Xiomara Orellana. La Prensa.-

Las maras protegen los espacios que han tomado para realizar sus operaciones delictivas y reponen con sangre nueva sus cuadros. Las escuelas y colegios son sus objetivos para que sus movimientos no sean visibles y puedan delinquir impunemente.

Seleccionan centros educativos populares, donde por voluntad propia o por la fuerza niños y jóvenes se ven sometidos a los deseos de la agrupación, y cada vez los involucran en sus operaciones hasta que los convierten en los señuelos para operar.

Varios menores han desertado de escuelas y colegios. En el Ministerio Público de San Pedro se registran cinco denuncias de menores que están amenazados por negarse a formar parte de las agrupaciones .

Uno de ellos goza de protección y tuvo que ser sacado del país por la grave amenaza que representaba seguir en la ciudad.

El asesinato de jóvenes se suma a las represalias que los pandilleros toman contra los que no cumplen sus órdenes.

En un centro educativo de Chamelecón, las autoridades registran solo en un instituto de segunda enseñanza en lo que va del 2012, la muerte de 15 estudiantes, la mayoría decapitados.
“Estamos solos, sólo Dios con nosotros, nadie más nos puede ayudar. Aquí no hay autoridades policiales ni nada”, dijo impotente un docente de un centro de Chamelecón que huyó del colegio antes de convertirse en una más de las estadísticas que se acumulan en la zona.

Mientras el miedo envuelve a niños y jóvenes, muchos optan por someterse a las exigencias de las pandillas que los obligan a robar y hasta matar porque no tienen otra opción para sobrevivir.

Huyen

En el informe Situación de maras y pandillas en Honduras 2011 realizado por Unicef (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) se revela que solo en una escuela de San Pedro Sula, 22 niñas y niños desertaron de sus centros escolares por la amenaza de las pandillas, varios de ellos no solo abandonaron la escuela, sino que sus padres salieron huyendo de las colonias adonde vivían por las amenazas.

“En la Fiscalía de la Niñez hemos recibido las denuncias de cuatro menores que fueron amenazados por estas agrupaciones. A cada uno se les ha dado el seguimiento tal como lo establece la ley. Les pedimos a  las autoridades educativas que nos informen de lo que ocurre en los diferentes centros”, afirmó Thelma Martínez, coordinadora de esa Fiscalía.

La desesperación de los padres de familia ante el problema es enorme. “Solo queremos proteger a nuestros hijos y nuestras familias. Nos toca no solo sacarlos de la escuela, sino que hasta emigrar de las colonias o la ciudad”, dijo una madre afectada.

En cinco escuelas de San Pedro Sula donde Unicef hizo una encuesta se encontró que el 53% de los docentes consultados respondieron que en los centros educativos hay alumnos integrantes de las maras y un 90% aseguró que los centros educativos están siendo afectados por estas agrupaciones.

De señuelo

Las pruebas de fuego para los nuevos miembros los orillan a ejecutar diversos hechos delictivos. No solo les sirve de pase de entrada, también los colocan dentro de los más admirados y temidos en el grupo.

Las mujeres, no solo son las jainas (novias) de los pandilleros, ellas cumplen una función específica y ahora son los señuelos que utilizan para delinquir.

El 9 de agosto, una estudiante de un colegio público en San Pedro Sula fue detenida.  La menor portaba su uniforme cuando fue sorprendida por agentes de la DNIC (Dirección Nacional de Investigación Criminal), con mareros cuando asaltaban un taxista en La Pradera.

“La estudiante tomó un taxi a la salida del colegio. Pidió que la llevaran a un punto determinado donde era esperada por miembros de la mara. Al bajarse, los individuos asaltaron al taxista. La estudiante era utilizada por los pandilleros como señuelo para asaltar taxistas en este corredor”, informó un agente de investigación.

Como ella, otras jóvenes han sido detenidas. Hace dos meses en allanamientos ejecutados por la DNIC en La Lima, Cortés, fueron detenidas dos estudiantes de un colegio de la localidad vistiendo aún sus uniformes en compañía de mareros que vendían drogas.“En varios hechos ligados a pandillas, encontramos a estudiantes de varios colegios de San Pedro Sula, Choloma y La Lima involucradas en estas agrupaciones.

No solo son las novias, son los enlaces, los ganchos que tienen para operar y facilitar sus operaciones. Buscan en ellas el blanco en las operaciones porque saben que si son capturadas, el proceso penal es menos grave y complicado y que no van a pasar de ir a un centro de internamiento, afirmó un agente de la Unidad de Maras y Pandillas.
Terrible impunidad

El asesinato de la estudiante Engie Belinda Guevara (16), la semana anterior en San Pedro Sula, alertó sobre una realidad que en silencio viven a diario los docentes, alumnos y padres de familia.

Están expuestos a la violencia como nunca, aseguran, viven bajo el acecho y el terror los mantiene impotentes.

En institutos de Choloma y Chamelecón las historias de ataques, amenazas y muerte de los mismos estudiantes son incontables.

“Solo hablan de la muerte de la estudiante del Intae, pero nosotros contamos 15 muertos y de esos nadie dice nada. Eran jóvenes que cursaban segundo y tercer curso y ellos por miedo se metieron a la mara.

No podían hacer otra cosa porque los mataban. Fueron banderas, mensajeros y ejecutores de varios delitos, pero eran compañeros. Uno a uno fueron apareciendo asesinados. Los decapitaron y esas muertes no contaron. Pregunte en el colegio y le van a decir, las pandillas llevan 15 muertos solo este año. Yo logré salir vivo y ahora estoy en otro colegio, en otro lugar por seguridad. No todos tienen la misma suerte, yo me salvé de milagro”, dijo un exalumno de un centro educativo en Chamelecón. Esa es una de las tantas historias a las que se suman las de los que un “milagro” los salvó de morir, porque fueron confundidos.

“No he simpatizado con ningún grupo, pero por vivir en una zona tomada por maras me confundieron. Creyeron que yo tenía nexos con la otra pandilla y por un pelo casi me matan. Gracias a Dios me libré porque se aclaró que yo no estaba con esa gente, si no ya me hubieran matado”, relató otro estudiante que desertó del colegio.

El cierre de la jornada nocturna en varios colegios de San Pedro Sula públicos y privados sigue ocurriendo. En sectores de Choloma, La Pradera, Chamelecón y Rivera Hernández los docentes decidieron dejar de impartir clases  por el peligro y se produjo una deserción masiva por  la ola de asaltos, extorsiones y amenazas a los alumnos.

Ahora el temor aflora en otras jornadas ante la injerencia de los grupos que quieren controlar las operaciones en los colegios y escuelas.