juicio por jurados - leo vacaCosecha Roja.-

Jennifer Ayelén Kysilka tenía 21 años cuando asesinó con un cuchillo al papá. Él la obligaba a prostituirse y había querido abusar sexualmente de ella. La Justicia la detuvo preventivamente y un año y medio después salió de la Unidad Penal 52 de mujeres: ayer, en los Tribunales de Azul, un jurado popular tuvo que decidir entre darle perpetua o considerar que el crimen fue en defensa propia. Los doce ciudadanos determinaron que Jennifer se defendió “en contexto de violencia de género”, y la joven recuperó la libertad.

La última discusión entre Juan Carlos y su hija fue el 1 de febrero de 2014, en la casa en la que vivían, en Guisasola y General Paz. Él le pegó. Primero una cachetada, después una piña.

– Vos no me pegás más – dijo Jennifer y se defendió con un cuchillo tramontina.

Según le contó al jurado, la joven no estaba solamente harta de la violencia de ese día sino de la que el hombre ejerció contra ella, la mamá y las cuatro hermanas durante toda sus vidas. “Pensar solamente lo que pasó ese día podía llevar a una conclusión errada. Había que analizar también todo lo que había pasado antes, el contexto”, dijo a Cosecha Roja Martín Marcelli, el defensor oficial de Jennifer.

Cuando la joven vio lo que había hecho salió corriendo a la calle a pedir ayuda. Los testigos que declararon durante el juicio -la familia y los vecinos- lo confirmaron. La herida en el tórax fue mortal y el hombre falleció en un centro asistencial de Olavarría. Ese mismo día de verano, la joven quedó detenida. Después le concedieron la excarcelación pero, a un mes de la medida, los jueces le revocaron la domiciliaria. Desde entonces estuvo alojada en el penal de Azul.

El caso llegó al Tribunal Oral en lo Criminal 1 y el debate fue dirigido por el juez Gustavo Borghi. Fue el primer juicio por jurados de la localidad de Azul. El procedimiento es una opción para los juicios que prevén sentencias de 15 años o más y el que elige la modalidad es el imputado. Jennifer tomó la decisión y su abogado la apoyó. “Es un modo de juzgamiento totalmente diferente al que conocemos. A los jueces uno suele conocerlos, leemos sus sentencias, sabemos de sus criterios  interpretativos. En cambio, cada jurado popular es único e irrepetible”, dijo Marcelli. Esta vez la presidenta fue una peluquera.

Cuando terminaron de presentarse las pruebas, Jennifer declaró y les contó frente a frente y con sus palabras lo que había vivido. “Es una historia muy triste de pobreza, marginalidades, violencia  física y psicológica”, contó Marcelli.

El fiscal Martín Pizzolo acusó a Jennifer de homicidio agravado por el vínculo y Marcelli pidió la absolución teniendo en cuenta que “ella se defendió de un ataque”. Los doce jurados analizaron el caso durante una hora en la “sala de deliberación”. Luego, salieron al recinto con el veredicto en un sobre. Cuando escuchó la sentencia Jennifer lloró: sabía que ese día recuperaba su libertad.

La joven salió del juzgado y volvió al penal a hacer los trámites para salir. Más tarde la buscó personal de la Defensoría y la acompañó a la terminal de ómnibus para que viajara hasta Olavarría donde se reencontró con la mamá y las hermanas.

Foto: Leo Vaca / Infojus Noticias

[Nota publicada el 27/8/2015]