madariagaPor Cosecha Roja. –

Teresa Tisera se quedó muda cuando llegó a Madariaga. Los vecinos le repetían, uno tras otro, lo que les había dicho el comisario: “El caso ya caducó, el pibe se suicidó en el calabozo”. Ella dice: “No podía creer el hermetismo que había en el pueblo, nadie hablaba del caso de Damián. Nadie sabía que habíamos movido cielo y tierra para que a mi hermano se le practique una segunda autopsia”.

Esa segunda autopsia, asegura Teresa, da cuenta de algo que la primera ni mencionaba: Damián había sido brutalmente golpeado.

-A mi hermano le encontraron alrededor de 60 hematomas en el cuerpo. Tenía una costilla fracturada. Hundimiento de cráneo. Golpes en la cabeza desde la frente hasta la nuca. El primer perito, el doctor Marcelo Isaac Dabbah, sólo tenía que girar el cuerpo para darse cuenta que mi hermano había sido molido a golpes: la espalda era un solo hematoma.

-¿Qué los movilizó a pedir una segunda autopsia?

-Que los testigos habían sido muy claros: Damián entró chorreando sangre a la comisaria. Y el primer perito no dio cuenta de ningún golpe. Si no exigíamos una reautopsia, y no pedíamos que nos entreguen el cuerpo mediante un habeas corpus, mi hermano ya estaba enterrado. Y el caso quedaba en un cajón.

Lo que dice Teresa es que si no fuera por ella, sargento de la seccional 15 de Mar del Plata, y el resto de su familia, Damián Sepúlveda sería apenas un número más: otro tipo que se ahorca en una comisaría de la Argentina.

Damián murió en un calabozo de la seccional de Madariaga, provincia de Buenos Aires, la madrugada del domingo 13 de enero. La policía se apuró a decir que se había ahorcado con su propia remera. A la familia le sonaba a cuento chino. Sobre todo después de que los resultados de la primera autopsia asegurara que había muerto por asfixia mecánica cuando varios testigos decían que había entrado a la comisaria chorreando sangre. Tisera, y toda su familia, movieron cielo y tierra para que le realizaran una segunda autopsia.

El 6 de febrero fue la primera y única vez que Teresa se encontró con el cuerpo de su hermano. Dice que la bolsa negra de la morgue estaba sin rotular y que tenía el cierre roto. “Por el olor a podrido que largaba era evidente que no había sido conservado en frío como dicta el protocolo. No quedan dudas que querían entorpecer los análisis. La pregunta es ¿a quién querían encubrir?”.

“Mi hermano fue brutalmente golpeado hasta morir”, dice Teresa. “Le exigimos al Fiscal Calderón que cambie la caratula de la causa, que era de averiguación de causal de muerte, por la de homicidio. Porque a mi hermano lo mató la policía de Madariaga”.

-Que son sus compañeros de fuerza.

-Te digo la verdad, a mi no me interesa formar parte de esta policía. Su función es la de proteger a la ciudadanía. Y estos tipos son un insulto al uniforme.

Teresa dice que, como miembro de la fuerza, tiene bien claro que ante cualquier denuncia de este tipo se aparta a los policías hasta que termine la investigación. Por eso no entiende cómo no hubo ningún policía de Madariaga suspendido. Pero además le cuesta entender la complicidad civil. “A mi hermano lo atendió un médico que firmó un parte antes que lo detengan en el que, según dijo, no presentaba lesiones y sólo tenía aliento etílico. Si estas lesiones las tenía antes de que lo demoraran ¿porque lo llevaron detenido si tendrían que haberlo internado en el hospital?”

Para Teresa, con los resultados de la segunda autopsia en la mano, no hay ninguna duda: “Mi hermano nunca se ahorcó. Lo molieron a golpes. Se dieron cuenta que se les fue la mano. Y lo colgaron para encubrir todo. Acá hay que investigar qué pasó dentro de la comisaría para saber quién fue el que lo mató”.

La madre de Teresa le pregunta a diario por su hermano: “¿Y mi hijito? ¿Dónde está el cuerpo del Dami?”. Ella dice que se le hace un nudo en la garganta y no sabe que responder. “¿Que se supone que le tengo que decir a mi madre? Hace más de un mes que murió y yo sólo pude despedirme desde lejos. Vos vieras la manta con la que lo habían envuelto en la morgue de Lomas de Zamora, como si mi hermano fuera un perro”.