Gabriela Soto / Miguel Ángel Vega. Rio Doce.

“¡No disparen!”, suplicó. “¡No disparen!”, volvió a gritar. Pero sus palabras se perdieron entre el tableteo de los G-3. Las ráfagas de los elementos del Ejército que los estaban persiguiendo desde Caitime no cesaron. Fue una refriega continua de varios minutos. La reina de belleza murió por una bala que le destrozó una vena carótida a la altura del cuello, del lado izquierdo, de acuerdo con el dictamen forense integrado a la averiguación previa 141/2012.

Adiós al glamour, a las pasarelas, a las sesiones de fotos, a la corona. La ganadora del certamen Mujer Sinaloa 2012, María Susana Flores Gámez, descendió de la camioneta pick up, blanca, “portando un arma larga”, afirma el parte militar entregado a la PGR junto a varias armas, cargadores, cartuchos útiles y pertrechos de guerra. Gritó su rendición a los elementos del Ejército, contradicen vecinos entrevistados por Ríodoce en El Palmar de los Leal.

El vehículo del que se bajó la joven quedó destrozado en el primer vado al entrar al ejido El Palmar de los Leal, municipio de Mocorito. Varios fusiles quedaron tirados a su alrededor, entre ellos un AK-47, conocido comúnmente como “cuerno de chivo”, el cual, dicen las autoridades, ella portaba al bajar del vehículo.

Fue abandonada a su suerte por Orso Iván Gastélum, el Cholo, y tres gatilleros más. Al entrar al ejido, el líder de los sicarios del cártel de Sinaloa en esa zona, instruyó a la miss: “Di que te secuestramos… no te van a hacer nada, te dejarán ir”.

Dicho esto, el Cholo escapó junto con el resto. Antes, lanzaron una ráfaga al aire para distraer al Ejército, que intentaba acorralarlos. Después corrieron, entre las casas y la maleza, en aquellos vallecitos que producen hortalizas y ajonjolí.

Sin embargo, el parte militar consigna que la joven fue un muro de contención para el escape de los delincuentes: “En un paraje, dicho vehículo, quien sirvió de muro para que la segunda camioneta lograra huir del lugar, mas sin embargo, continuó con la agresión, resultando abatida una persona de sexo femenino, la cual bajó del vehículo cargando un arma larga, situación que aprovecharon los otros agresores para darse a la fuga por el paraje, siendo imposible lograr su captura en virtud de los tres compañeros heridos”, detalla el documento.

Antes, el mismo parte explica que en una de las agresiones sufridas en la persecución, los sicarios hirieron a un “primer elemento militar y más adelante a dos elementos militares”.

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Todo comenzó en Caitime, un pueblo de acaso mil 500 habitantes que divide la carretera México 15, aproximadamente 20 kilómetros al sur de la ciudad de Guamúchil.

La madrugada del sábado 24 de noviembre, un convoy compuesto por decenas de soldados entró sigilosamente al pueblo con la consigna de cazar a Orso Iván Gastélum, el Cholo, un operador de Joaquín el Chapo Guzmán que en agosto de 2009 se fugó del penal de Culiacán después de hacerse una fiesta de despedida donde presumió que su patrón tenía palabra.

Los uniformados no llegaron en vehículos oficiales, sino en camionetas particulares, entre ellas una doble rodado blindada que, tres años antes, las mismas fuerzas castrenses habían decomisado en Guasave a sicarios de Isidro Meza Flores, el Chapo Isidro, enemigo acérrimo del Cholo. Iban escondidos bajo bultos de paja.

Cuando el anillo de seguridad de Orso Iván Gastélum se dio cuenta que gente armada rodeaba la casa, avisaron a su jefe, quien se encontraba en otra cueva de seguridad, a menos de cien metros de distancia. Pensando que se trataba de los grupos rivales de Guasave, empezaron a disparar contra los desconocidos. Pero al darse cuenta que no era el Chapo Isidro a quien enfrentaban, sino a soldados, tomaron todo el armamento posible, se montaron en al menos dos camionetas y tumbando matorrales y cercas salieron a toda velocidad por un camino de terracería que conduce a El Progreso.

