Emir Olivares Alonso. La Jornada.-

En México hay una sobrevaloración en el mercado de las drogas que se promueve desde las esferas gubernamentales para presentar grandes logros en las acciones de decomisos y erradicación de enervantes, así como para que las agencias de seguridad del Estado obtengan mayor cantidad de recursos, señalaron expertos en seguridad y economía de este tipo de sustancias.

Durante el Foro internacional sobre políticas de regulación del consumo de drogas, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Carlos Resa Nestares, académico de la Universidad Autónoma de Madrid y consultor de la oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Delincuencia, indicó que las estimaciones en la producción de sustancias ilegales en México son grandes debido a que no existe un control real sobre las dependencias que se encargan de erradicarlas.

“Las cifras de decomisos que produce la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) –y otras instancias de seguridad– están fuera de control. Nadie comprueba que sean reales; en el mejor de los casos tenemos a unos tipos en el monte que tienen que volver después de una semana y deben presentar resultados; como nadie irá a comprobarlo pueden presentar cualquier resultado. Existe una tendencia creciente y así los mandos se ganan un ascenso y la Sedena estará encantada de dar buenos datos a la embajada de Estados Unidos.”

El investigador, quien también es miembro del Observatorio Geopolítico de la Criminalidad Internacional, dijo que la sobrestimación de las cifras en el mercado de las drogas también se debe a que las autoridades de seguridad tienen incentivos burocráticos, porque en la medida que aumentan el problema tendrán más recursos.

Uno de los argumentos –dijo– que dan estas instancias es que se enfrentan a organizaciones peligrosísimas, por lo que demandan más presupuestos con la aparente meta de tener éxito. Es natural, si yo fuese un miembro de la policía presentaría a mis enemigos como lo más grandes posibles, porque esto al final me llenará la cartera. Esto preocupará a los legisladores y me proporcionarán un presupuesto mayor. Es un elemento puramente comercial.

Son estas mismas agencias las que proporcionan, sobre todo a los medios de comunicación, información sobre los cárteles mexicanos y sus ganancias. Sin embargo, estos datos no suelen ser comprobados, ya que se piensa que al ser oficiales son certeros. Me pregunto por ejemplo si la DEA (agencia antidrogas estadunidense) es una fuente de información confiable.

La producción de drogas per se no implica altos niveles de violencia. En Bolivia y Perú la fabricación de éstas es muy grande y tienen tasas de homicidio a la europea. En España se venden narcóticos en cantidades industriales, y las cifras de homicidios son muy bajas.

El factor que genera la violencia en México, subrayó, es la lucha por el mercado y por la protección. “Es un asunto de derechos de propiedad. Normalmente los encargados de proporcionar protección a esos derechos son los policías; en casi todo el mundo es así. Con el modelo priísta las agencias federales se encargan de los grandes narcos y los estatales o locales se ocupan de los menores. Esto cambia con la democratización; la protección se vuelve un caos, hay particulares, estatales y federales. Todos tratan de demostrar que son los más violentos para que los contraten. Esto es lo que explica, en mi punto de vista, la enorme violencia que se ha generado alrededor del comercio de drogas. Pero no se preocupen, en algún momento alguna de las mafías, ya sea la Policía Federal, Los Zetas, etcétera, triunfará y eso pacificará al mercado.”

En su turno, Beau Kilmer, miembro del Centro Rand, Investigación en Políticas de Drogas, con sede en Estados Unidos, destacó que existen varios mitos en torno a las organizaciones criminales mexicanas.

“El primero es que estos cárteles de la droga acumulan 60 por ciento de las ganancias por mariguana que se venden en Estados Unidos. Datos oficiales señalan que obtienen hasta 8.5 mil millones de dólares por la exportación de ese producto, pero hay que ser escépticos con esa cifra, porque de ser así implicaría que hay un nivel de consumo entre los estadunidenses tres veces más elevado del estimado por las propias oficinas de combate a su uso. De existir esos números resultaría que en Estados Unidos cada persona que admitió haber consumido drogas en el mes pasado, estuvo intoxicada cada hora de cada día de 2011.”