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Cosecha Roja.-

El 29 de diciembre, en una zona rural de Misiones, cerca de la frontera con Paraguay, fue hallado el cadáver de un remisero que estaba desaparecido. El hombre, de 23 años, había sido empalado y castrado. Luego lo dejaron morir desangrado. Con la detención de dos ciudadanos paraguayos y el pedido de captura de otros dos –todos ellos aparentemente vinculados al tráfico de marihuana-, cobra fuerza la principal hipótesis de la Justicia: un crimen narco con mensaje mafioso.

Miguel Ángel Rojas tenía 23 años, una esposa y dos pequeños hijos. El 24 de diciembre, después de atender el teléfono de la remisería de Puerto Esperanza, en Misiones, se subió al auto y partió sin decir nada. Un compañero dijo haberlo visto volver un rato más tarde y marcharse con dos hombres.

Rojas estuvo desaparecido 5 días. El 29, durante un rastrillaje, un grupo de vecinos encontró su cuerpo a la vera de un sendero en la zona rural de Mado. Según la investigación judicial, el joven habría sido reducido en el auto y llevado hasta un terreno de muy difícil acceso, zona de plantaciones de pino y yerba mate.

Después de bajarlo del auto, se cree que fueron tres personas las que lo golpearon, le clavaron varios puntazos en el pecho, lo empalaron y después lo castraron. Finalmente, lo dejaron morir desangrado.

En el caso hay dos detenidos: “Pety” Espíndola, de 28 años, acusado de ser el entregador -fue visto en la remisería con Rojas-, y José Ramón “Arriola” López, de 53. Este último, junto con otros dos hombres que permanecen prófugos, están sospechados de ser quienes torturaron y mataron al remisero.

El Alto Paraná es una de las tres zonas calientes de la frontera entre Argentina y Paraguay en la provincia de Misiones. Estos tres puntos están unidos por la ruta nacional 12 que bordea el río Paraná. Del lado paraguayo es tierra de cultivos de marihuana: gran parte de la cosecha es cruzada al lado argentino a través del río.

La principal hipótesis de la Justicia y la policía, es que Miguel Ángel Rojas (o algún miembro de su familia) estaba involucrado en el tráfico de marihuana. Si bien todavía no hay pruebas firmes que confirmen las sospechas, la manera en que fue asesinado y algunas fuentes reservadas confirmarían que se trató de un crimen narco. La brutalidad y el ensañamiento de los asesinos con su víctima indican que no se trató simplemente de una venganza: para los investigadores, dejaron un mensaje mafioso.

Gran parte de la investigación policial se hizo en base a informantes secretos. “La gente tiene terror de hablar, de brindar información. Y es lógico, saben cómo se manejan estos grupos. Hacen de la extorsión, la amenaza y la muerte una forma de existencia. El caso Rojas es el mejor ejemplo”, contó al diario Primera Edición uno de lo policías que trabaja en la investigación.