Una investigación sobre el crimen organizado y cómo se ha infiltrado en el Estado, por el periodista y director de El Periódico de Guatemala, José Rubén Zamora.

El tenebroso cartel de los “Durmientes”

Por José Rubén Zamora. El Periódico de Guatemala, 12 de julio de 2011

A nadie escapa que el crimen organizado ha infiltrado y controlado el Estado, desde los tiempos de Lucas García hasta nuestros días. Al extremo que, por norma, el nombramiento del General, ungido como flamante Ministro de la Defensa de cada nuevo Gobierno, ha sido producto del sabio consejo, siempre al oído, del siniestro y sofisticado general Ortega, al Presidente electo de turno.

Álvaro Colom no fue la excepción: Ortega utilizó a Charly Quintanilla, policía de barrio y millonario albañil del crimen organizado, como títere y operador político para copar la cúpula militar, Gobernación, la SAE, SAAS, Migración, puertos, aeropuertos y aduanas, entre otras posiciones clave para el éxito del contrabando convencional, el narcotráfico, el tráfico de seres humanos, el tráfico ilegal de armas y el lavado de dinero.

Por denunciar esa repugnante realidad, a principios de agosto de 2008 fue asesinado salvajemente el general Mauro Jacinto (Gerónimo), quien me ayudó a entender, meses antes, a lo largo de tres maratónicas reuniones, la lógica y los entretelones de los nombramientos de la maquinaria delincuencial. Esa información la publiqué con todos sus detalles. Cinco días después del atroz asesinato de Gerónimo, que sigue bajo el manto del misterio y la impunidad, sufrí un intento de asesinato disfrazado de secuestro, que me llevó a realizar una larga siesta de más de 20 horas, al lado de su majestad la muerte, en El Tejar, Chimaltenango.

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