lucas navarroMaría Florencia Alcaraz. Infojus Noticias-. El mismo silencio que inundó el barrio Los Pinos en Isidro Casanova, después del linchamiento de Lucas Emmanuel Navarro en 2010, ocupó el espacio de la sala del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) Nº 5 de La Matanza cuando comenzó el juicio por el crimen del joven de 15 años. Ayer fue la primera audiencia y declararon tres vecinos y un policía. Hoy se escucharán tres testimonios más y se fijará la fecha para los alegatos.

Cuatro de los seis testigos que declararon saben que Lucas murió arriba del móvil policial esposado. Que no llegó vivo al Hospital Paroissien, en el kilómetro 21 de la Ruta Nº 3. Y que los golpes de más de 40 hombres y mujeres lo dejaron inconsciente mientras un grupo de cinco vecinos lo reducía. Ninguno de los testigos se animó a señalar quién de los cuatro acusados golpeó hasta deformarle la cara al chico que apenas pesaba 48 kilos. Recuerdan detalles, datos menores, pero la memoria selectiva parece haber borrado de sus registros las caras de los agresores del adolescente asesinado. Hay una laguna entre el momento en que los vecinos inmovilizaron a Lucas, quien supuestamente intentaba robar un auto, y la llegada de la policía. “Estábamos todos los vecinos”, se repite entre los testimonios. Pero ninguno fue. Nadie lo golpeó, dicen.

“Lo importante no lo ve nadie. Hay un pacto de silencio entre los vecinos sobre el horror de lo que sucedió” evaluó Alejandro Bois, abogado de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) que representa a la familia de la víctima.

Los imputados son Gastón Roda, de 28 años, y su padre Horacio Roda; y Adrián González y su padre Norberto González. Son cuatro de los cinco vecinos identificados entre el grupo que rodeaba al joven. Gastón Dillman, el vecino señalado como quien se sentó sobre Lucas, no será juzgado en el debate que empezó ayer porque firmó una sentencia de tres años en un juicio abreviado.

Un tribunal conocido

La sala del TOC 5 es pequeña y húmeda. Está ubicada a unos metros del centro judicial del municipio más poblado del conurbano, en San Justo. Allí se resolverá -entre hoy y mañana- si la muerte de Lucas quedará impune o encontrará responsables. La audiencia de hoy estaba pactada para las 8.30 pero se atrasó casi dos horas. Estuvo, desde un comienzo, plagada de formalismos burocráticos que retrasaron el comienzo del debate.

Cuando finalmente se hizo el ingreso a la sala, cada vez que entraban los jueces la secretaria del Tribunal pedía que el público se pusiera de pie. Generalmente los magistrados obvian estos formalismos, los del TOC 5, no. El tribunal está compuesto por dos hombres y una mujer: Javier González, Matías Deane y Gabriela Rizzuto. Se trata de los mismos jueces que en 2009 absolvieron en un primer juicio a los policías acusados del crimen de Gastón Duffau, el joven que murió cuando era trasladado en una camioneta policial a la comisaria de Ramos Mejía.

El crimen de Lucas tiene varios puntos en común con ese otro asesinato aún impune. La fiscal que instruyó la causa y pidió la elevación a juicio como homicidio en agresión fue Silvana Breggia. Es la misma funcionaria que fue separada de la investigación por el caso Duffau. El abogado de la familia de Lucas cuestionó la carátula con la que calificó la fiscal: “Desde el comienzo pedimos que se cambie la carátula. La calificación correcta es la de homicidio simple porque hubo un total desprecio por la vida de Lucas. No fue un accidente. Las fotos de la autopsia demuestran que se le pegó en lugares determinados, lugares vitales”, explicó a Infojus Noticias, Bois.

Ayer no había mucha gente en la sala. Además de los cuatro acusados, acompañados por su abogado defensor Oscar Casalla, estaba la madre de Lucas, Silvia Beccaría, junto con Bois. Sentada a su lado se encontraba la fiscal que representa al Ministerio Público Fiscal en este proceso, Adriana Aiello. Entre el público estaban ubicados dos de los cuatro hermanos de Lucas y una acompañante. Dos policías custodiaban la sala.

Que no se publique

A pesar de ser un caso que movilizó a la opinión pública y puso de relieve debates y opiniones sobre la justicia por mano propia y la edad de inimputabilidad, solo Infojus Noticias cubrió la audiencia. Pero el tribunal no quiso que se divulgaran los testimonios.

