Por Juan Carrá – Anuario del Diario El Atlántico

Tres disparos. He Xin Chao cae muerto en la caja del supermercado “Pekín” de avenida Jara 3251. Las cámaras de seguridad lo filman todo: un hombre de mediana edad y aproximadamente 1.70 de estatura entra al lugar cubriendo parte de su rostro con un cuello de manta polar. Va hacia la caja. Ahí está He Xin Chao, el dueño del lugar. Parsimonioso pasa los productos por el escáner. Tres clientes esperan para pagar su mercadería. Pero el asesino se acerca y sin importarle la presencia de testigos saca su arma y dispara. Una vez. He Xin Chao cae herido. El asesino está por salir, pero lo ve moverse. Entonces vuelve. Y dispara otra vez. Gira para salir del local, pero otra vez ve que su víctima está con vida. No duda y vuelve a girar. Apunta y dispara por tercera vez. He Xin Chao, a los 42 años, muere. Los clientes gritan. El asesino escapa. Faltan pocos minutos para las 20 del domingo 9 de octubre de 2011.

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He Quacai se toma la pierna. Está herido. Tirado en el piso del supermercado chino de Perú al 2100 ve como el hombre que acaba de dispararle escapa en una moto. He Quacai tiene 40 años. Ese 29 de septiembre aún le faltan un par de semanas para abrir las puertas de su comercio que está en refacciones. También faltan diez días para que su cuñado, He Xin Chao sea asesinado.

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Mi Youzhi tiene 35 años. Está vivo de milagro. El 21 de agosto mientras estaba en la caja de su supermercado de Arturo Alió y Gascón recibió dos disparos. Uno en el brazo; el otro, entró por la zona del pulmón y quedó alojado en el hígado. En este caso, también fueron las cámaras de seguridad las que dieron la versión más clara de los hechos. Un hombre, de rasgos occidentales, entró con el rostro semicubierto y sin decir nada, se acercó a la caja, sacó su arma y disparó. Después, salió corriendo del lugar y se dio a la fuga.

Mi Youzhi sabía que eso le podía pasar. Unos días antes se lo habían advertido. La carta escrita en criptogramas de chino mandarín era más que una amenaza. Le pedían 50 mil dólares a cambio de seguridad. Si no pagaba, la seguridad sería vulnerada por los mismos que se la ofrecían. Paradójico. Pero Mi Youzhi no cumplió. No era el primero en recibir la amenaza y nunca nadie había sido baleado. Por lo menos en Mar del Plata. Sí en Capital Federal, también en Rosario, Mendoza y La Plata. ¿Por qué sería él el primero? No pagó. Y a los pocos días estaba internado en el Hospital Interzonal General de Agudos.

Esa fue la primera vez que se escuchó hablar de la “Mafia China”. La abogada Paula Urciuoli, representante de la Cámara de Autoservicios y Supermercados Propiedad de Residentes Chinos (Casrech) fue contundente: “desde hace varias semanas los dueños de los supermercados chinos están siendo amenazados”. Los números, entonces, alarmaban: dos meses antes de que Mi Youzhi fuera baleado, 80 supermercadistas habían sido amenazados con el mismo modus operandi. Los asesinos son “sicarios argentinos contratados por integrantes de la Mafia China”, sentenció Urciuoli por entonces, dándole cuerpo a una hipótesis que la Justicia aún hoy maneja entre algodones.

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El martes 23 de agosto la postal típica del edificio central de Tribunales –Tucumán y Brown– se vio alterada. Medio centenar de orientales sostenían pancartas con un claro mensaje escrito en castellano: “Supermercadistas chinos de la ciudad de Mar del Plata le dicen: No a la Mafia China”. También pedían apoyo para “ejercer el derecho de trabajo” y “trabajar en paz”. Entre todos  los manifestantes estaba He Xin Chao. Nada hacía prever que él sería el próximo.

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Para el fiscal Mariano Moyano no hay nada que apunte a que el crimen de He Xin Chao sea un ajuste perpetrado por la Mafia China. En la causa no consta que el supermercadista haya sido amenazado ni extorsionado. Sin embargo, desde la Cámara que nuclea a los comerciantes orientales no dudan en adjudicarle al crimen un perfil mafioso.

Lo cierto es que, en este caso, también hubo una misiva, pero diferente a las anteriores. La pequeña carta fue dejada en el supermercado “Pekín” en la madrugada del viernes 16 de diciembre. Más de tres meses después del crimen. Escrito en un collage con letras de revistas se daba el nombre del supuesto asesino. Moyano fue contundente al respecto: “no podemos descartar ninguna hipótesis, pero por el momento la nota no arrojó avances en la causa”.

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“Vayan preparando el cajón”, dice la carta en chino mandarín. La misma nota la recibieron doce supermercadistas chinos de Necochea. Un teléfono celular acompañaba el mensaje. Allí tendrían que llamar en caso de que quisieran abonar la protección. Era noviembre de 2011.

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El 21 de diciembre la hipótesis de la existencia de grupos operativos de la Mafia China en Mar del Plata y la zona volvió al ruedo. Está vez con el anuncio de la llegada a la ciudad de una comitiva de la policía oriental.

El arribo de los agentes chinos fue producto de un acuerdo bilateral entre los gobiernos de los dos países. “La idea es erradicar de raíz a la Mafia”, expresó una fuente vinculada a la investigación.

De encontrar a los culpables de las amenazas, los heridos y el crimen de He Xin Chao serán extraditados y juzgados en su país de origen.

Foto: Diego Izquierdo del Diario El Atlántico