juicio por jurados - leo vaca

Julia Varela – Cosecha Roja.-

– ¿De qué trabaja? ¿Alguna vez agarró un arma con sus manos? ¿Usted tiene contacto con víctimas de violencia de género?, preguntó la fiscal.

– Sí, las veo en el hospital. Veo a madres y a hijos golpeados, contestó el segundo jurado, que trabaja en un hospital hace 20 años.

Él fue una de las 43 personas que llegaron esta mañana a los tribunales de San Martín para conformar el primer jurado popular de la provincia de Buenos Aires: tendrán que decidir si Guillermo Barros es culpable o inocente de homicidio simple. Después del cuestionario de la fiscal y la abogada defensora – y las diez recusaciones- se sortearon los 18 miembros, nueve varones y nueve mujeres de identidad reservada durante el proceso.

Un pedicuro, un investigador científico, dos trabajadores del Estado, un fotógrafo, cuatro empleados del sector privado, dos jubilados, tres docentes, dos comerciantes, un técnico en salud y una ama de casa. Hasta el jueves serán los encargados de escuchar a más de diez testigos y peritos y dar un veredicto. “El dictamen al que llegue el tribunal es mucho más legítimo, no depende del capricho de un juez, sino de un grupo de gente”, dijo una fuente judicial dijo a Cosecha Roja.

– Tenemos un deber que es el de ser imparciales y sólo en base a las pruebas que escuchen en el juicio van a poder decidir. Yo no tengo que decir si es culpable o inocente. Eso lo van a hacer ustedes, ¿queda claro? – dijo el juez Francisco Pont Verger, miembro del TOC 5 de San Martín, que fue sorteado para llevar adelante el juicio.- El jurado es independiente, soberano y libre de presiones.

Todos asienten. Los jubilados miran fijo hacia delante, el más joven mira para abajo. Algunos escriben y asienten cuando el juez les explica. Hasta que no se dicte la sentencia, los 18 miembros del jurado popular no podrán hablar entre ellos ni con sus familiares. “Declararon bajo juramento que iban a tomar el máximo deber que un ciudadano puede tener, que es juzgar a un par”, dijo otra fuente judicial a Cosecha Roja. Los próximos tres días los van a ir a buscar a sus casas en autos oficiales y los van a llevar a los Tribunales de San Martín para presenciar el juicio.

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El jurado popular fue sorteado entre 1200 personas sacadas del padrón electoral del departamento judicial al que pertenece la causa. De ese filtro salieron las 42 personas citadas hoy. Cada uno tenía un cartel con un número en el pecho, como los corredores de una maratón. Cada vez que los nombraban, pasaban al frente, respondían las preguntas y volvían a sentarse. La fiscalía y la defensa -que anotaban en una hoja los detalles de los posibles jurados- podían recusar a 8 personas sin motivos, y a dos con una razón explícita. “No va con la estrategia”, era la respuesta para el rechazo.

Entre los 32 que quedaron se hizo un sorteo con un software de la Suprema Corte. Así quedaron seleccionados los 18 que juzgarán el homicidio de Germán Armella, que tiene vinculaciones con la violencia de género.

-Ustedes son los jueces de los hechos. Yo soy el juez del derecho-, repitió Pont Vergés.

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A Armella le decían el Boli, tenía 30 y trabajaba vendiendo papas en Boulogne. La noche del 31 de enero del año pasado hacía calor en Villa Hidalgo y él andaba en pantalón y sin remera. Estaba borracho. Los amigos del barrio sabían que se ponía agresivo cuando tomaba. Tenía un palo de escoba en la mano y se tambaleaba mientras buscaba a su ex pareja, Claudia Barros. Quería verla. Cuando llegó a la casa de Zorzal y Madero, el Boli discutió con Claudia. Guillermo, el hermano de ella, salió a defenderla. Estaba cansado de las amenazas que habían recibido: gente de Armella pasaba armada por el frente de la vivienda y los amenazaba.

Esa noche el Boli salió de la casa de Claudia con un tiro en la clavícula izquierda. Eran las 23.30 cuando lo subieron a un patrullero para ir al hospital. El amigo que lo acompañaba dijo que se murió en el camino, la policía que llegó vivo. Tres horas más tarde Guillermo Barros dijo que él había sido el culpable, se entregó y quedó detenido por homicidio simple.

-Yo vengo a acusar a Barros-, dijo la fiscal Ana María Armetta ante el jurado-. Barros tuvo intenciones de quitarle la vida a Armella porque le disparó en la clavícula izquierda cerca del corazón.

Después fue el turno de la defensora Verónica Jollice, que presentó el caso ante los 18 ciudadanos.

– Les voy a contar como conocí al señor Barros. Cuando él me contó lo que sucedió esa noche, rompió en llanto. Porque había sido amenazado y había querido defenderse. Entonces le respondí que cuanto antes se pueda íbamos a tener una audiencia donde doce personas van a decidir. Ellos van a poder ponerle el nombre correcto a los hechos.

El jueves el jurado decidirá si Guillermo Barros es culpable o inocente de haber matado a Germán Armella, y en qué circunstancias. El dictamen será por mayoría: diez de los doce miembros del jurado tienen que opinar igual.

– No pueden hacer investigación por cuenta propia, ni ver el caso por televisión ni Internet. No busquen información por afuera- pidió el juez.

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Este juicio es el primero de los 165 que se harán en la provincia de Buenos Aires, luego de la aprobación de la La ley de juicio por jurados en septiembre de 2013. Del 18 al 22 de mayo habrá otro en Morón, y a lo largo del año en Trenque Lauquen, Bahía Blanca, Pergamino y La Plata. En Córdoba y Neuquén ya se aplica.

Para los abogados y los funcionarios judiciales de San Martín también es una novedad. Preguntan, opinan, hablan entre ellos. “Está bien, el alegato que usó la defensora me gustó”, dijo una abogada mientras discutía con sus colegas en la sala A de tribunales, que fue remodelada para el juicio. Esta mañana estaba llena.

Marta tenía ganas de participar pero no salió sorteada. “Hace un año que no tengo trabajo, así que me venían bien los 640 pesos”, dijo a Cosecha Roja. “Además me daba intriga saber de qué se trataba un juicio. Siempre lo vemos en las películas, y era la primera vez que podía participar”, contó.

Foto: Leo Vaca / Infojus Noticias