exhibidor de tortasGuillermo Elia-. Cumplía cadena perpetua por asesinar en el 2005 a dos empleadoras. Se escapó de la cárcel más importante de Neuquén en el interior de un mueble que confeccionaron en el taller de carpintería y que fue vendido en 400 pesos. Sin rastros de su paradero investigan las complicidades de guardiacárceles.

Las historias de fugas de cárceles siempre han tenido buen acogida en la pantalla grande, pero el sólo hecho de imaginar llegar a una productora y ofrecer un guión en el que un homicida condenado a cadena perpetua va a escapar en el interior de un mueble parece una tomada de pelo, además de un relato prácticamente inverosímil.

Pero como la realidad supera a la ficción, hoy podríamos decir que la fuga de Luis Aboy (33) en el interior de un exhibidor de tortas clama por una película. El hombre está condenado a cadena perpetua por asesinar en marzo de 2005 a sus empleadoras, las hermanas Olga y Teresa Buamscha.

Aboy escapó de la unidad de detención 11 (U11), la principal cárcel de Neuquén que ya tiene trascendencia internacional por otra fuga ridícula. En julio de 2010 dos presos escaparon tras trepar un domo de vigilancia fuera de funcionamiento y luego saltar dos alambrados. En la torre de vigilancia no había un guardia sino una estructura que en la parte superior tenía una pelota con una gorra que simulaba ser un penitenciario vigilante. En el penal habían bautizado como “Wilson” a la pelota que emulaba ser un guardiacárceles en alusión a la pelota de la película “Náufrago” que fue galardonada por la excelente actuación de Tom Hanks. Este hecho tuvo su propio video generado por una agencia multimedia en Inglaterra (http://youtu.be/8gc8yeXvndA)

Ahora el penal más seguro de Neuquén vuelve a estar en boca de todos.

Aboy, con la sola idea de escapar, generó la fuga más absurda e inédita en la historia de la provincia, poniendo en ridículo a todo el sistema carcelario neuquino. Por este motivo ya pasaron a disponibilidad a cinco penitenciarios y se aguarda que también caiga el director de Unidades de Detención de Neuquén.

El asesino de las hermanas Buamscha estaba en la U11 porque tenía un antecedente de fuga. En octubre de 2011 se trepó por una pared de la unidad de detención 41 de Junín de Los Andes y logró ganar el techo al salir por una pequeña ventana. De allí se arrojó a la libertad. Justo un año después la policía rionegrina lo detuvo en Bariloche y en marzo de este año fue extraditado a la U11.

El homicida fue ingresado al pabellón 6, de mediana seguridad, donde lentamente fue ganando la confianza de los guardiacárceles. “Era un preso con muy buena conducta y tranquilo”, describió una fuente penitenciaria.

A los pocos meses comenzó a participar en los talleres de labor terapia y descubrió en la carpintería una oportunidad. “Los internos hacen muebles y artesanías para vender y así generar algún dinero para sus familias”, explicó Raúl Liria, subjefe de la policía neuquina, que hoy anda tratando de explicar lo inexplicable.

El plan diseñado por Aboy y un compañero del pabellón con el que compartía el taller de carpintería fue tan básico que es imposible no sospechar de connivencia con los penitenciarios.

¿Qué necesitaban para semejante empresa? Primero diseñar un mueble que permitiera un falso fondo. Para ello había que contemplar que Aboy mide 1,80 y pesa casi 80 kilos. Entonces crearon un extraño exhibidor de tortas con cajonera. El mueble mide un metro de alto por 1,40 de largo y 60 centímetros de profundidad. Los cajones se encuentran ubicados en el centro, en la parte de arriba, dejando unos 30 centímetros liberados a cada lado y unos 40 centímetros abajo (ver foto). El revestimiento de madera terciada, que es sumamente liviana, está pintado de color roble. El mueble confeccionado cuenta además con seis ruedas de buen porte que ingeniosamente le pusieron los presos y que no levantó, supuestamente, ninguna sorpresa en los responsables del taller.

