Por Redacción – CR.-*

Hedilberto fue internado en el centro de rehabilitación Cristo es amor de San Juan de Lurigancho, Perú, ocho días atrás. Contra su voluntad. Hoy su madre no sabe si vivirá para contar lo que pasó el sábado. En la casa de dos pisos donde 70 jóvenes recibían tratamiento para recuperarse de sus adicciones, el sábado a las 9.30 hubo un incendio: 27 de ellos murieron.
Las primeras investigaciones confirmarían que los de la planta baja prendieron fuego unos colchones. Las llamas devoraron papeles, ropa y lo que fuera capaz de alimentarlas. En cuestión de minutos el aire se volvió irrespirable, tóxico, y no había escapatoria. Los cuerpos no presentaban quemaduras graves: se asfixiaron. Édgar Raúl García Albornoz, dueño del lugar, habría salido de la casa minutos antes y trancó la reja de la salida. La trampa se volvió mortal. Incluso las ventanas estaban cerradas con candados y fijadas con barras metálicas. Los bomberos hicieron un hueco en la pared de la casa vecina para poder ingresar.
Hedilberto terminó allí casi de casualidad. La madre conoció a García Albornoz porque ella le vendía colchones. Muchos. Una vez le preguntó por qué tantos. El Hermano Raúl –así le decían- le contó de Cristo es amor.
Ella aprovechó a pedirle ayuda para su hijo. Lo vinieron a buscar una noche, se lo llevaron a la fuerza. Él no entendía qué sucedía, solo gritaba que no había hecho nada malo.
– Ese hombre me dijo que lo iban a tratar bien.
El sábado, cuando la madre de Hedilberto lo vio en el hospital, no sólo se dio cuenta que aún vestía la misma ropa que hacía más de una semana sino que tenía marcas de golpes en el cuerpo. Aníbal, un amigo, dice que Hedilberto le contó acerca de los abusos y violaciones de las que eran víctimas en el “centro de la muerte”.
Junior consumía marihuana. Sus familiares también creyeron que allí lograría recuperarse. Llevaba internado tres meses y estaba entre los jóvenes que dormían en el segundo piso y que lograron sobrevivir.
– En el desayuno empezamos a oler humo, luego este se hizo más intenso. En el primer piso se oían gritos. Los que logramos salir por el techo nos salvamos – dijo.
Édgar Raúl García Albornoz y los trabajadores del centro estuvieron desaparecidos todo el fin de semana. El sábado nadie daba explicaciones. Los familiares pedían a gritos por sus hijos, hermanos, amigos, mientras los cadáveres salían envueltos en bolsas negras. María Esther, madre de David, lloraba desconsolada. El joven estaba en el centro desde antes de navidad.
El Hermano Raúl aseguraba que quienes ingresaban a su centro conseguían dejar atrás sus adicciones gracias a la palabra de Dios. En los últimos 15 años cientos de jóvenes fueron internados en la casa donde él también vivía con sus dos hijos. Uno de ellos murió tras el incendio.
El lugar funcionaba sin licencia y ya había sido clausurado dos veces. Los jóvenes estaban hacinados, no contaban con condiciones mínimas de seguridad ni la asistencia de profesionales. Las responsabilidades penales y civiles alcanzarían también a la Municipalidad de San Juan de Lurigancho por omisión de cumplimiento del deber.
Según datos publicados en el periódico El Comercio, se estima que en Perú funcionan entre 240 y 260 centros bajo la modalidad de comunidades terapéuticas. Solo el 20% de ellos tienen autorización. Al ver el horror que se vivió en Cristo es amor, un agente de la División de Homicidios dijo que “ante un siniestro como el que sucedió, la suerte de los internos estaba marcada”.
Como dice el diario La República: el incendio en la comunidad terapéutica no solo mató a 27 personas sino también puso en evidencia un perverso sistema de pequeñas corrupciones de las que nadie se quiere hacer responsable.
Anoche, treinta y dos horas después del infierno, Albornoz se entregó. Lo denunció su propia esposa. Mientras estuvo prófugo se habría reunido con su abogado para buscar la mejor salida. Salida que no encontraron los 27 jóvenes abrazados por el fuego.

 

En base a artículos publicados en http://www.larepublica.pe y http://elcomercio.pe/ . Foto: AFP y  UPI / Ismael Mohamad .