Rodolfo González Arzac tomó en La Rabia la decisión de no recordar las jornadas sangrientas del 19 y 20 de diciembre de 2001 sólo como un helicóptero, una consigna y una cifra absurda de muertos, sino como un punto de inflexión en la historia del país, un punto grueso pero a fin de cuentas de una línea y, sobre todo, hecho de muchos puntos más pequeños, de vidas que como nunca se acercaron a la muerte, al escalón más bajo del existir. Son 26 las historias que a su modo se truncaron y siguieron, y que representan a las de millones de argentinos. Eso es La Rabia: el retrato de aquellos días furiosos contado como se debe, sin dejar de lado todo lo que pasó (lo que nos pasó) desde entonces.

 

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