Otra de las necesidades de los presos era la de conseguir un comprador, es decir, alguien que solicitará y financiara el mueble. Todo fue muy simple, el hermano del interno amigo de Aboy se encargó desde afuera de conseguir un comprador del exhibidor.

El armado del mueble fue muy simple. Con algunas alfajías se montó la estructura, con madera terciada lo revistieron, armaron los cajones y le hicieron tres posa tortas. Terminado y con las ruedas incluidas pesa entre cinco y siete kilos. El precio de comercialización fue de 400 pesos, que para financiar un gran escape es un monto insignificante.

El día “D” fue el miércoles 18 de septiembre. La jornada era clave porque entre las 10 y las 17.30 se produce un movimiento importante en la cárcel: es día de visitas.

Ese día una mujer en un Ford Ka oscuro, que ya fue localizada pero se negó a declarar, fue a visitar a Aboy a las doce, de acuerdo a los registros del penal.

El ardid, ahora descubierto, da cuenta de que mientras estaba la mujer de visita, que se quedó charlando con los otros internos, Aboy aprovechó para ir al área del taller, meterse sentado en “L” en el interior del falso fondo que era en “U”. Su compañero selló el mueble.

En medio del horario de visita, un flete llegó a las 15 a reclamar el exhibidor de tortas que estaba en el área de taller del pabellón 6.

Dos cabos penitenciarios y un interno ayudaron a trasladar el mueble a lo largo de 250 metros superando sin inconvenientes tres controles: taller, guardia interna y externa. Después lo cargaron en el flete sin advertir los 80 kilos de peso que tenía un exhibidor que vacío no supera los 7 kilos.

La camioneta, que hizo las veces de flete, llevó el mueble hasta un barrio del oeste de la capital neuquina. En la casa del hermano del preso amigo de Aboy desarmaron el mueble y liberaron al homicida que huyó, según la investigación, con la mujer del Ford Ka que lo había ido a visitar a la cárcel y que se retiró del penal un rato después, a las 16.30, para no levantar sospechas.

El exhibidor fue rearmado y trasladado a otra casa cercana. La persona que lo adquirió confió en la declaración indagatoria que lo había comprado de buena fe “porque necesitaba un mueble pero que no le gustaba mucho el modelo aunque le salió barato: 400 pesos”.

La policía de Neuquén continúa la búsqueda de Aboy por todo el territorio provincial pero los investigadores aseguran que el prófugo ya no está en la provincia por lo que ya han sido libradas las órdenes de captura nacional e internacional.

La justicia se dispone a ordenar intervenciones telefónicas que son obvias, padres y pareja del prófugo, y solicitar pericias de ADN para analizar los cabellos encontrados en el interior del exhibidor de tortas y el Ford Ka, ambos incautados, que permitirán determinar si son de Aboy.

En medio de búsqueda se escuchan voces de fastidio. “Esto habla no sólo del ingenio de Aboy sino de la impericia y connivencia de nuestra policía”, describió una fuente judicial mientras que desde la misma policía denuncian “complicidad de los guardiacárceles”.

En paralelo los familiares de las mujeres asesinadas exigen a la policía, al gobierno y a la justicia respuestas que no tendrán hasta que resuelvan la trama y cadena de responsabilidades y complicidades.

Quienes buscaron al homicida tras su fuga anterior aseguran que “no lo van a encontrar así nomás. Al tipo nunca lo tuvimos ni cerca y jamás le interceptamos una comunicación telefónica. Es muy astuto”. De hecho Aboy cayó la vez anterior porque una mujer despechada lo entregó a la policía rionegrina en octubre del año pasado. Lo único que hizo la policía de Neuquén fue reconocer la foto remitida por sus pares de Río Negro y luego resguardar el traslado del detenido a la U11 en marzo de este año.

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