Reseña. Hubo un tiempo en que Estados Unidos cantó loas a la cocaína y la convirtió en la estrella de la medicina legal. Ocurrió en las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años de la centuria pasada, cuando el país del norte compraba grandes cantidades de coca peruana, que también cruzó el Océano Atlántico para triunfar en Europa. A partir de 1910 y hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, señala Gootemberg, Estados Unidos viró su posición sobre el uso de la cocaína: restringió los usos médicos, estigmatizó a cocainómanos (los que consumían con fines no médicos) y proveedores e inició una cruzada universal para controlar las drogas. Perú soportó la crisis y siguió con su producción de cocaína legal. En los siguientes treinta años Estados Unidos profundizó la demonización de la droga que un siglo antes había alabado. La potencia de Occidente logró instaurar un régimen glotal de prohibiciones a la cocaína y los gobiernos andinos controlaron la producción de la droga hasta penalizarla. A partir de los ’70 aumentó el consumo de cocaína en Estados Unidos, mientras la guerrilla y los paramilitares estimularon y protegieron la producción de coca.

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