ericasorianoCosecha Roja.-

De: Daniel Lagostena

Para: Erica Soriano

Yo trabajé y me esforcé logrando cambios para que las pesadillas vividas sean historia, haciéndome cargo, aceptando, reflexionando, y no volví a molestarte con paranoias e inseguridades, se acabaron las lágrimas, el desvelo, los celos desmedidos y tenemos paz, ¿por qué te cuesta tanto ponerle voluntad para no desencajarte cuando recibís una crítica?

Daniel Lagostena desconfiaba y celaba. Para él, Érica tenía amigos varones que él no conocía, se maquillaba de más y cantaba canciones con entusiasmo. “No es que no tengo motivos para volver a mis malas noches, yo pongo la mejor”, le escribió en un mail unos meses antes de la desaparición de la mujer. Cinco años después, la familia sigue buscando la verdad y cree que Lagostena la mató y la cremó. Los investigadores nunca encontraron el cuerpo pero si tienen las evidencias que incriminan al hombre de 51: los correos que se enviaban develaron los celos y el control de una varón enfermizo.

De: Érica Soriano

Para: Daniel Lagostena

¿Llamás vos reflexión a tener detalladamente por puntos cada una de las cosas que te afectaron imprudentemente, y que por algún lado siempre de una manera u otra elegís que yo me entere?

Hasta el mail que te mande veníamos bien, bah, en realidad no te iba a escribir. Me pareció importante aclararlo porque por tus acotaciones, para cualquiera que te escucha, yo sería Cruela DeVil (la mala), y vos uno de los cachorritos.

El 21 de agosto de 2010, Érica iba a ir a visitar a su madre, María Esther, en su casa en Villa Adelina, provincia de Buenos Aires. Como no llegaba, la mujer llamó a la casa de su hija. Atendió Lagostena.

-Se habrá perdido- contestó fríamente cuando María Esther le preguntó por qué Érica no había llegado.

Lagostena está imputado por “homicidio agravado en el contexto de violencia familiar y privación ilegítima de la libertad coactiva”. Según su declaración, el día que Érica “se fue de la casa” empacó ropa, unas botas y dejó la cartera. La familia sabía que eran prendas que nunca usaba, los investigadores después las encontraron en la casa de Lagostena. Antes de un allanamiento, él había prendido el hogar a leña de su casa un día de 29 grados de calor. Después la policía encontró trozos de ropa interior femenina que habían sido quemados. Ese día encontraron manchas de sangre lavadas. Los peritos no determinaron de quién era pero los resultados arrojaron que se trataba de una mujer.

Hoy habrá un último acto por el aniversario de la desaparición en la plaza de Villa Adelina, en la provincia de Buenos Aires. Es el último porque Ester, la mamá, quiere cerrar un ciclo aunque ella sabe que la única forma de hacerlo es sabiendo exactamente qué le pasó a su hija.

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Érica y Lagostena se pedían disculpas y declaraban su amor por mail. “Sinceramente lamento con el alma este episodio de anoche. Siempre va a haber algún obstáculo a sortear en nuestro camino. Decirte que sos mi vida no es nada original, pero es la verdad. No más peleas, es ir para atras, por favor amor”, le escribía él.

Ella sabía que él era celoso y desconfiaba de ella. “Nunca nada estuvo más lejos de ocultarte un regalo aunque fuera lo más normal. Me sorprendió la pregunta, yo nunca te lo hubiera preguntado, pero nunca lo entendiste así, ni siquiera se te pudo ocurrir. Tu manera de dirigirte era atacante, ¿por qué reaccionás siempre dudando y pensando lo que no es? Creo que quedaste muy marcado, y tu inseguridad, en general, mi edad o la tuya y mi personalidad son condimentos no compatibles con tu persona”, le escribió ella en un mail, Lagostena la llamaba “cruel” y ella se defendía.

“¿Sabés cómo me siento? Que me endulzás con las cosas más ricas y después me das un vaso de ácido muriático para bajarlo. No sé cómo sigue esto, si sé que tu desconfianza injustificada, no me hace nada bien, me supera”, le dijo ella.

La pareja duró un poco menos que un año. Se conocieron en diciembre de 2009 y meses antes de su desaparición, Érica y su hija Florencia -que hoy tiene 17 años- se mudaron a la casa de él en Lanús.  Florencia era hija de otra pareja, después de un tiempo de vivir con Lagostena, ella se mudó con el papá. “No quiero saber más nada con ese hombre”, le dijo a su mamá cuando se fue.  Florencia pasaba gran parte del día en la casa con Lagostena, que no trabajaba. Él vivía de los padres y de lo que ganaban sus parejas.

“No tenes idea como lamento lo de anoche. Todo estaba tan bien que me sorprendió muchísimo encontrarte así, y a la lógica preocupación le agregue una angustia a la que en ese momento vincule equivocadamente a ALGO entre los dos. Al querer ahondar me desubiqué haciendo lo menos oportuno, ofendiendome en mi impotencia, te hice pagar los platos rotos de mi pasado”, le dijo él en un correo.

Un mes después de la desaparición de Érica, trascendieron antecedentes violentos de Daniel Lagostena. Tres ex parejas contaron la violencia física y psicológica al que el hombre las sometía. Una de ellas, su ex esposa, habría dicho que “una vez estuvo al borde el estrangulamiento” y que la había “llenado de moretones”. Con esa mujer, Lagostena tiene un hijo de 20 años, al que por muchos años no pudo ver por orden judicial. El hombre se quejaba en un fotolog titulado “Pollo de mi huevo”, en el que nombra al hijo y dice estar “24 horas por día en el infierno por no tenerte”.