judithgimenezCosecha Roja.-

“Maté a una rata”: esa fue la metáfora que usó durante el juicio el ex gendarme Federico Sandoval para justificar que había disparado su arma reglamentaria en la madrugada del 24 de junio del 2007. El balazo estaba dirigido a la nuca de Judith Giménez, una adolescente de 16 años que vivía en la Villa 31. “Él se obsesionó con mi hija y la mató: le dijo que si no era su novia no iba a ser de nadie y disparó”, contó a Cosecha Roja Gumersinda, la mamá. Hoy se cumplen 8 años del crimen.

Este mediodía Gumersinda, familiares de víctimas de violencia institucional, organizaciones (Túpac Amaru, Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional, Unidos y Organizados, Kolina, entre otros) y vecinos marcharon frente a Centinela -el edificio de Gendarmería-, como lo hacen todos los años. “Como mamá estoy muy agradecida por el compromiso de la militancia y la lucha colectiva. Todavía falta mucho: ni una mujer menos y ni un pibe menos”, dijo.

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Judith vivía en Villa 31 con su mamá y su hermano. Cursaba el tercer año del secundario y trabajaba en Los Bronquitos, un lugar que funcionaba como bar y como lavadero. Ahí los gendarmes de la zona lavaban el uniforme. El 23 de junio a la noche el dueño del local -Félix Chamorro- la invitó a quedarse a festejar el cumpleaños de la hija.

Cerca de las nueve de la noche llegó Sandoval, pidió pollo con puré y cerveza. Chamorro le dijo a Judith si lo ayudaba a servir. Ella contestó que no, que a esa mesa no. Nadie le dio importancia hasta horas después, cuando apareció muerta y quienes la habían escuchado recalcularon: los vecinos contaron que el oficial y la adolescente se habían conocido en un cumpleaños, que él estaba obsesionado y la seguía por todos lados.

La noche siguió y Sandoval recibió en la mesa a tres amigos más. Al principio, durante el juicio, negó haber ido. Después lo reconoció pero dijo que había dejado el arma al dueño del local antes de entrar, que la había recuperado a la salida y que no se acordaba nada, que había tomado mucho. Sin embargo, el resultado de las pericias fue que no había alcohol en sangre.

Sandoval le disparó a Judith cerca de las 5 de la mañana en un pasillo. La bala que encontraron al lado de su cuerpo era de una 9 milímetros de Gendarmería. El arma era del oficial y la tenía encima cuando lo detuvieron al día siguiente. Estaba en el Edificio Centinela, donde vivía.

En 2008, el TOC 11 -a cargo de Enrique Aldana, Enrique Pose y Floreal De Laurentis- condenó al gendarme a ocho años y ocho meses por homicidio simple. “Para mí fue una desgracia ese tribunal, fueron los mismos que absolvieron al asesino de Alan Tapia -el pibe asesinado en Barrio Mitre por un policía durante un allanamiento-. Trabajan para los gorras: no tuvieron en cuenta que el hombre era un uniformado y que tenía que cuidar a los ciudadanos, no matarlos”, dijo Gumersinda. Sandoval quedó detenido en el momento: primero estuvo en Marcos Paz, después en Ezeiza y luego en Formosa. “Fue difícil lograr la condena de un gendarme y verlo en el banquillo de acusados no fue poca cosa”, agregó.

Foto: Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional

[Nota publicada el 24/6/2015]