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Guillermo Elia, Cosecha Roja-.

Foto Matías Subat

El juicio a la banda narco más grande en la historia de la Patagonía comenzó el pasado martes en la provincia de Neuquén. Liderada por los hermanos Héctor y Ruth Montecino, junto a varios familiares que operaban en toda la zona del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, la narcofamilia tiene vinculaciones con la policía de ambas provincias, por eso también  investigan sus nexos con el poder político. Como es un juicio sin precedentes en Neuquén, la Justicia Federal se vio obligada a utilizar un salón de la Asociación Mutual la Universidad Nacional del Comahue (AMUC).

En la primera audiencia realizada el pasado martes, en el recinto se encontró Héctor con todas sus mujeres: Yolanda Esparza (madre), Irma Betanzo (primera esposa), Carina Domínguez (actual pareja), Ruth (hermana), Romina y Jessica (hijas), Cecilia Soto, Leonor Castillo y Fiofania Ruskoff Anufriev, estas últimas son contactos de comercialización y se sospecha que en algún momento fueron amantes del capo narco. El líder de la organización, fue rodeado del resto de los imputados con quienes se saludó con gestos casi imperceptibles.

De los 23 imputados en la causa solo declaró Cecilia Soto, que ya ha sido condenada en otra ocasión por comercializar drogas. Soto señaló a los jueces que padece problemas de adicciones y sindicó a un expolicía neuquino, Johnatan Gómez, como su proveedor.

La investigación que puso a los Montencino en el banquillo arrancó en marzo de 2011, cuando la entonces jueza federal Carolina Pandolfi solicitó al departamento de Toxicomanía de la policía de Neuquén averiguar por la comercialización de estupefacientes en el barrio Tran Hue de la localidad neuquina de Centenario.

Durante las observaciones se logró dar con Héctor Montencino y la jueza les extendió a la brigada policial la jurisdicción a la vecina provincia de Río Negro donde no se convocó a la policía local por sendas sospechas de vinculaciones con la banda narco.

La jueza autorizó escuchas y también registros de audio y video de los movimientos que llevaba adelante la familia narco que tenía como pantalla de sus operaciones ilícitas un negocio de compra venta de autos de alta gama en su mayoría.

El 23 de septiembre de 2011 con los elementos de prueba reunidos Pandolfi autorizó a la policía neuquina a realizar un megaoperativo en Neuquén (se allanó en Centenario) y en Río Negro en Cipolletti (localidad donde reside la mayor parte del clan de los Montencino y desde donde articulaban el negocio al resto de la región).

Ese día secuestraron 172 kilos de marihuana, 21 de cocaína y casi un millón de pesos en efectivo. Además, se detuvo a la mayoría de los integrantes de la banda menos a Héctor y Ruth, que lograron escapar gracias a un aviso salvador que se sospecha que provino de fuentes policiales o judiciales.

Seis meses después en cayó Héctor en la localidad de Catriel y Ruth en Bahía Blanca. Ambos fueron capturados por una brigada especial de la policía neuquina.

Se estima que Héctor y Ruth mantenían una red de distribuidores que abastecía a unos 80 quiosquitos en la región que comercializaban cocaína y marihuana al menudeo. El negocio movilizaba en unos 7 millones de pesos por ese entonces.

La fiscalía, en la primera jornada del juicio, explicó parte de la cadena de comercialización de los Montencino y los roles que cumplían los integrantes de la banda hasta que fueron detenidos.

Héctor utilizaba de pantalla los en los autos que abastecía a la localidad de Centenario. En tanto, su exesposa y su hija Romina manejaban la distribución de la droga en Cipolletti. De los cobros se encargaba la otra hija del capo narco Jessica que mantenía el vínculo con los proveedores de droga que son ciudadanos paraguayos radicados en Capital Federal y Gran Buenos Aires.

El inventario del movimiento comercial que se generaba lo llevaba Olga Jorquera, que recibía una contraprestación por el servicio. En tanto, la madre de Héctor y Ruth, Yolanda Esparza, guardaba el dinero que generaba la actividad ilegal. A su vez, Ruth Montecinomantenía contacto con la familia Seguel, que operaba desde una chacra en el paraje La Mayorina.

Ruth también se encargaba de estar en contacto con Segundo Belmar Castro, que acopiaba la droga en un galpón de la empresa frutícola Tres Ases, de acuerdo a los datos dados a conocer en la audiencia del pasado martes.

La semana próxima, circularan por el recinto de la mutual alrededor de 70 testigos. Entre los principales estarán los pesquisas de la policía neuquina que brindaran detalles de la escuchas realizadas, mostraran fotos y videos que se registraron durante la investigación.

Todos presumen en la zona que este es el fin de la banda, pero tanto Héctor como Ruth saben lo que es zafar del supuesto largo brazo de la justicia por lo que por estas horas el final está abierto.