El agente secreto de Pinochet, condenado por el asesinato del General Prats y su esposa, vivía encerrado en un pequeño departamento en el centro de Buenos Aires. Sólo salía para comprar cigarrillos. A los 66 años, pasaba horas sentado frente a la computadora seduciendo jóvenes porteños. Leer en Anfibia