Zòcalo Saltillo.

El lunes por la tarde un cuerpo decapitado fue encontrado en las inmediaciones de un rancho, ya en estado de descomposición y en parte devorado por la fauna de la zona.

Inicialmente se pensó que era otra obra del crimen organizado, pero tras las investigaciones los agentes policiacos lograron descubrir que había sido una venganza por parte de doña Juana y su hija, misma que había sido violada por el hoy occiso y otras seis personas.

El hombre violador andaba libre, ya que el ataque sexual no fue denunciado a las autoridades por la víctima, en lugar de eso, doña Juana pagó a unos asesinos para que localizaran a los agresores “y les hicieran daño”.

Ahora, doña Juana y su hija se encuentran detenidas por ser las presuntas autoras intelectuales del homicidio de Gregorio Espinoza Martínez, quien contaba con 23 años de edad.

Como autores materiales se encuentran detenidos los hermanos: Santos Guadalupe, Juan Manuel y Octavio Villarreal Islas, de 20, 18 y 31 años, todos con domicilio en Ciudad Valles.

Con la detención de los autores materiales, los agentes de la Policía Ministerial del Estado a cargo de la investigación pudieron establecer que los tres habían sido contratados por Juana María Castillo Escobar, de 41 años, y su hija de 20 años –cuyo nombre se omite por ser afectada de violación–, y haber recibido 15 mil pesos como pago por “el trabajito”.

LA VIOLACIÓN Y LA VENGANZA

De acuerdo con la joven violada, el día 9 de junio ella asistió a un baile donde se encontraba Gregorio Espinoza acompañado de otra persona, con quienes estuvieron consumiendo bebidas alcohólicas.

Al calor de las copas Gregorio comenzó a realizarle tocamientos a la joven, pero al negarse a ello, los antes mencionados en compañía de otros cinco sujetos más que llegaron hasta donde estaban, la trasladaron a un área donde la sometieron y violaron.

Tanto la muchacha como su madre pensaron en vengarse por el hecho, y no denunciaron el ataque, así que le pidieron ayuda a un compadre, mismo que contactó a tres sicarios, quienes al saber que había dinero de por medio, aceptaron “hacerles daño”.

Los sicarios localizaron a los violadores, así que decidieron seguir a Gregorio Espinoza hasta un parque, donde lo levantaron y subieron a un vehículo.

Después de “levantarlo”, lo torturaron y decapitaron, y tenían intención de hacer lo mismo con el resto de los acusados, hasta que fueron detenidos por agentes federales y puestos a disposición de la autoridad competente.

Los sujetos confesaron haber dado muerte al joven Gregorio, y llevaron a los policías hasta el lugar donde tiraron el cuerpo, además dijeron que doña Juana les había pagado 15 mil pesos por el asesinato, y que ellos sólo cumplieron con la encomienda.

Con sus declaraciones, se logró establecer la probable participación de doña Juana y de su hija como autoras intelectuales del homicidio, por lo que una vez localizadas se les puso a disposición también de las autoridades ministeriales.

Finalmente se informó que otro de los violadores, identificado como Pedro Espinoza Guillén, de 25 años, fue detenido, como probable responsable del delito de violación. Al parecer tuvo suerte, pues se dijo que estaba en la lista de quienes iban a hacer justicia por la violación.