Por José Alonso Torres desde Guadalajara, México –  Cosecha Roja.


La espesa nube de humo que se elevaba en la zona centro de Guadalajara, la capital de Jalisco, poco después de las 14:00 horas del viernes pasado parecía un incendio, como si ardiera una casa. Pero cuando en el horizonte comenzaron a brotar nuevas columnas negras en otros puntos de la zona metropolitana invadió la certeza de que algo andaba mal. El miedo creció proporcionalmente al ruido de patrullas, ambulancias y carros de bomberos que cruzaban las calles en todas direcciones.

El temor tiene un gran aliado en la desinformación y ésta termina destruyendo la confianza. Hasta hace un par de años, Guadalajara, conocida como la Perla de Occidente, se consideraba un oasis aislado del clima de violencia e inseguridad que abatía a otros estados de México. Incluso en la década de los 80, se convirtió en una ciudad a la que los grandes capos mandaban a su familia a vivir por considerarla un territorio neutral.

El viernes, con los helicópteros de las fuerzas policíacas  recorriendo el cielo tapatío en trayectorias frenéticas sobre las hogueras de metal y hule, pocos estaban enterados de que la historia en realidad había comenzado una hora y media antes cuando miembros del Ejército Mexicano ejecutaron una operación armada para capturar a líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en  Lomas Altas, una colonia de la ciudad en donde soldados y delincuentes se habían atacado con armas de grueso calibre y granadas. La reacción de los subordinados fue furiosa, pero bien orquestada.

El primer camión fue incendiado en la Avenida Enrique Díaz de León y Avenida de los Maestros aproximadamente a las 14:00 horas, unos minutos después, a 24 cuadras de ahí, a un minibús de la ruta 625 que circulaba por Miguel Blanco y Rayón le prendían fuego; poco a poco empezaron a reportarse nuevos incidentes en varias zonas  y carreteras de la mancha urbana y el interior del estado; el modus operandi era el mismo: grupos de hombres armados paraban los automotores, bajaban a los tripulantes y arrojaban bolsas de plástico llenas de combustible para  encender los vehículos. ¿Las autoridades? permanecían calladas, ni un solo dato que tranquilizara, ni una sola voz oficial que llamara a la calma. A Jade Ramírez una reportera de Radio Universidad de Guadalajara un tipo vestido con uniforme negro le arrebató su celular en plena transmisión en directo. Los reporteros se lanzaron a la calle sin saber qué estaba pasando.

Si las autoridades presumían una capacidad de respuesta organizada, los criminales habían dejado claro su nivel de organización rápida y eficiente. Al tratar de apagar un tráiler incendiado en la carretera hacia el Aeropuerto los bomberos se quedaron sin agua.

A las 15:00 horas ya estaban envueltas en llamas varias unidades del transporte público y vehículos particulares cuando de manera extraoficial trascendió que dos pesos completos del cártel habían sido capturados y surgieron los nombres de Erick Valencia Salazar, alias el “85”y su lugarteniente Otoniel Mendoza, alias “Tony Montana”. Los responsables federales y estatales de la seguridad callaban.

De manera oficial se reportaron 16 narcobloqueos, 11 de ellos en la capital del estado y 25 vehículos incendiados en todo Jalisco, provocando caos vial y casos de histeria ante una situación  donde reinaba la incertidumbre. Las autoridades estatales y de la federación permanecieron herméticas y la información oficial fluyó a cuentagotas en un par de ayuntamientos. Las especulaciones y los rumores llenaron los vacíos de información con leyendas urbanas y vaticinio de tragedias por venir, los números de emergencia comenzaron a recibir llamadas falsas.

La contingencia tomó por sorpresa a una población acostumbrada a pensar que los tiroteos en las calles, el incendio de automotores y los fuertes despliegues de fuerzas armadas sólo ocurrían en las ciudades conflictivas del norte del país donde los grandes cárteles de la droga tienen asentados sus dominios.  El ulular de las patrullas se amplificó por instinto preventivo, no por costumbre de escucharlas con tanta frecuencia.

Erick Valencia Salazar, conocido como “El85”es identificado como uno de los líderes del cártel que tomó fuerza con la caída de Ignacio “Nacho” Coronel, representante en la plaza de Guadalajara del Cártel de Sinaloa y quien fue abatido por los militares en el 2010. El 85 fue uno de los miembros del Cártel del Milenio pero abandonó las filas de la organización junto con Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”  para sumarse al nuevo grupo. Al principio estuvieron bajo el cobijo de Nacho Coronel, al morir él, ellos asumieron el control del cartel.