Inició así una persecución a muerte que se extendió por tres poblados y más de 15 kilómetros que terminaría cuando los militares dispararon a María Susana Flores Gámez, en la entrada de El Palmar de los Leal.

Atrás habían quedado un sicario y un soldado muertos, producto de la primera refriega. Luego vendrían más, soldados y sicarios, incluyendo un jornalero que se atravesó en la balacera y quedó muerto.

Uno de los partes militares integrado a la investigación remitida a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), informa que los elementos militares recibieron una denuncia anónima a las 21:30 horas del viernes 23 de noviembre, porque “sujetos integrantes de la delincuencia organizada, en horas de la madrugada, establecían retenes tipo militar en áreas de acceso a dicho poblado”.

Entonces se planeó un operativo y se ejecutó a las 05:00 horas del día siguiente. Al llegar al lugar, estaban sujetos armados, quienes huyeron en sus camionetas hasta llegar a una casa. Los militares los siguieron y fueron recibidos a balazos por armas de fuego por los delincuentes, quienes recibieron refuerzos desde el interior del inmueble.

“Hiriendo en esos momentos a un cabo de infantería, por lo que se repelió abatiendo a uno de nuestros agresores… mientras que otros agresores nos seguían disparando desde el interior del citado inmueble por espacio de 15 minutos”, se detalla.

En la refriega quedó abatido Eleazar López Bernal. Algunos sicarios lograron escapar, pero los que estaban al interior claudicaron: “Nos rendimos. No disparen”, consigna el parte militar. Ahí se detuvo a Álvaro Cázarez Iribe con un fusil AR-15; Gabino Ramírez López, quien portaba un AK-47 y a Giovanny Rodríguez Beltrán, con otro “cuerno de chivo”.

Todos ellos se encuentran bajo arraigo de la SEIDO en la Ciudad de México, a donde fueron trasladados el jueves pasado.

También en Caitime se decomisaron seis camionetas diferentes y un arsenal: seis armas AK-47, un fusil AR-15, un aditamento lanzagranadas, una granada calibre .40 milímetros, dos granadas de fragmentación defensivas, una pistola Colt calibre .45 milímetros, además 37 cargadores diversos, y mil 308 cartuchos diferentes. Así también ropa y equipo táctico.

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Después de la primera refriega en Caitime se inició la persecución del Cholo Iván, quien se acompañaba de María Susana. Según los testimonios recogidos, los sicarios escaparon hacia la carretera México 15 y se introdujeron por una brecha de terracería de aproximadamente 11 kilómetros, amurallada por maleza y conocida por los lugareños como Zaragoza, que conecta con El Progreso.

De acuerdo con el parte militar, tres vehículos se introdujeron por la brecha referida: una pick up Ford guinda, blindada, con placas TX-31-216; una Cheyenne Silverado blindada, color gris-plata, placas TZ-44076; y una camioneta Captiva Sport del mismo color que la anterior, pero con placas VMZ-7794-0.

Los conductores viajaban por una brecha cercana a Caitime, cuando al observar los dos helicópteros integrados a la operación, les dispararon. De los tres vehículos, solo fue posible detener uno, la camioneta Ford que era conducida por Felipe de Jesús Ortíz Reyes, “quien procedió a rendirse, tendiéndose en el suelo, siendo detenido por personal militar”.

En la misma operación fueron asegurados los otros dos vehículos, pero no se informa dónde, cómo, ni qué pasó con los delincuentes.

El Ejército omitió dicha información en el parte militar presentado a los investigadores. Tampoco mencionó a qué grupo delictivo pertenecen los agresores, aunque en esos es vox pópulli que son parte del cártel de Sinaloa.

Morir con el alba

La mañana de ese día, Rosario Méndez se levantó poco antes de las cinco. Su mujer, Sara Concepción Yañes, ya le tenía preparado su lonche por lo que el Chayo, como le decían a Rosario, tomó la bolsa con tacos que le daba su mujer, agarró su cachucha y salió a la calle donde la camioneta que lo llevaría a su trabajo ya lo estaba esperando.

Su esposa lo despidió y no supo que nunca más volvería a verlo vivo.

