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Cosecha Roja.-

Celina tiene 22 años, vive en Villa Astolfi (Pilar) y trabaja como empleada doméstica. El miércoles tuvo que dejar a su hija de dos años al cuidado del padrastro. Cuando volvió la niña se desvaneció en sus brazos y murió: tenía marcas de golpes, mordeduras, quemaduras y abuso sexual. El hombre intentó fugarse pero fue detenido. El domingo pasó algo similar en Flores: ella salió a trabajar y dejó a sus hijos de 5 y 8 años bajo el cuidado de su pareja. La niña vio cómo él le pegaba a su hermanito menor, que murió horas después en el Hospital Piñero. Son ‘femicidios vinculados’. “Los niños son una herramienta para destruir psíquicamente a la mujer a la que consideran su propiedad”, dijo a Cosecha Roja Fabiana Tuñez, de la Casa del Encuentro.

Según datos de la Asociación, en 2014 hubo 29 femicidios vinculados y, desde 2008 hasta entonces, suman 163 los asesinatos de personas del entorno de las mujeres con el objetivo de castigarlas. “Cuando el agresor siente que pierde el poder sobre la mujer empieza a buscar estrategias para castigarla. A las personas de su entorno las considera como un objeto más de pertenencia y las utilizan como poder”,  dijo Túñez.

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Celina volvió de trabajar pasadas las siete de la tarde y notó que la niña estaba fría. Atinó a abrigarla pero la beba se desvaneció. Salió a la calle con ella en brazos, paró un auto y la llevó al Hospital Hugo Meisner, en Derqui. Los médicos hicieron la denuncia a la policía: el cuerpo de la nena tenía lesiones en los genitales, un hematoma en el ojo izquierdo, golpes por todos lados, marcas de mordeduras y quemaduras de cigarrillos. Tenía los dos glúteos como si la hubieran sentado sobre algo caliente. “El abuso es como la violencia: en algunas núcleos familiares está naturalizado. Los niños suelen decir que las madres no les creyeron. Es muy importante que actúe alguien externo que identifique los signos”, dijo a Cosecha Roja la psicoanalista Miriam Maidana.

La policía de la comisaría 2da. de Pilar inició la investigación, entrevistó a la madre de la nena y le pidió una descripción de su pareja. El comisario envió a los agentes a la casa pero el hombre ya no estaba. Cuando se enteró de que la niña había fallecido quiso escapar. Los oficiales dieron el alerta y un móvil lo encontró en una parada de colectivos de Villa Astolfi: tenía un bolso con ropa y tres tarjetas SUBE.

El hombre de 25 años quedó  imputado de “homicidio simple y abuso sexual agravado por la situación de convivencia por orden de Carolina Carballido, titular de la Unidad Funcional de Instrucción de Violencia de Género de Pilar. Ahora debe decidir si la madre también queda detenida o si era víctima. La fiscal es la misma que pidió que Yanina -la mujer acusada de abandono de persona porque su pareja mató a su hija- vuelva a la cárcel. Cuando el hombre declaró negó haber lastimado a la niña, dijo que se cayó del inodoro y acusó a la madre de no haberla llevado al médico.

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Cuando los violentos usan a los niños para castigar a las mujeres

El domingo la mamá tuvo que salir a trabajar. Sus hijos (un varón de 5 y una nena de 8) quedaron bajo el cuidado del padrastro en el departamento en Flores en el que vivían. Horas después el niño falleció en el Hospital Piñero. La niña contó que el hombre le pegó porque se había puesto el pantalón al revés. Leandro Sarli quedó imputado por homicidio agravado y se negó a declarar. Los abuelos lo acusaron de golpeador y la autopsia mostró golpes nuevos y otros de larga data.

En abril de 2015, Sebastián Gutiérrez ofreció a su hijo por 26 mil dólares en un grupo de compra y venta de Facebook para amenazar a su ex. “Mi novia me dejó ayer y la verdad no tengo dinero ni tiempo para mantenerlo así que lo pongo a la venta”, posteó el joven mexicano. En la publicación, dijo que quería demostrarle a su ex pareja de lo que era capaz. En un par de horas, se viralizó y llegaron mensajes de rechazo y hasta amenazas de muerte. Gutiérrez respondió que era “una broma para llamar la atención”.

En julio de 2015, Lucas Dogliotti le pegó a Mía, una niña de un año y dos meses. La agarró mientras la bebé lloraba, la hizo desnudar, la tiró al piso, la golpeó con un palo y la pateó. Le reprochaba que no callaba el llanto de su hija. Mía no paraba, tenía un año y dos meses. Lucas la agarró de los tobillos y la metió de cabeza en el agua del lavarropas para que se callara. Una y otra vez. Mía seguía llorando. La última vez le dejó la cabeza sumergida durante un minuto y medio.

Gonzalo Larrizalde iba a llevarle por primera vez la cuota alimentaria a Paula Acosta, en septiembre de 2014. Tenían una hija en común: el ADN que hicieron en mayo del año pasado confirmó que Martina era hija de Gonzalo y la Justicia determinó que él debía darle 1400 pesos por mes. Ese día él le mandó un mensaje avisándole que iba a hacia allá y que llevaba la plata y un peluche “para la gorda”. Ella bajó con la niña y nunca más la vieron viva. Las encontraron en una alcantarilla: Paula estaba muerta y Martina viva pero deshidratada y con un cuadro de hipotermia. Tenía dos hijos de otra pareja, de  14 y 16 años, y fueron los que tuvieron que denunciar que no estaba su mamá.

Cristian Méndez quedó detenido como único sospechoso de haber incendiado la casa de su ex mujer en Merlo el 8 de mayo. Ella, la pareja y sus hijos Briana, Ian, Yael, Shakira, Alejo, Mayla, Gastón y María Karina no pudieron escapar del fuego porque la casa estaba tapiada: vivían atrincherados porque Méndez los amenazaba. Murieron todos. La noche de Navidad Méndez se suicidó. Ella lo había denunciado siete veces por maltratos y amenazas, pero una sola está asentada en la comisaría III, en Parque San Martín, Merlo.

Alejandro Báez convivía con Laura Vázquez hacía dos años. El 4 de abril a la noche la llevó hasta la Ruta 40 y el camino de los Siete Lagos, en San Martín de los Andes, cerca de un tramo que no tiene protección para los autos.La camioneta en la que viajaban cayó al lago Lácar:  A Laura la encontraron muerta y a él lo siguen buscando. Los familiares de la joven dijeron que tenían una relación violenta y la policía cree que Báez se tiró para matarla.