Autopista Buenos Aires La PlataSebastián Hacher – Cosecha Roja.-

Esta mañana intentaron asesinarme.

Todas los días hago el mismo camino: un tramo de la ruta dos y luego la autopista Buenos Aires La Plata hasta la bajada de San Telmo. Salgo de mi casa apenas amanece para evitar lo peor de la hora pico. Esta mañana hice lo de siempre, pero más despacio porque llovía y la pista estaba mojada.

A 100 metros del peaje de Hudson mi velocidad era de 40 km por hora. Una camioneta Fiat Fiorino se me cruzó adelante y me encerró de forma deliberada. Pisé el freno y él hizo lo mismo hasta chocarme y tirarme contra el guardarial. Era un conductor preciso, experimentado. Yo no lo soy: trato de compensarlo siendo prudente. Evité golpear contra el borde de concreto y volcar porque el peligro me activa los reflejos.

Tuve suerte.

Logré frenar, esquivarlo, encontrar una vía de escape. Lo escribo y me vuelve a temblar el cuerpo. Cruzamos el peaje. El conductor me hizo una seña y nos tiramos los dos al costado. Pensé que iba a hacer un intercambio de seguros, un pedido de disculpas porque había hecho algo deliberamente estúpido y peligroso, pero no.

El tipo quería pelear.

Al parecer, le había molestado algo que hice en los kilómetros anteriores: una maniobra que no vi y que él no logró explicar. Por lo poco que entendí, por eso había decidido chocarme.

-Te voy a matar- decía.

Estaba sobre mi ventanilla.

Hace tiempo tomé una decisión: no llevar en el auto nada que pueda ser usado para ejercer violencia y desoír los consejos de aprender artes marciales. Creo en la máxima del cine: si en una escena aparece un arma, en algún momento hay que dispararla.

Desde el primer día que tuve auto juré nunca jamás agarrarme a piñas por un incidente de tránsito.

Esperé a que el hombre terminara su número. No bajé la ventanilla. No le contesté. En algún momento se aburrió y siguió su camino.

¿Qué hubiese pasado si bajaba del auto?

Los de seguridad vial se acercaron a hablar conmigo. Le habían tomado la patente.

-Hacé la denuncia- me dijo uno-. Hacelo mierda.

Se ofreció de testigo.

Volví al camino. En la radio, un médico hablaba de la chica asesinada por otras tres chicas en Junin. Explicaba cuanta violencia se necesita para que te fracturen el cráneo.

 

Foto: Leo Vaca