanley: “¡Como me dijo Huey Long, todo hombre es un Rey y yo soy el Rey en esta casa!”.

Esa frase, ese ataque de llanto que toma a Blanche, la cuñada , marca una cruda realidad no dicha o aceptada por generaciones con respecto al funcionamiento de los vínculos hombre/mujer, poder/sensualidad y el constante estado de indefensión de la mujer. Esa frase conlleva la mordaza, lo que Blanche no puede alcanzar a decir, a gritar: “¡No! ¡No quiero, no acepto, no deseo! ¡No te lo permito! No, no y no…”.

Los hombres tenemos que acompañar a las mujeres. Hacernos cargo, responsables, y pelear por su libertad, por su derecho a decidir. No somos reyes ni patrones. Queremos que las mujeres cuenten con nosotros para emanciparse, para ser libres y estar vivas. Quiero decir aquí, y manifestarlo públicamente, que apoyo decididamente y sin vueltas la soberanía total sobre sus cuerpos y sus tiempos. Vengo a decir sí a la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Vengo a decir: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. Vengo a acompañarlas para que juntos tomemos el destino en nuestras manos.

*Actor. Secretario General  de la Asociación Argentina de Actores.