“Que quede constancia que todo lo que sea expresado en esta audiencia no será reproducido por los medios presentes”, dijo el juez Javier González. No se permite grabar, ni tomar notas. Lo que se dice, lo que cuentan los testigos de aquella noche brutal, tiene que quedar ahí adentro “para proteger a los declarantes”.

Tampoco había organizaciones de derechos humanos y militantes fuera de la sala. La familia de Lucas estaba sola. La primera que dio su testimonio fue la mamá del adolescente asesinado. Silvia tiene el pelo corto y una contextura pequeña. No llevaba el pin con la foto de su hijo, ni una remera o cartel pidiendo Justicia. Ese pedido Silvia lo expresó con palabras. “Quiero que se haga justicia”, fue lo primero que dijo la mujer frente a los jueces antes de quebrarse y llorar. Después habló de la última tarde que pasó con Lucas, de una “corazonada”. Contó que sintió que algo malo estaba pasando con su hijo cuando no llegaba esa noche y por eso llamó a la comisaría de Casanova.

“Lucas era un buen pibe. Nosotros hicimos lo que pudimos”, dijo Silvia previo a quebrarse nuevamente. Cuando la mamá de Lucas terminó de declarar la mujer policía que custodiaba la sala le alcanzó un pañuelo. Los dos hijos de la madre de Lucas que estaban en la audiencia la miraron abrazándola a la distancia. Su abogado la palmeó en la espalda. Nadie más en la sala se inmutó.

“Me da miedo de que los jueces no sean justos. Uno es humilde y a lo mejor lo juzgan a Lucas por lo que hizo y no porque lo mataron”, había dicho a Infojus Noticias, la madre del joven.

Después vinieron las declaraciones de Gastón Navarro, hermano de Lucas. Allí se escuchó por primera vez la palabra asesino. Gastón miró todo el tiempo a los acusados del crimen de su hermano. Los cuatro acusados lo escuchaban con atención. El más joven de todos-que tiene su mismo nombre de pila-tomaba nota.

Más tarde declaró el policía que lo llevó al Hospital y tres vecinos de Los Pinos. Una de las mujeres que testimonió entró en contradicciones con su testimonio prestado ante la fiscalía que instruyó la causa. Allí sus palabras habían sido claras: “Gastón lo golpeaba mientras lo sujetaban de los pies y brazos”. La mujer se refería a Gastón Roda, uno de los cuatro imputados por el crimen. Otro de los testigos señaló con el índice a los imputados como quienes inmovilizaron al adolescente. Pero casualmente no vio quién le pegó.

La familia de Lucas siguió los testimonios con atención. Cada tanto Silvia se quebraba y necesitaba un pañuelo para secar sus lágrimas. Los imputados no se inmutaron ante ningún testimonio. Solo bajaban la cabeza en algunos tramos.

Hoy se escucharán tres testimonios y el Tribunal anunciará la audiencia en la que se conocerán los alegatos de las partes. El abogado de la defensa, Casalla, ya adelantó que pedirá la absolución de los acusados por falta de pruebas. Los jueces del TOC 5 tienen la posibilidad de romper el pacto de silencio de los vecinos de Los Pinos y encontrar a los responsables del linchamiento de Lucas.

El domingo 28 de marzo de 2010

Lucas Emmanuel Navarro tendría hoy 18 años. Quizás habría terminado la escuela secundaria que había abandonado en 2008. Tal vez seguiría concurriendo al Centro de Prevención de Adicciones (CPA) de San Justo para tratar su consumo de marihuana.

Según la versión policial, la tarde del domingo 28 de marzo de 2010 a las 20.30 el “Orejón” junto a dos jóvenes más grandes que él intentaron robarle a Gastón Roda cuando estacionaba el auto en la puerta de su casa sobre la calle Jean Jaurés al 4700, en el barrio Los Pinos. Roda se resistió y pidió ayuda a los gritos. Los dos jóvenes escaparon corriendo, pero Lucas se cayó. Los vecinos de la cuadra llegaron rápido para pegarle hasta matarlo. “¿De dónde sos?”, le preguntaban mientras lo golpeaban. Lucas vivía a diez cuadras en el barrio Manzanares. Eso contestó apenas pudo. Cuando llegó la policía estaba boca abajo en el piso, moribundo, y lo esposaron. “Llevatelo porque lo matamos”, gritaban algunos vecinos. “Se hace el muerto en el piso”, decían otros. El patrullero se fue con Lucas en el asiento trasero y ningún vecino detenido.