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Haydé espía por los agujeros de la valla que separa a los manifestantes de la Casa Rosada. Es una de las 50 mil personas que protestan en la Plaza de Mayo contra los 27 mil despidos, el ajuste y la criminalización de la protesta. Del otro lado, dos camionetas, agentes con escudos y perros y los responsables del operativo esperan las órdenes que nunca llegan: a pesar de los cortes de calle y del temor al desalojo por la fuerza, no se aplicó el Protocolo de Actuación de las Fuerzas de Seguridad.

En el primer paro nacional de la Asociación de Trabajadores del Estado a dos meses de iniciado el gobierno de Macri, todos esperaban que la policía irrumpiera a la fuerza en la plaza. Pero los empleados, docentes, estudiantes, militantes y jubilados que llegaron bajo las tres consignas convocatorias circularon por el centro porteño sin cruzarse con las Fuerzas de Seguridad.

Detrás de las rejas pocos manifestantes como Haydé espiaban a los oficiales, que conversaban. Alguno fumaba y mascaba chicle, cada tanto uno corría con papeles en la mano. “Todavía no hicimos una evaluación pero en principio no se aplicó el protocolo aún con cortes de calle”, explicó a Cosecha Roja el defensor General Adjunto Luis Duacastella Arbizu. María Laura Torres, secretaria gremial de Suteba, no vio policías en la plaza. “Entendieron que el protocolo está repudiado por todos los sectores políticos, sindicales y sociales”, dijo.

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Las movilizaciones se repitieron en varias provincias. En la ciudad de Buenos Aires “fue multitudinaria, muy fuerte y nutrida. Los trabajadores del Estado sufrieron despidos a mansalva y esa reacción se vio en la calle”, dijo Torres. Los organizadores y otros dirigentes políticos temían que los cortes se despejaran con la fuerza y los medios masivos casi la exigieron: “No aplicaron el protocolo antipiquete y la ciudad está sitiada”, “Argentina y el curro de los piquetes” titularon durante la jornada.

Al mediodía las calles del centro porteño rebalsaron. En los puestos sobre la vereda, los manifestantes compraban bebidas, choripanes y sándwiches. Sobre una mesa, una joven vendía estampitas de Néstor, Cristina y Ni Una Menos. Pasadas las 14, por Avenida de Mayo avanzaban las columnas de Barrios de Pie, JP Descamisados, CTA, Movimiento Evita, CTEP, Corriente Nacional Agustín Tosco, MST, Partido Obrero. Después de cruzar la plaza, daban la vuelta por Diagonal Sur.

Más temprano habían circulado empleados públicos y despedidos de los ministerios de Justicia y Salud, defensorías, Sedronar y los trabajadores de prensa. Entre ellos, estaban los periodistas de Infojus Noticias: desde diciembre las nuevas autoridades echaron a 14 redactores, editores, fotógrafos y productores y hace dos semanas borraron el 83 por ciento de las notas. Esta mañana el ministro de Justicia, Germán Garavano, dijo que la agencia “era un portal de propaganda que ejercía presión sobre los jueces”. Milva Benítez, una de las despedidas, contó que se enteraron por la radio y que aún no tienen novedades oficiales de qué ocurrirá con el sitio. “Hoy marchamos los trabajadores activos y los despedidos junto a otros periodistas afiliados al sindicato Sipreba”, contó a Cosecha Roja.

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Haydé tiene 64 años, es jubilada y vive en Rafael Calzada. Está parada al lado de la valla que separa la plaza de la Casa Rosada, justo donde los árboles de avenida Rivadavia dan refugio del sol del mediodía. Apenas cursó hasta sexto grado pero en algún momento, no recuerda cuándo, aprendió a leer expedientes judiciales para ayudar a vecinas y conocidas que tenían algún conflicto con la ley. Y desde hace años es parte de una red de mujeres que se intercambian mensajes, van a las marchas, acompañan en los tribunales, conversa con diputados y siguen casos de violencia institucional.

“Vine porque estoy en contra de los despidos, del aumento de las tarifas, la detención de Milagro Sala y porque me preocupa el protocolo de seguridad”, dijo a Cosecha Roja. Está con una amiga, que le hace señas para que deje de hablar. Ella sonríe, mueve los aros y se acomoda los anteojos de sol sobre la cabeza. En la camisa le brilla un prendedor que pide “Justicia por Denise”. En 2009 un joven de 18 mató de un tiro a su sobrina Denise para robarle la moto en Don Orione, Burzaco. Haydé militó la causa: la justicia condenó al asesino a 25 años de prisión y al coautor a 20. Poco después supo que un policía formaba parte de la banda.

“Mamá, te van a pegar un susto, no vayas”, le dijeron esta mañana las hijas. Pero Haydé tiene que verlo con sus propios ojos, meterse “hasta acá”, no quedarse con la versión de la tele. Mañana vuelve al centro porteño para marchar en la ronda de las Madres de Plaza de Mayo.

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Casi llegando a Hipólito Yrigoyen, al otro lado de la plaza, un grupo de 25 niños y niñas de Villa Fiorito cargan los carteles que hicieron ellos mismos: “Macri pará la mano” y “basta de despidos”. Vanesa colabora en el comedor Niñez y Territorio y los acompañó a la marcha de hoy. “Vinimos a acompañar. Los traemos siempre a los chicos a las movilizaciones del 24 de marzo y también fuimos al museo de la ex Esma. Ellos entienden todo”, contó. Juntos posan para la lente de los fotógrafos y de algún turista.

Andrea Molfetta es investigadora del Conicet, en el área de Historia. Fue a la marcha para repudiar el ajuste con un cartel que decía “La retención a la megaminería equivale al 50 por ciento del presupuesto del CONICET. ¡Ciencia para los argentinos!”. Caminaba por Hipólito Yrigoyen y esperaba que le sacaran fotos. “Estamos en un proceso de regresión de la distribución del salario y de entrega de regalías a las empresas extranjeras. Que la plata vuelva a la ciencia”, dijo a Cosecha Roja. Federico es docente universitario y llegó a la movilización con varios de sus compañeros. Está preocupado por la ola de despidos, el retraso salarial y las paritarias.

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La movilización de hoy era la primera gran prueba del uso del Protocolo. Una jueza porteña le había prohibido a la ministra Patricia Bullrich el uso de armas de fuego y balas de goma. A la madrugada la Cámara rechazó la medida, junto con un hábeas corpus preventivo. La siguiente prueba será en la marcha por los 40 años del golpe.

Ayer el presidente se reunió con los organismos de Derechos Humanos. Una de las cuestiones que conversaron fue la movilización del 24 de marzo, que coincide con la visita del mandatario estadounidense Barack Obama. Según dijo el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, en la conferencia de prensa, Macri dispondrá todos los medios “para que estén garantizadas todas las expresiones y manifestaciones”. Para la representante de Suteba, que asiste siempre, “la seguridad de la marcha siempre la dio la multitud. No va a ser este gobierno quien lo garantice”.

Fotos: Facundo Nívolo