De acuerdo con testimonios de habitantes de El Progreso, la persecución que venía de Caitime pasaba por el pueblo y los sicarios, al ver que la camioneta Dodge Ram en que viajaba el Chayo se detenía afuera de una casa en espera que les abrieran la verja, la gente del Cholo se detuvo violentamente a lado de ella; los sicarios corrieron y sacaron al Chayo y al chofer de la unidad, mientras la otra camioneta de sicarios atravesó la unidad para resguardar a su jefe.

Todo habría ocurrido en cuestión de segundos, ya que los militares estaban a pocos metros y, sin detenerse empezaron a disparar a diestra y siniestra contra los pistoleros. Varios de esos disparos atravesaron en repetidas ocasiones el cuerpo del Chayo, quien no tuvo tiempo de tirarse al suelo, como lo hizo su compañero.

Jacinto Yañes, de 68 años, velador del rancho, recuerda con horror que, al ver y oír a los sicarios atravesar violentamente la camioneta, y escuchar los disparos de los militares, se tiró rápidamente al suelo y comenzó a arrastrase hasta la orilla de un árbol.

“Deseaba que en ese momento me tragara la tierra, porque esos truenos y zumbidos es lo más feo que le puede ocurrir a una persona”, comentó a Ríodoce, días después de la balacera.

Fue entre aquellas ráfagas que el Cholo y María Susana Flores Gámez, que viajaban en la primera de las camionetas y la cual ya no podía continuar por tener las llantas ponchadas por los tiros, se bajaron y cubriéndose los disparos de los militares se cambiaron a la unidad en que segundos antes llegara el Chayo.

Así continuaron el escape rumbo a El Palmar de los Leal, una población que se encuentra a dos kilómetros al sur de El Progreso. La camioneta que su escolta había atravesado, también arrancó siguiéndolo, en tanto los militares continuaron tras los pistoleros.

Atrás quedaba el terror, y el cuerpo hecho pedazos del Chayo, que había caído como fulminado.

La persecución era a muerte y los sicarios lo sabían. Después de todo ya habían matado a un soldado y habían herido a otros dos. Fue por eso que, según afirman fuentes de Ríodoce, el Cholo le decía a María Susana, en medio de la huida, que tendrían que separarse.

“Los soldados no le van a disparar a una mujer”, le dijo. “Cuando te agarren, di que te teníamos secuestrada… Te van a dejar ir”.

Nadie pudo precisar qué le respondió la reina de belleza.

Para entonces la persecución entraba con violencia en El Palmar, donde, pasando el primer puente de un vado que hay en el lugar, la gente del Cholo dobló a la izquierda y ahí, debajo de un árbol detuvieron la camioneta, bajaron de inmediato con fusiles en mano y se cambiaron a otra unidad, dejando atravesada la camioneta en que estaba María Susana.

Los soldados llegaron a toda velocidad y al ver la camioneta de los pistoleros atravesada, se parapetaron y armaron un frente y, sin averiguar más, comenzaron a disparar. Ahí comenzó un nuevo infierno, porque los disparos no cesaron hasta varios minutos después.

Uno de los vecinos entrevistados por Ríodoce aseguró que, antes de que los soldados dispararan, la voz de María Susana se escuchó pidiendo “que no dispararan”. Pero los sonidos se apagaron con las ráfagas.

Versiones contradictorias

Cuando los disparos cesaron, el pueblo parecía un hervidero de soldados, marinos y federales. Había dos helicópteros sobrevolando el área, y las fuerzas castrenses no dejaron entrar absolutamente a nadie al lugar, pero además impidieron que los vecinos salieran de sus casas.

“Yo ni me quería asomar, porque tenía miedo… oiga, tantos disparos, y nosotros con niños y esperando que se acabara aquello, pues estábamos tirados en el suelo”, dijo un hombre que prefirió no revelar su nombre.

Según se explicó, ni siquiera agentes del Ministerio Público pudieron entrar al lugar, en lo que el Ejército realizaba sus labores de peritaje.

Según fuentes de Ríodoce, el Cholo habría sido herido, aunque apenas sería un rozón. Uno de sus pistoleros estaría en peores condiciones, puesto que uno de los tiros les habría destrozado un brazo que, días después, le tuvieron que amputar.

Pero la versión del primer parte militar sobre la muerte de la miss también es diferente. En el documento se detalla que María Susana viajaba en la camioneta blindada junto con otras personas, portaba un “arma larga”, pero no señala que ella disparó contra los militares, como se procede a especificar institucionalmente.