El CJNG no sólo adquirió celebridad por sus operaciones de tráfico de drogas, su existencia tomó fama cuando a través de videos subidos a YouTube y en narcomantas se promulgaron como los “Matazetas”, declarándole la guerra a los Zetas, el grupo del crimen organizado más sanguinario de México.  En octubre del año pasado, el CJNG se atribuyó  el escándalo de los 35 cadáveres tirados en una vía pública en Veracruz y la acusación de que los muertos eran colaboradores de los zetas. La respuesta llegó un mes después cuando en la madrugada aparecieron bajo los Arcos del Milenio, un inacabado monumento en Guadalajara, 26 cuerpos amontonados en 3 vehículos. El macabro “regalo” era un mensaje para el CJNG.

Los reportes de nuevos ataques alimentaban la crisis en la ciudad. Una línea del transporte público anuncio la suspensión del servicio mientras unidades de otras rutas preferían parar o ya no recoger pasajeros. Las redes sociales como twitter y facebook se atiborraron de comentarios, leyendas urbanas, chismes y reportes ciudadanos en los que no se podía determinar su veracidad.

“Se informará una vez pasada la contingencia”, fue el mensaje del Gobernador del Estado, Emilio González Márquez, en su cuenta oficial de Twitter a las 16:09 horas, más de 3 horas después de que iniciaron los enfrentamientos.  Cuatro tweets representaron la única respuesta oficial de la máxima autoridad en Jalisco y después, de nuevo el silencio. Se anunció una rueda de prensa a las 18:30 horas en la Casa Jalisco, donde el Gobernador estaba reunido con su gabinete de seguridad en medio de un fuerte operativo que blindó las calles aledañas con guardias armados y dos helicópteros sobrevolando la zona.

Cuando por fin salió a dar la cara a los medios, el Gobernador dio un mensaje que duró menos de 3 minutos y en el que se limitó a informar lo que la gente ya sabía de antemano por los medios de comunicación. Leyó datos ya conocidos, no aceptó preguntas y se retiró de la sala.

El Gobernador jalisciense no es muy pródigo en dar información referente a la inseguridad. El 1 de febrero del 2011 se registraron en la ciudad 7 bloqueos que fueron atribuidos al cártel La Resistencia ( rivales del CJNG), en esa ocasión convocó a una reunión a los principales directivos de los medios de comunicación para pedirles que minimizaran los hechos para no “alarmar” a los ciudadanos y no afectar la imagen de Guadalajara, que meses después sería la sede de los Juegos Panamericanos.

Las autoridades intentaron negar que personas inocentes fueron afectadas por los narcobloqueos: un hombre que murió calcinado en uno de los incidentes fue señalado como miembro del grupo delincuencial, luego se confirmó que en realidad era el conductor de uno de los autobuses que no alcanzó a escapar de las llamas; el asesinato de una niña de 7 años que cayó por una bala perdida en una balacera ocurrida a cinco cuadras de uno de los bloqueos fue catalogado oficialmente un día después como víctima de un percance “entre particulares”.

A las 22:00 horas del viernes, 16 detenidos fueron presentados en la noche como miembros del grupo delictivo. Este domingo la procuraduría de justicia estatal liberó a 4 de ellos al reconocer que no tenían nada que ver con el crimen organizado, habían sido detenidos de manera arbitraria y los soltaron tras una disculpa.

Alejandro Dumas apuntó que los peligros desconocidos son los que causan más miedo. El daño ya estaba hecho, el temor y la paranoia reventaron el inicio del fin de semana dejando como saldo ausentismo en las escuelas por la tarde y bares y restaurantes semivacíos por la noche. Después de los embotellamientos por los bloqueos la gente ya no quiso salir de sus casas. La ciudad se quedó callada. La detención de quienes fueron catalogados como importantes delincuentes no abatió la sensación ciudadana de que el riesgo no había desaparecido. En un desierto de inseguridad que cada día se hace más grande en el país, el oasis se transformó en espejismo, por lo menos durante un viernes oscuro.

 

Fotos: Galería El Universal.com.mex