UP33

ANDAR Agencia – Cosecha Roja.-

“Después de un tiempo prudencial en el cual esperamos que las personas que momentáneamente por distintas circunstancias son responsables y tienen a su cargo nuestras vidas y por decantación la de nuestros hijos, tenemos que reconocer que lamentablemente una vez más queda en evidencia que los humanos que amontonan en las cárceles no somos tenidas en cuenta como tal”. Así empieza la carta que llegó vía Facebook a la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). Está firmada por una detenida de la Unidad Penal N° 33 de Los Hornos, uno de los barrios más afectados por las inundaciones de La Plata del pasado 2 de abril.

“A nadie le importa nuestra situación. No nos tuvieron en cuenta en ningún medio de comunicación, ninguna ONG, ninguna estadística y peor aun ni un sólo magistrado se tomó el tiempo y la molestia de acercarse a ver cómo y de qué manera vivimos lo que trágicamente sucedió en La Plata y sus alrededores”, seguía el texto.

La semana siguiente a la catástrofe la CPM visitó cárceles de la zona para relevar la situación. En la Unidad Penal 33 encontraron un panorama desolador: en los pabellones 5 y 6 el nivel de agua había alcanzado los 60 centímetros de altura. El personal del Servicio Penitenciario (SPB) no dejó salir a las detenidas con sus hijos hasta que comenzaron a gritar pidiendo ayuda al resto de los pabellones. Recién ahí las trasladaron a otro pabellón. Fueron caminando bajo la lluvia torrencial con sus hijos en brazos.

Al mismo tiempo se cortó la luz. “Fue desesperante porque no sabíamos lo que podía pasar y tuvimos miedo ya que quedó de manifiesto que no hay en la unidad un plan emergente para situaciones extremas, ni un lugar preparado para aislar a los chicos y a las mujeres embarazadas”, decía la carta. La oscuridad, la rapidez del agua, los gritos, los llantos y la falta de respuesta del SPB, entre otros factores, generaron un clima de angustia y desesperación.

En los días siguientes las detenidas se encargaron de limpiar y desinfectar los pabellones. Una vez terminada esta tarea –dos días después- pudieron lavar el patio: la tormenta había dejado un tendal de ratas muertas e insectos a su alrededor.

El equipo de la CPM comprobó además que los profesionales de sanidad no hicieron controles sobre la población infantil después de la inundación. Hasta el momento de la inspección las mujeres afectadas no habían sido vacunadas de acuerdo a las recomendaciones del Ministerio de Salud. Esto se suman a problemas estructurales previos, como el mal funcionamiento de la guardia de pediatría, la falta de medicamentos o la carencia de frutas e insuficiencia de verduras en la alimentación de las detenidas.

“No es nuestra intención ponernos en victimas, pero aunque no quieran reconocernos somos parte de esta sociedad y no por estar alojadas en un penal vamos a dejar que vulneren nuestros derechos”, dice la carta,  en la que se llama la atención a los funcionarios judiciales sobre la necesidad de implementar medidas alternativas a la prisión para las mujeres con hijos.

El agua ya bajó. Las consecuencias aún siguen filtrándose a través de los muros. Las rejas no son impermeables.

Foto: Helen Zout. CPM