De acuerdo con la narración, una camioneta pick up blanca circulaba a alta velocidad en el ejido El Progreso, y al pasar junto a un reten de militares disparó contra ellos. Quienes procedieron a repeler e iniciar una persecución.

Más adelante, en la agrícola, recibieron un segundo ataque. Además, robaron una camioneta y continuaron escapando. Al arribar al siguiente ejido, fueron recibidos con otra agresión de la camioneta pick up, en la cual viajaba la modelo.

“Inició una tercera agresión por parte de los agresores que viajaban en la camioneta blanca blindada, logrando herir a un primer elemento militar y más adelante a otros dos elementos militares, repeliendo la citada agresión. Deteniendo finalmente su marcha en un paraje dicho vehículo, que sirvió de muro para que la segunda camioneta lograra huir del lugar”.

“Mas sin embargo, continuó con la agresión, resultando abatida una persona de sexo femenino, la cual bajó del vehículo cargando un arma larga, situación que aprovecharon los agresores para darse a la fuga por el paraje”, acusa.

El parte militar concluye sin informar qué sucedió con el resto de los agresores que viajaban con ella, si se deduce que la camioneta sirvió de “muro” para que escaparan los agresores de la otra camioneta.

A partir de ese momento los militares se readueñaron del escenario. Dieron aviso a las autoridades civiles pero el agente del Ministerio Público, acantonado en la cabecera municipal de Mocorito, tuvo que esperar dos horas para iniciar las diligencias sobre el cuerpo de la miss, porque no dejaron pasar a nadie.

El procurador Marco Antonio Higuera Gómez aseguró inicialmente que la joven acompañaba a los sicarios y se negó a puntualizar si ella disparó. Días después pasó la bolita a la PGR cuando ellos dieron fe del cadáver y realizaron la prueba de rodizonato de sodio. Esta, de acuerdo con el dictamen, resultó positiva para bario y plomo.

La misma posición adoptó el general Moisés Melo García al cuestionarle la participación de María Susana en los hechos, de acuerdo con un medio de comunicación: “Creo que están exagerando esa situación, yo no pudiera confirmarle (si disparó) eso que dice la PGR, en dado caso son ellos los que tienen que informar lo que pasó ese día”, respondió.

De los hechos, la Sedena no emitió ningún boletín oficial y solo se limitó a elaborar partes de guerra que entregó a la PGR.

Belleza y tragedia

La breve historia de María Susana estuvo marcada por el glamour, la belleza y la tragedia. A los ocho años le habían matado a su padre durante un enfrentamiento. Entonces la niña quedó bajo el cuidado de su madre, aunque encontró consuelo en los certámenes de belleza en los que empezó a participar.

Leopoldo Sánchez, promotor de desfiles de moda en Guamúchil, explicó que María Susana primero fue reina del concurso Fantasía y Talento, y posteriormente reina del instituto donde estudiaba el bachillerato.

Posteriormente empezaron las pasarelas, hasta que llegó a ser Mujer Sinaloa y Miss Turismo Sinaloa.

“Era una muchacha sana, muy bonita y muy simpática… nunca se supo que anduviera en esos ambientes”, explicó el promotor a Ríodoce.

En algún momento de esos certámenes, o fuera de ellos, se topó con Orso Iván Gastélum, pero es una historia cuyos detalles pocos conocen y nadie quiere contar.

La noche que del viernes 23, María Susana estaba en Culiacán y habría dicho a su madre que iría a la Feria Ganadera a ver el concierto de Jenny Rivera.

Pero algo pasó porque esa madrugada trágica ella estaba en Caitime, en una casa de seguridad del Cholo que fuentes de inteligencia del Ejército ya tenía ubicada, y que esa misma madrugada tenían la orden de asaltar.

Fue por eso que cuando la madre de María Susana recibió la llamada de que su hija había sido “herida” en un tiroteo en Caitime, lo recibió primero con pavor y después con incredulidad.

“No, mi hija está en Culiacán, y fue a la feria a ver a Jenny Rivera con sus amigas”, les habría dicho a los portadores de la mala noticia.

La realidad era otra.